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Dossier "Coup d'état en Argentine et Guerre des Malouines"
Malouines : la manipulation des génocides et la réponse citoyenne

Osvaldo Soriano : La crónica del tiempo presente

Néstor Ponce

Resúmenes

A sus plantas rendido un león, novela de Osvaldo Soriano publicada en 1986, es representativa de la poética del autor. Juega con la ironía, el humor, pero se refiere a temas políticos de actualidad (el peronismo, la dictadura militar, la guerra de Malvinas, como es el caso en el texto que nos ocupa), con una distancia crítica y satírica que plantea preguntas al lector. El lenguaje de Soriano es apretado, concentrado. Planta una situación y la desarrolla. Narra el horror y nos pone enfrente de los dramas cotidianos.

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Texto completo

1Osvaldo Soriano (1943-1997) ya era un periodista reconocido –colaborador de varios diarios y revistas representativos del boom de la prensa libre en Argentina, como Primera Plana, La Opinión o El Cronista- cuando publicó en 1973 su primera novela, Triste, solitario y final. Este libro tuvo un éxito inmediato y fue traducido a doce lenguas. Después de esta narración, que evocaba de manera paródica las aventuras de un periodista argentino en los Estados Unidos, atrapado a pesar suyo en el vértigo de las candilejas de Hollywood, Soriano se lanzó en un proyecto romanesco que se concentraba en el tiempo presente de la Argentina. Así, observaba los años 80 y 90 desde una distancia crítica y burlesca, y esto a pesar del contenido trágico y de la temática dolorosa.

2Este periodo de la historia de su país, en efecto, lleva la impronta de hechos dramáticos que lo marcan y lo subliman, y Soriano sabe hacer ellos materia literaria proponiendo una escritura del horror. Estos son algunos de los hechos:

  • Crisis política, que comenzó con el fallecimiento del presidente Perón el 1° de julio de 1974 (apenas un año después de la vuelta de la democracia, luego de 18 años de gobiernos, civiles y militares, pero marcados por la proscripción del peronismo);

  • El sangriento golpe de Estado militar de 1976, que instauró una dictadura hasta 1983, y que está marcado por el estigma de la desaparición forzada de ciudadanos (30.000 personas). Se agregan a ellos los millares de asesinados, de encarcelados, de exilados.

  • La Guerra de las Malvinas (Falkland), que opuso la Argentina al Reino Unido de Margaret Tatcher en 1982.

3Este último episodio, justamente, constituye el epicentro de la intriga de A sus plantas rendido un león (Soriano 1986).

4Este artículo propone, para empezar, una rápida contextualización histórica, pero pretende principalmente volver sobre la función que desempeña la representación estética –literaria en este caso- cuando trata de hechos trágicos de la historia y de sus consecuencias sobre la población de un país profundamente conmovido por la naturaleza de los mismos. En este marco, la novela de Osvaldo Soriano toca el tema de manera en apariencia tangencial, sutil, para entrar en el centro del problema, desnudarlo, y mostrar la tragicomedia de una país que sale de un terror para caer en otro tal vez más abismal.

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5En 1982, el conflicto armado del Líbano se repetía en los titulares y ocupaba gran parte de los comentarios de la prensa universal. Sin embargo, el 2 de abril de 1982, el mundo se despertó con una noticia extraña y desconcertante: las Fuerzas Armadas argentinas abrían un nuevo frente de combate: los soldados habían desembarcado en las Islas Malvinas, un archipiélago perdido en medio del Atlántico Sur, ocupado –usurpado- por los ingleses desde comienzos del siglo XIX, habitado por unas 2.000 personas (los kelpers, hombres que viven en tierras rodeadas por las algas) y que fue objeto de reclamos de soberanía por parte de sucesivos gobiernos argentinos. En 1976, el Comité Jurídico Interamericano, organismo integrado a la Organización de Estados Americanos (OEA), declaró en un comunicado oficial que el archipiélago pertenecía sin duda alguna a Argentina. Ese mismo año, la V° Conferencia de países no alineados se pronunció en el mismo sentido.

6En Buenos Aires, en tanto, los días que siguieron al desembarco fueron confusos. Por un lado, la ocupación da la capital del archipiélago, Puerto Stanley, bautizada “Puerto Argentino”, fue aprobada por la población en un impulso nacionalista que parecía saludar la acción de los militares. En efecto, la reivindicación de la argentinidad de las islas ha sido, y sigue siendo, una constante en la historia diplomática argentina. Es sabido que desde la escuela primaria, los maestros les enseñan a los alumnos a no olvidar nunca la inclusión de las Malvinas y del Atlántico Sud cuando se trata de dibujar un mapa del territorio de la nación.

