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Dossier "Coup d'état en Argentine et Guerre des Malouines"
Coup d'État : militaires, résistants et artistes

Cuerpos ausentes y horror

Alicia Montes

Résumés

El presente artículo se propone analizar los sentidos abiertos, por el libro de poemas Desapariencia no engaña del escritor argentino Néstor Ponce, en torno al tema de los detenidos-desaparecidos por el terrorismo de Estado en Argentina (1976-1983). Así, el análisis se centra en la resignificación que llevan a cabo los poemas al presentar el horror, desde la perspectiva del presente. En este sentido, el artículo organiza su lectura a partir de la idea de instalación, característica del arte conceptual contemporáneo, y de sinécdoque, porque la mirada poética sobre el pasado, que lleva a cabo el lenguaje, hace presente los cuerpos desaparecidos a través de sus voces, contextualizadas en la realidad de los campos concentracionarios de la dictadura. Esas voces rompen la clausura y el silencio para afirmar su existencia, los afectos, la pasión, los recuerdos de la vida vivida y no solo para dar testimonio de la crueldad y la muerte. Establecen un discurso polémico entre ausencia y presencia, encierro y libertad, borramiento y memoria, constituyendo una heterotopía de desvío. N. Ponce baja a los infiernos, como Ulises, para hacer hablar a los encapuchados, los trasladados, los torturados, los masacrados, los desparecidos y con esos relatos construye un memorial fragmentario sobre la experiencia histórica singular de esas vidas arrebatadas.

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Texte intégral

como para decir que soy de aquí

definitivamente

de esta franja escarlata de luna

Néstor Ponce

  • 1 El exsecretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Darío Lopérfido, en (...)

1El significado político de los textos literarios muta a lo largo de la historia de acuerdo a la transformación del marco que les da sentido en cada coyuntura. Por ello, en la perspectiva estética de la contemporaneidad, las fronteras que delimitan el lugar de lo “irrepresentable del horror” resultan indecidibles. Así, en la Argentina de hoy, no se puede determinar con certeza si lo insoportable son las imágenes y las palabras que intentaron narrar los efectos de un poder homicida, o, por el contrario, el silencio y el espacio en blanco que deja lo callado, y lo invisibilizado, en el relato de la historia que quieren volver a imponer los discursos hegemónicos, poniendo en duda la existencia de 30.000 desparecidos, o volviendo a categorizar como guerra sucia el accionar terrorista de Estado1.

  • 2 La borradura de la diferencia original/copia tiene su correlato en la erosión de las fronteras entr (...)
  • 3 Adriana Cavarero en Horrorismo. Nombrando la violencia contemporánea (2009:30-34) propone el términ (...)
  • 4 Según Rita Segato (2013:20-22), la violencia expresiva no tiene finalidad instrumental, no es un me (...)

2En este sentido, el conjunto de poemas pertenecientes a Desapariencia no engaña (2010) de Néstor Ponce, leídos no solo como hecho poético sino también como “arte conceptual” que pone foco en la idea (el horror desde la perspectiva del inerme) y no solo la ejecución de la forma, hacen presente el pasado signado por la dictadura (1976-1983) a modo de “instalación”2, a través de un lenguaje lírico que al mismo tiempo que diseña un mundo carcelario teñido de horrorismo3. En ese mundo, polemizan las voces de los detenidos-desaparecidos con la violencia expresiva4 de los comunicados y el accionar de la dictadura, pero el foco está puesto en las voces singulares que posibilitan la recuperación metafórica de sus cuerpos, de sus existencias, de sus deseos y pasiones, y de sus historias. Este entretejido que erosiona las fronteras literatura-arte-vida, permite revisar, en sus tensiones, los vínculos entre horror, ausencia, palabra y cuerpo.