7Pese a todo ello, pocos días después del desembarco, las manifestaciones populares se transformaron en manifestaciones contra la dictadura. El proceso se aceleró luego de la humillante rendición de las tropas argentinas el 14 de junio de 1982. El naufragio militar, las revelaciones ulteriores acerca de la corrupción y las manipulaciones de los oficiales y los altos mandos, contribuyeron a la caída de la dictadura y al regreso de la democracia.

8Esta guerra de propaganda fue tiempo, hecho característico de toda dictadura, una guerra de censura y de ausencia de informaciones. El gobierno conservador de Margaret Tatcher, que sufría duras críticas en el momento del ataque, salió revigorizado del conflicto ante la opinión pública británica y pudo de ese modo ganar las elecciones de 1983. En América Latina, entre tanto, la guerra despertó los viejos sentimientos anti-coloniales y las manifestaciones de simpatía se multiplicaron a lo largo y a lo ancho del continente y de la islas.

9Con el regreso de la democracia, los impulsos nacionalistas y eufóricos quedaron atrás, y le abrieron el paso a la crueldad de las revelaciones. Los jóvenes soldados argentinos, militares no profesionales que provenían de las regiones más pobres del país, sin contar con el equipamiento necesario para ocupar un archipiélago con temperaturas glaciales, con armas en estado lamentable, tuvieron que enfrentar a un ejército profesional, bien entrenado, que poseía un material de combate moderno y de calidad. La guerra se transformó en una masacre, mientas que en Argentina la población realizaba colectas de solidaridad para ayudar a los combatientes, sin imaginar que los fondos iban directamente a los bolsillos de los militares.

10Esta “Guerra de las Malvinas”, o “Falkland War”, o “Guerres des Malouines et de l’Atlantique Sud” iba a dejar una huella feroz en la conciencia de los argentinos, un marca todavía hoy presente y que sigue suscitando polémicas apasionadas y debates encendidos. Los historiadores hablan, en sus relatos de la historia, de “Generación de las Malvinas”, para mostrar la herida no cicatrizada en la conciencia de los argentinos. El 2 de abril se transformó en el “Día de los antiguos combatientes y muertos de la Guerra de las Malvinas”. Los veteranos de la guerra crearon numerosas asociaciones, cuyos intereses y objetivos son a veces conflictivos y contradictorios. Los hombres políticos han utilizado a estos combatientes para satisfacer sus ambiciones, sin tomar en cuenta la dimensión humana e histórica de la guerra.

11La lectura de la guerra está asociada, tanto en el discurso político, histórico o estético, a la represión bajo la dictadura. Los desaparecidos, aspirados en la espiral siniestra de los militares, se encuentran a menudo en el mismo plano que los soldados muertos y enterrados en las lejanas tierras del archipiélago, en tumbas NN. Los padres y familiares de los desaparecidos, generalmente gente de pocos recursos, no puede costear al viaje hasta las islas, no puede dejar una flor en alguna tumba anónima. Los desaparecidos por la Junta Militar eran arrojados desde aviones en el Río de la Plata o enterrados, como los soldados de las Malvinas, en tumbas anónimas. Los desaparecidos y los soldados muertos son héroes, pero al mismo tiempo víctimas, y esta condición se ha transformado en una de las claves del discurso romanesco para tratar el problema de la guerra y de sus consecuencias, junto a la propuesta de deconstrucción de la figura del enemigo: “dime quien eres, para saber a quién matas”.

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12La vuelta de la democracia y el fin de la dictadura alimentaron una cartografía narrativa centrada en la temática del conflicto. Más de treinta años después de la capitulación militar, esta producción no cesa de aumentar y permite constituir, hoy en día, un corpus considerable: libros de historia, ensayos políticos, reportajes, testimonios de los sobrevivientes o de sus familias, novelas, cuentos, poesía, películas, obras de arte, canciones…

13En el ámbito que nos ocupa, la literatura, se nota que varios escritores tocaron directamente este tema. Algunos, como es lógico, cayeron en la trampa cerrada del panfleto, pero muchos supieron ligar este episodio negro a otros avatares de la miserable “juntita” militar, para producir relatos que conforman una precipitada y por momentos límpida reflexión estética acerca de las relaciones entre realidad y ficción, entre historia y memoria, entre discurso y horror, entre política e identidad, entre el espejo y nuestro propio rostro.

14Me contentaré, aquí, de citar, de manera desordenada, algunas novelas que me parecen representativas de esta producción, sin tener le pretensión de constituir un corpus. Esto merecería una toma de posición ideológica –que no eludo, pero que exigiría una larga reflexión acotada- y una selección.