3En efecto, a partir de una memoria re-construida en el exilio que trabaja con reliquias y fragmento de la experiencia histórica de aquella parte de la sociedad argentina que el poder soberano de un gobierno de facto totalitario decidió aniquilar en nombre de la salud y el bienestar de la parte sana de la Nación y la salvaguarda de sus Instituciones, Néstor Ponce abre un espacio en el que los cuerpos silenciados, negados, destinados al borramiento y la destrucción, cobran visibilidad y consistencia carnal para dar testimonio de su existencia, a través de sus pasiones, sus afectos, sus miedos, sus ideales. Se organiza, de esta manera, un memorial hecho de huellas, de recortes autobiográficos, de imágenes, que permite, por metonimia, restituir la consistencia carnal a la vida espectral de quienes permanecen aún ni vivos ni muertos.

4El imaginario que se corporiza en la palabra poética se ubica en la posición discursiva de los sobrevivientes para rescatar el legado de unas existencias negadas, y construir una memoria colectiva en la que se recupere lo borrado, lo silenciado. Los poemas no brindan tanto un testimonio de la violencia y la muerte de la dictadura, como de la vida vivida. Restituyen el contínuum interrumpido entre las diversas generaciones de argentinos y sus vínculos. Rescatan el valor de esas existencias arrebatadas por la violencia de Estado con cruel y puntillosa racionalidad para impedir la negación de lo que fue, el ocultamiento de la historia, el borramiento de los lazos afectivos.

5Así como en el canto XI de la Odisea, Ulises desciende a los infiernos y, en lo más profundo del el averno, oye las voces de sus compañeros muertos, que le permiten des-ocultar una verdad esquiva y percibir finalmente el sentido de su experiencia y la necesidad de transmitirla, la voz poética que nos interpela en Desapariencia no engaña desanda el camino del tiempo para construir en el pasado un espacio escriturario a través del cual puedan volver a oírse las apasionadas voces de los prisioneros de los campos de la dictadura cuyos cuerpos fueron condenados a una ausencia fantasmal, sin tumba, sin epitafio, y sin duelo.

  • 5 Utilizo esta palabra con los sentidos que abre para ella el trabajo de Étienne Balibar (1995), en e (...)

6De ahí el sentido del título de estos poemas, que juega con la potencia de la palabra para sugerir el descorrimiento del velo de lo aparente, la desaparición de los cuerpos, y la irrupción de una verdad histórica que el lenguaje poético revela “no tal como ha sido, sino tal y como relumbra en el instante de peligro” (Benjamin, 1994: 180). Por ello, existe una relación de capilaridad entre el uso de la sinécdoque como figura dominante, la prolija estructura espacial que articula los poemas, y su carácter de “instalación” discursiva que desdibuja las fronteras entre las palabras y las cosas. Estos dispositivos estéticos hacen posible presentar lo que se consideraba irrepresentable, el horror y la crueldad5 extremos sobre el inerme, a partir de un tejido fragmentario y lleno de lagunas que convierte la palabra poética de los detenidos-desaparecidos en un punto de fuga en el que, en tanto redistribución de lo perceptible, estética y política se funden. Por ello, se confiere consistencia carnal al cuerpo ausente, y se ilumina la vida vivida, en un universo cercado por la muerte y la tortura.

7En Desapariencia no engaña se escenifica la tensión entre la experiencia histórica de los campos concentracionarios y la desaparición de personas durante la dictadura militar argentina (1976-1983), y la recuperación poética de la figura de los detenidos-desparecidos, a través de sus voces. Esta operación da consistencia corpórea al cuerpo ausente en una superficie escrituraria donde confluyen pasado y presente, y en la que los objetos estéticos (tropos, juego con los espacios, grafías, signos, palabras, guiños intertextuales) cobran densidad de verdad histórica. Así, la materialidad de los cuerpos está ausente pero no sus voces ni sus historias que se inscriben en el polémico espacio de la memoria colectiva, a partir una operación que elige la sinécdoque y el encuadre de la referencia puntual al nombre de los diferentes campos concentracionarios de la dictadura, acompañada de una fecha precisa, para generar un territorio estético donde voz y vida se igualan y, por ello, lo desaparecido, el cuerpo, se anula: “Van ardiendo los caminos de la retina/desfilan carnavales de recuerdos en llamas/Te espero amor te espero/Para compartir los jugos de este tiempo” (Ponce:10).

  • 6 Michel Foucault (1994) da el nombre de “heterotopía” al espacio concreto que se inserta en los empl (...)

8En otro de los poemas, “Variaciones. (Recuerdos)” (26) el discurso poético yuxtapone fragmentos de una memoria desgarrada por la violencia y la opresión para restituir las imágenes de lo amado, briznas de recuerdos que se vuelven más ciertas que la vivencia del aislamiento y la oscuridad determinada por la tortura de la capucha, (“respiración/ ángulo herido/ cabeza en capucha/ negrura mía”). De esta manera, la voz del prisionero desafía la desubjetivación y la clausura que imponen las coordenadas espacio temporales del “Campo de concentración La Cueva”, y la fecha “1976, mayo” y hace estallar los límites del lugar fijo del cuerpo para construir la heterotopía6 de una hendidura en la que la libertad se hace posible: “abierto crujiente/ hendido /haciadelanteatrás/ verso”.

9El encuadre de la instalación y la sinécdoque, como figuras estructurantes del sentido, a modo de cinta de Moebius, y paradójicas entre sí, en tanto pueden señalar el espacio-tiempo del campo concentracionario, como el de la resistencia y la libertad, conjuran los efectos de la política inmunitaria de la dictadura (Esposito, 2011). Como trasfondo siniestro del mundo familiar, en los poemas, pueden vislumbrarse las operaciones con las que se intenté despojar de humanidad a los prisioneros, volviéndolos seres inermes por medio de la tortura y el aislamiento, para luego convertir sus cuerpos en mera carne, en material desechable, zoé y no bíos: “soy un soldadito de plomo sin pintura/descabezado abandonado en tanta noche” (Ponce: 8).

10La voz singular de cada cuerpo encerrado en un espacio y un tiempo concretos, resiste el aislamiento y la muerte, negándose a aceptar los simulacros espectrales con los que se quiere destruir la experiencia de vida y el sentido de pertenencia al mundo de lo humano singular. El poder totalitario quiere convertir la violencia en único lenguaje posible pero este intento es erosionado, colonizado por la pasión vital que se aferra al recuerdo, a la sensorialidad del cuerpo, a lo que está presente, porque no puede ser confiscado: la existencia vivida, y la conciencia de esa vida. Por eso, la voz es el lugar donde se atesoran, se coleccionan, las historias, los objetos convertidos en reliquias, y la presencia de los seres queridos. Hay un grito que no se quiebra, que se eleva por encima de capuchas y de muros, más fuerte que el gemido animal que provoca la tortura, para afirmar la consistencia del cuerpo y sus imaginarios, en contra de las estrategias que intentan suprimir todo resto de humanidad en los prisioneros.

Trazo
Campo de concentración
Hidráulica de Córdoba, 1978, mayo
bajo la capucha repito
que no toda rosa
es sueño
pronuncio
que no todo tacto
se duerme entre los dedos
que no todo es ausencia
en la fotografía (35)

11La voz poética, hecha cuerpo, en Desapariencia no engaña de Néstor Ponce, desanda el camino del tiempo para redimir el pasado, con un gesto que se asemeja al del Angel de la Historia, y transforma lo que el terrorismo de Estado construyó fríamente como desecho arrojado al mar, tumba NN, fosa común, singularidad estallada y mutilada, en cuerpo vivo en su unicidad de persona. Esas existencias abandonan, así, toda apariencia fantasmal, vibran, violentan la ley que las calló y la muerte, para dar nombre a sus afectos, y denunciar lo silenciado, en la cadencia que las hace poesía: “veníte hasta mi capucha para ver/estos pobres rastros de amor sobre la noche/ después/quedáte en silencio sigilosa/y hablá muy bajito hasta ubicar/de qué lado vienen/las víboras que reptan el país” (33).