  • Los Pichiciegos (1983) de Fogwill, que cuenta la historia de un grupo de soldados argentinos que se esconden en un túnel subterráneo para no tener que enfrentarse a los ingleses)

  • Arde aún sobre los años (1985) de Fernando López

  • A sus plantas rendido un león (1986) de Osvaldo Soriano

  • Las Islas (1999) de Carlos Gamerro (texto que trata de un juego video sobre la guerra y en el cual los argentinos siempre salen victoriosos)

  • Kelper (1999) de Raúl Vieytes

  • Una puta mierda (1997) de Patricio Pron

  • La balsa de Malvina (2012) de Fabiana Daversa

  • Trasfondo 2012) de Patricia Ratto

  • Las otras islas (2012), en este caso una antología de relatos y cuentos (Marcelo Birmajer, Liliana Bodoc, Pablo de Santis, Juan Forn, Inés Garland, Pablo Ramos, Eduardo Sacheri, Patricia Suárez, Esteban Valentino).

15A sus plantas rendido un león retoma un verso del himno nacional argentino. La letra fue escrita en 1813 por Vicente López y Planes, es decir tres años después de la independencia del 25 de mayo de 1810. El texto, como es dable en la época, guarda una fuerte connotación anti-española.

16Sin embargo, el presente siempre cuestiona el pasado. El himno fue sometido a relecturas y visitas, a opiniones y controversias. Así, a finales del siglo XIX, el gobierno argentino alentó el flujo inmigratorio europeo. Entre los que llegaban al extremo sur, había un número importante de españoles. Esta colonia que se integraba a un territorio prometedor y en expansión económica, no apreciaba las palabras del himno compuesto por Vicente López y Planes, y por intermedio de varias asociaciones de inmigrantes presionó al gobierno de la oligarquía de la época para que cambiaran las palabras del himno patrio.

17La historia es, entre otras cosas, un asunto de poder y de dinero. En 1900, el presidente –y general- Julio Argentino Roca, que había inspirado y dirigido la campaña del desierto que masacró a los indígenas del sur para unificar el territorio nacional, aprobó la demanda de los españoles y pronunció un decreto que borraba los versos más ofensivos del himno. Hoy en día, pocos argentinos conocen el verso “A sus plantas rendido un león”, que inspiró el título de la novela de Osvaldo Soriano.

18Desde el comienzo de la novela, el novelista argentino aludo a un sentimiento patriótico y anticolonial, pero ya no se trata de criticar a España, sino a Inglaterra, que con un comportamiento caricaturesco e imperialista quiere conservar el control de las Malvinas. Recordemos que esa misma Inglaterra había fracasado en dos oportunidades en su tentativa de ocupar Argentina (en 1806 y 1807).

19El tema tratado en el texto, la Guerra de las Malvinas, reviste un carácter solemne, reciente y, en el momento de la publicación del libro, como decíamos más arriba, había sido objeto de un tratamiento dramático –que no se ha atenuado con el paso de los años- por parte de novelistas e historiadores. Ahora bien, la originalidad del aporte sorianesco es el tono claramente burlesco que se manifiesta desde las primeras páginas y que se acuerda con el diapasón de su poética.

20Del mismo modo, en sus novelas anteriores, prohibidas en Argentina hasta el regreso de la democracia, como No habrá mas penas ni olvido, que rescataba las letras de un tango interpretado por Carlos Gardel (1979) y Cuarteles de invierno (1981), Soriano localizaba la acción en un pueblo imaginario de la pampa, Colonia Vela.

21El narrador evocaba, en esos espacios apretados, los conflictos políticos que conmovieron al país en los años 1970 y 1980: el enfrentamiento armado entre diversas tendencias del Partido Justicialista y la dictadura militar. El pequeño universo de Colonia Vela –en el que todos se conocían- era pues el escenario en el que explotaban los conflictos nacionales a gran escala.

22En A sus plantas rendido un león, la acción se ubica no en la Pampa, sino en un minúsculo Estado imaginario del centro de África –Bongwutsi-, lejos de las cartas, perdido en el mapa. Este territorio –como una marca del colonialismo europeo en el continente africano- es gobernado por un emperador y dictador, pero es en realidad el viejo poder opresivo inglés el que controla la situación y dicta los rumbos de la vida política y económica.

23En la capital polvorienta de este pobre Estado se encuentran una serie de representantes –unos loosers- de viejas potencias: Francia, Italia, Alemania, Unión Soviética y, también, un argentino, enviado por error de la burocracia de un país absurdo, a esa región olvidada y miserable, para abrir una… oficina de turismo. Olvidado en las entrañas de la burocracia de la administración argentina, Faustino Bertoldi sobrevive allí, no sin antes haber usurpado –en el país del acomodo- la identidad del ex cónsul, que se fue en busca de un destino mejor. Bertoldi consigue cobrar su sueldo gracias a la autorización del embajador británico, que todos los meses firma los documentos en el banco para que el impostar reciba el dinero.

24Comparado con el lujo en el que viven los blancos colonizadores, Bertoldi se encuentra, como su Argentina natal, en una situación económica crítica. El local del consulado –que es también la residencia del protagonista- se halla en lamentable estado, el césped que debería rodear la casa está lleno de yuyos. Los símbolos patrios se derrumban como flores marchitas, como la bandera nacional, descolorida (durante la guerra, el dictador ocasional, Leopoldo Galtieri, declaró: “Jamás la bandera británica no va a flamear en los tanques argentinos). En la casita de Bertoldi, al no tener fotos del presidente, el modesto cónsul cuelga el retrato de Carlos Gardel –que un militar de Bangwutsi confunde con el presidente y le rinde homenaje.

25Entre la maraña de símbolos, que el narrador enlaza para mostrar el caos y la pérdida de valores, se suceden el general San Martín, la Virgen de Luján, patrona de la Argentina, que concentra los sentimientos de patria y de religión necesarios –según el lenguaje de los políticos- para la cohesión nacional.

26Bertoldi es dijimos un perdedor, pero el tiempo de la revancha acaba por llegar para él. En efecto, la acción de la novela tiene lugar a principios del mes de abril de 1982, en momentos en que las tropas argentinas desembarcaban a Malvinas. El cónsul, viudo, se ha transformado en el amante de Daisy, la esposa del embajador inglés, mujer que se aburre desesperadamente bajo el sol ardiente de Bongwutsi. Como en sus libres precedentes, Soriano confronta el microcosmos –en este caso del país africano, con sus diplomáticos caricaturescos y su pueblo que subsiste en miserables condiciones- con el macrocosmos –el conflicto internacional provocado por la invasión en el Atlántico Sud.

AL SEÑOR CÓNSUL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA EN BONGWUTSI
Ante la salvaje agresión sufrida por la corona británica, Mister Alfred Burnett hasa saber al señor representante de la República Argentina en Bongwutsi, que el Reino Unido se dispone a defender por todos los medios lo que por legítimo derecho le pertenece. El honor y la virtud de la Corona serán preservados. El señor Cónsul de la República Argentina deberá abstenerse en el futuro de todo acto que pudiera ser considerado sospechoso, pérfido o agresivo. Mr. Burnett ha ordenado a las tropas de su Majestad que establezcan una zona de exclusión de 200 metros en torno a la embajada de Gran Bretaña. Dentro de ese perímetro, todo súbdito argentino será declarado persona no grata y tratado en consecuencia.
DIOS SALVE A LA REINA
Mr. Alfred Burnett, Embajador de Gran Bretaña (Soriano 1986: 16)

27Olvidados por el mundo, puesto que en el fondo todos los extranjeros que residen en Bongwutsi son loosers confinados en el margen de la historia, los diplomáticos se libran en el país africano a una parodia de guerra: el embajador inglés instaura una “zona de exclusión” en el barrio residencial donde residen los foráneos, le declara la guerra a Bertoldi y hace alianzas con otros colegas. El cónsul es un excluido entre los excluidos. Incluso su amante se niega a encontrarlo.

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28En medio de este cuadro burlesco, que deconstruye por medio del ridículo la figura del enemigo y del combatiente, Soriano propone una primera reflexión sobre los riesgos de los nacionalismos y de los fanatismos. Como en sus otros textos, el quiproquo es una figura que permite cargarle las tintas a las situaciones ridículas, tratadas con una distancia que provoca la sonrisa, pero que no por ello abandona su carácter patético. De tal manera, el cónsul argentino, que al principio no está al tanto de la ocupación de las islas, cree que si el embajador inglés le declara la guerra es porque está al tanto de sus relaciones con Daisy. Esta mezcla entre vida privada y vida pública es el origen del quiproquo, que lejos de ser superficial aclara la idiosincrasia profunda de argentinos y británicos. La guerra se teatraliza y el lector asiste a tomas de posición extremas que son verdaderas radiografías de comportamientos. Bertoldi, por ejemplo, reacciona como un argentino de clase media que se deja llevar por sentimientos patrióticos extremos. En vez de jugar perfil bajo como le exige el arrogante embajador británico, el cónsul sudamericano se pregunta cómo habría reaccionado el general San Martín en tal situación. Como un héroe intrépido, Bertoldi toma la iniciativa: pone en su decrépito tocadiscos la marcha militar Aurora y se embarca en un operativo militar suicida que le permite penetrar en la zona de exclusión y plantar la bandera argentina en la residencia del embajador inglés. Así, Bertoldi concluye una alianza con un revolucionario irlandés del IRA, cuyo objetivo vital es oponerse a todo aquello que tenga un aire inglés en el planeta. Se encuentra en Bongwutsi para apoyar al líder opositor Quomo, que prepara una rebelión popular para derrocar al emperador e instaurar una república socialista.