12El verso, la palabra, el tono, el acento vuelven a ser sangre vertida, tortura, encierro, silencio, soledad absoluta, pero, y sobre todo, lucidez en un universo de ciegos. En esos signos de lo humano no solo hablan el dolor y la pérdida, con ellos se entreteje aquello que no podrá ser borrado: el amor, la historia personal, los objetos y los gestos de la vida cotidiana. A ese memorial, en el que el deseo y la vida impiden el silencio y la ausencia, se adhiere la poesía de Néstor Ponce, como una hiedra indestructible, para convertirse en ética de memoria. Entre los barrotes, y en la oscuridad siniestra del nombre de cada uno de los campos cuyo territorio hace estallar el poema, emerge la palabra libre, anhelante, apasionada, victoriosa: “Los militares/ […] se llevaban la sed encapuchada/arrinconaban las ilusiones/de negro pintaban el futuro/y entre tantos objetos personales/la memoria la memoria/se les escabulló/les hace pito catalán/desde las entrañas del sueño/ni olvido ni perdón”(28).

13No es casual que el primero de los textos que sirve de pórtico al resto de los poemas, “Radio encendida”, se decline como polémica entre espacios y discursos contradictorios: la voz que cuenta una historia en términos metafóricos (“Había una vez un grillo/lleno de dientes la cabeza/pobre bicho loco/mordía ha roto corazón/ y lo partieron por el medio”) y el discurso unidimensional de los ‘Comunicados de la Junta Militar”. De este modo se establece un contrapunto entre: espacio-cerrado/ espacio-abierto; palabra emocionada-libre/palabra-clausurada del poder, entre medio del cual la voz-cuerpo del yo poético prolifera en transformaciones (grillo-pajarito-rana-río) para declarar la ruptura de todo límite y la obstinada resistencia de la vida, a pesar de la electricidad que atraviesa el cuerpo en la tortura, de las mutilaciones, de los bombardeos, y de la negación.

14Al cuerpo inerme del torturado, del masacrado, el discurso poético opone el estallido de la vida, el grito, la proliferación vital fuera de control, el devenir sin final. La violencia sobre los cuerpos, no puede detener la palabra que una y otra vez retorna, pone en crisis, erosiona, o se burla de los “Comunicados de la Junta Militar”, anunciado el regreso y el fin de la pena y del olvido como el tango de Gardel y Lepera.

[…]
Del medio del grillo salió un pajarito
volaba a loco corazón
le dieron electricidad
lo abrieron por la mitad
por las plumas
por el canto
(la radio decía: “cuando yo te vuelva a ver”) (5-6)

15En su generosidad polifónica, los poemas dejan que en las voces heridas de los encapuchados, los trasladados, los arrojados al río, los torturados, los mutilados, se entretejan otros discursos para que la extensión del lenguaje haga callar el relato de la violencia y atraviese todos los estratos del tiempo y del espacio. Así, la cita de la palabra barroca de Quevedo y el desgarramiento neobarroco de Lamborghini, entre otros, dicen cómo el amor puede ser más fuerte que la muerte, o escenifican el tajo y el trozamiento del cuerpo; o la canción popular como “Rezo una pequeña plegaria”, y el tango “Volver” evocan la música de un mundo compartido, de una juventud que fue, y que se reconoce en la lucha política pero también en las cosas comunes de la vida cotidiana y en los afectos que vuelven menos inhóspito el espacio del encierro y lo cubren de presencias amadas.

[…]
En este hueco
desde este precipicio
enmurado y roto grito
el amor no muere jamás
nunca jamás el amor muere
no muere nunca jamás (7)

16Canto esperanzado en medio de la desesperanza y la clausura, resistencia al olvido, evocación del cuerpo presente y vivo en un pasado marcado por la ausencia del cuerpo y la muerte, el poema fluye: no hay nada que pueda impedir el continuo de un movimiento que rompe las operaciones del poder para acallar la historia con un plan macabro que creyó que bastaban la violencia, la desaparición, la mentira y el silencio para borrar los signos de la lucha, de la utopía, y del nombre. La palabra poética certifica que solo se muere si hay olvido, si la voz desaparece:

Todo paredón rompe las cadenas
Desnuda rugiente un látigo tenso
soy un ión de carne que suspira
todo el amor del mundo todo (12)

17La poesía, en esta instalación que enmarca estos relatos fragmentarios de voces libres en un mundo de encierro, de muerte y de ausencia, proclama que la palabra construye memoria porque el hechizo de la escritura permite traspasar el límite del espacio y del tiempo, descender al infierno para robar la vida arrebatada y reconfigurar el orden de lo decible y de lo imaginable. La escritura-monumento, devenida archivo de memoria, certifica que esas existencias no fueron en vano, que toda vida vale en su inmanencia, y que la voz, en tanto heterotopía, puede ser territorio de sueños, de deseos, de pasión, un cuerpo presente que refuta el relato que el poder quiso imponer como historia oficial:

[…]
la memoria la memoria
se les escabulló
les hace pito catalán
desde las entrañas del sueño
ni olvido ni perdón (28)

18En Desapariencia no engaña, título de la primera versión de estos poemas (2010) o Désapparences, la edición bilingüe (2013) posterior, Néstor Ponce, con la forma estética característica de las instalaciones, borra la diferencia entre vida y poesía, trama un discurso polifónico para reconstruir la imagen cierta, contundente, e imborrable de lo que se hizo desaparecer para negar el horror de la dictadura: el cuerpo. Con ese gesto poético, construye en el presente un epitafio-memorial que restituye el derecho a la tumba de los cuerpos, haciéndolos presentes. Esos cuerpos se vuelven monumento, recordatorio, de una experiencia cuyos sujetos la violencia del poder, quiso excluir del mundo de lo pensable, de lo imaginable, y de lo memorable, como si no hubiesen existido. Sin embargo en los mismos campos en los que se tramó su aniquilación, se restituye la justicia de un regreso a través del eco de sus voces. Esos ecos atravesados por el lenguaje poético no solo son voz recuperada sino grito de vida, cuerpo que afirma con su sola presencia que esas existencias no fueron en vano, y hacen posible elaborar el duelo.

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Bibliographie

Fuentes primarias

Ponce, Néstor, Desapariencia no engaña. Buenos Aires: El suri porfiado: 2010.

Fuentes secundarias

Balibar, Étienne,“Violencia, identidad y crueldad”, en Violencias, identidades y civilidad. Para una cultura política global, Barcelona: Gedisa, 2005.

Benjamin, Walter, “Tesis de filosofía de la historia”, en: Discursos interrumpidos, Barcelona: Planeta-Agostini, 1994.

Cavarero, Adriana, Horrorismo. Nombrando la violencia contemporánea, México: Anthrophos, 2009.

Esposito, Roberto, “El paradigma de la inmunización”. En Bíos, Buenos Aires: Amorrortu, 2011.

Groys, Boris (2008), Tropología del arte contemporáneo, en Antinomies of Art and Culture. Modernity, Postmodernity,Contemporaneity, New York: Duke University Press. Disponible en: http://www.rojas.uba.ar/lipac/biblioteca/groys.pdf.

Segato, Rita, La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez., Buenos Aires: Tinta y limón ediciones, 2013.