29En efecto, junto a la historia principal de la diégesis, Soriano despliegue una segunda aventura: la vida de Quomo, un revolucionario ex presidente del país, que prepara su regreso luego del exilio en Europa. Integra a su proyecto a otro looser argentino, un guerrillero residente en Suiza y que lo apoya en su proyecto de regreso al país natal. Soriano juega sobre el lugar común y las caricaturas que definen con criterios eurocéntricos a los países europeos: “… la idea que seguimos teniendo de África como el fin del mundo se une con ese otro fin del mundo que son las Malvinas”).

30En tal marco, el nacionalismo del cónsul Bertoldi tiene un carácter infantil. Sus reacciones están codificadas y parecen responder a un modelo educativo que marca los contornos de una identidad nacional (símbolos patrióticos exacerbados, comportamientos que remiten a modelos heroicos, ciega pasión por el fútbol). Ahora bien, este carácter inmaduro y que despierta censuras en los adultos, tiene al mismo tiempo aristas míticas, ya que las evocaciones de la infancia son tomadas como modelos de pureza y de inocencia. Rescatan así el fondo utópico que elabora toda construcción imaginaria, en este caso la nacionalidad. Así, el cónsul se libra a la propaganda patriótica ante los obreros negros de la municipalidad, en diálogos imprevisibles que hacen sonreír:

Los negros lo observaban en silencio; el más joven le alcanzó una botella de agua y le indicó un cajón para sentarse.
Coche roto- dijo el que tenía una sola oreja.
-No- Bertoldi movió la cabeza.- Guerra.
-¿Guerra? ıOtra vez?- los peones se miraron entre ellos, inquietos.
-No, no aquí. Guerra mía- se tocó la escarapela y sonrió al escucharse hablar.- Argentina invadió Malvinas. (pp. 25-26)

31Soriano obtiene por medio de la ironía y del humor una deconstrucción de los mitos nacionales. Enumera sus elementos constitutivos y los despliegue en el tablero romanesco. Bajo la forma de la parodia, declina los elementos esenciales de las construcciones identitarias (educación, discurso histórico, representaciones icónicas, símbolos) y los lanza a las aguas turbias de la historia. La imagen que sale de todos esos filtros no es reconfortante: dominan los fanatismos, los esencialismos ocupan el primer plano, en detrimento de la razón y de la inteligencia, de la comprensión de la alteridad. Nos queda, empero, la sonrisa de la infancia y la utopía.

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Bibliografía

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Bouillaguet, Annick, L’Écriture imitative : pastiche, parodie, collage, Paris : Nathan, 1996.

Genette (Gérard), Palimpsestes : la littérature au second degré, Paris : Éditions du Seuil, 1982.

Ponce, Néstor, « Soriano : lógica y absurdo por una libertad », en: Chile-América, n° 78-79, Milano, abril – junio, 1982; p. 38-39).

Ponce, Néstor, « Género, parodia y tipología de los personajes en Triste, solitario y final y El ojo de la patria de Osvaldo Soriano », en: Cuadernos Angers-La Plata. La Plata, Argentine, n° 1, décembre 1996; p. 9-25).

Ponce, Néstor, “Azar y derrota: el fin de las ilusiones en Una sombra ya pronto serás de Osvaldo Soriano”, en: Hispamérica, n° 89, Maryland, 2001 ; p. 29-41).

Soriano, Osvaldo, A sus plantas rendido un león, Buenos Aires : Sudamericana, 1986.

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Para citar este artículo

Referencia electrónica

Néstor Ponce, «Osvaldo Soriano : La crónica del tiempo presente»Amerika [En línea], 15 | 2016, Publicado el 25 diciembre 2016, consultado el 05 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/7828; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.7828

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Autor

Néstor Ponce

Université Rennes 2, ERIMIT 4327
nestorponce35@yahoo.fr

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