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Notes

1 El exsecretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Darío Lopérfido, en una entrevista radial afirmó que la cifra de treinta mil desaparecidos era inexacta y que solo obedecía al interés por cobrar subsidios. Posteriormente en la audiencia de mediación con Mabel Careaga y Héctor Francisetti, familiares de víctimas del terrorismo de Estado, “el ex ministro de Cultura porteño Darío Lopérfido volvió a sostener que los detenidos-desaparecidos no fueron 30 mil y que ése fue un número que ‘se arregló en una mesa chica para cobrar subsidios´’. A través de su representante legal, Ignacio Falcón, que además de esas declaraciones dijo que “Hebe de Bonafini” (sic) era una “terrorista”, y que los “jovencitos” desaparecidos en la última dictadura cívico-militar “tampoco eran tan santitos”. Diario Página 12, miércoles 31 de agosto de 2016. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-308188-2016-08-31.html Por otra parte, el presidente de la República Argentina, Mauricio Macri, en una entrevista con el sitio estadounidense BuzzFeed, llamó "guerra sucia" a la última dictadura, para luego afirmar que “ ‘no’ tiene ‘idea si fueron 9 mil ó 30 mil’ los desaparecidos porque ‘es una discusión que no tiene sentido’ y remarcó que ‘la mayor prioridad’ del Gobierno son los derechos humanos del siglo XXI.” Diario La Capital, miércoles 10 de agosto de 2016, disponible en http://www.lacapital.com.ar/macri-llamo-guerra-sucia-la-ultima-dictadura-y-dijo-desconocer-si-eran-9-mil-o-30-mil-los-desaparecidos-n1206372.html

2 La borradura de la diferencia original/copia tiene su correlato en la erosión de las fronteras entre realidad/literatura; documento/monumento. La instalación es un modo de hacer, una técnica, de relocalización topológica a través de la cual se extrae la “copia” de un objeto de su contexto de circulación habitual y anónimo, para recolocarla en un nuevo marco cerrado y estable, en un aquí y ahora definido que restituye su condición de “original” o de “verdad”. La instalación convierte aquellos elementos, que recorta y recontextualiza, en “iluminaciones profanas” que hacen visible lo invisibilizado y reconfiguran las relaciones entre los cuerpos (Groys, 2008:4).

3 Adriana Cavarero en Horrorismo. Nombrando la violencia contemporánea (2009:30-34) propone el término “horrorismo” para designar el lugar de una mirada que traza una línea de tensión con el paradigma de la guerra (Hobbes, Schmitt, Foucault), en el que pone el acento en los enfrentamientos, en la relación amigo-enemigo, la violencia y la crueldad de la dialéctica poder/contrapoder, para rescatar la figura de los “inermes”, es decir aquellos seres humanos vulnerables que fueron despojados de toda posibilidad de defensa a través de la tortura, y una serie de estrategias propias del poder soberano que tienen como finalidad “el crimen ontológico”, esto es, arrebatarles su condición de personas singulares, para reducirlos a la inhumanidad y al estado de cosa.

4 Según Rita Segato (2013:20-22), la violencia expresiva no tiene finalidad instrumental, no es un medio para un fin concreto (intimidar, controlar) sino un lenguaje que expresa el control absoluto de una voluntad sobre otra, por ello sus formas más evidentes son la tortura, la violación y la colonización de la víctima para que ella se convierta en el escenario de la dominación. La violencia expresiva necesita reproducir la muerte pero más que nada sostener con vida a las víctimas para que en su cuerpo se escriba el poder absoluto de su voluntad.

5 Utilizo esta palabra con los sentidos que abre para ella el trabajo de Étienne Balibar (1995), en el que establece una dialéctica fundante entre las ideas de poder, violencia y crueldad, señalando que la crueldad es ese resto inherente al ejercicio de la violencia estatal, innecesario y no mediado, que produce goce. Estoy haciendo referencia puntualmente a la experiencia histórica de la tortura y desaparición de personas durante la dictadura militar argentina (1978-1983) que eufemísticamente el Gral. Videla denominó “excesos”.

6 Michel Foucault (1994) da el nombre de “heterotopía” al espacio concreto que se inserta en los emplazamientos de la vida social y sus relaciones, para establecer un territorio de desvío, una utopía concretada.

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Pour citer cet article

Référence électronique

Alicia Montes, « Cuerpos ausentes y horror »Amerika [En ligne], 15 | 2016, mis en ligne le 25 décembre 2016, consulté le 05 novembre 2024. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/7694 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.7694

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Auteur

Alicia Montes

Universidad de Buenos Aires
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