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Pesimismo histórico y pensamiento apocalíptico en la narrativa de Roberto Bolaño

Malva Marina Vásquez

Résumés

Frente a la visión apocalíptica de cuño optimista de las utopías políticas y religiosas, en las que la catástrofe social y/o natural abría el advenimiento de un nuevo mundo, en la narrativa de Bolaño asistimos a un tipo de Apocalipsis “postmoderno” (Kumar). Esto es, de pesimismo histórico, ya que su narrativa mediante la experiencia de lo absurdo muestra una crisis de historicidad que revela la barbarie del mundo contemporáneo. Dicha visión del autor es homologable a la crítica de Adorno a la metafísica falso-optimista que hizo posible a Auschiwtz.

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Texte intégral

… comienza entonces el Juicio Final, y su Visión es contemplada por el Ojo imaginativo de Cada Uno según la situación que ocupe.

William Blake

1El epígrafe de Blake - un autor clásico de la literatura visionaria, quien a través de sus libros proféticos intentaba escribir su “Biblia del infierno” - es significativo para iluminar el sentido de la narrativa de Roberto Bolaño. En efecto, este pre-texto apunta hacia el contexto de enunciación del escritor, entregándonos la perspectiva desde la cual su “Ojo imaginativo” nos regala una particular visión apocalíptica de la historia. Nos interesa en este escrito visibilizar la estrecha relación que se da entre la particular visión apocalíptica del autor y su proyecto literario, al que entenderemos como una “política de la memoria” del daño. Esto porque, como veremos en este escrito, su proyecto se propone cubrir en forma global los diversos tipos de holocaustos de la historia mundial del siglo XX, entregando con ello “una alegoría de la modernidad” (Lynd). Sharae Deckard, al respecto, propone entender el tejido urbano de 2666 como

(…) sistemáticamente, histórico-mundial, una semiperiferia particular (Ciudad Juárez) y una coyuntura histórica particular (el capitalismo tardío del milenio) con un vasto alcance geopolítico. (Zavala web)

  • 1 Entre otros, cabe destacar Morales (2008), Franco (2008). Al respecto, tanto Estrella distante como (...)

2Como ha sido señalado por algunos críticos1, tanto en su novela 2666 como en Nocturno de Chile, Amuleto y Monsieur Pain, entre otras, se configuran los espacios narrativos desde una concepción apocalíptica de mundo, visión que contempla la pérdida de la creencia en las grandes utopías de los metarrelatos de la modernidad. Así en La parte de Fate y La parte de Amalfitano de la novela póstuma de Bolaño 2666, ambos protagonistas, sujetos letrados; un periodista político y un profesor de filosofía chileno son espectros vivientes que carecen de horizonte vital, delatándose su formación humanista como un excedente que no tiene retroalimentación en el espacio social. En La parte de los crímenes lo apocalíptico se da, entre otros aspectos, en una cultura patriarcal misógina que extingue lo femenino, en tanto figura procreadora de vida.

3Proponemos que en Monsieur Pain, por su parte, el eterno retorno en calidad de espectro del cadáver exquisito de César Vallejo, simboliza el duelo por la muerte de la vanguardia poética latinoamericana, a la vez que un memorial del holocausto de la Guerra Civil Española. Todas estas puestas en abismo de un pasado traumático configuran a la memoria del daño como la principal protagonista de estas novelas. El mismo Bolaño en un texto sobre Huesos en el desierto del periodista mexicano Sergio González Rodríguez, en el que se basó para su novela 2666, dice que ésta es

una metáfora de México y del pasado de México y del incierto futuro de toda Latinoamérica. Es un libro no en la tradición aventura sino en la tradición apocalíptica, que son las dos únicas tradiciones que permanecen vivas en nuestro continente, tal vez porque son las únicas que nos acercan al abismo que nos rodea. (Entre paréntesis)

4La palabra “Apocalipsis”, como sabemos, surge del ámbito de la exégesis del corpus bíblico, desde el Libro de Daniel o el Apocalipsis de San Juan y significa revelación-proyección que partiendo de la historia transcurrida, proyecta una historia por acaecer. Por el contrario, en la narrativa de Bolaño el apocalipsis ya (casi) se ha consumado sin ofrecer una alternativa al fin de los tiempos. Es en este sentido, que nos interesa mostrar cómo la visión apocalíptica de la poética de Bolaño correspondería a la de su inscripción en el contexto de un “apocalipsis post-moderno”, de desazón de lo moderno. Tal como lo han señalado diversos críticos entre ellos, Morales (2008), Jean Franco (2009) esta caída de la “ciudad letrada” moderna se vive como experiencia de duelo, de crisis existencial de sus personajes. En este planteamiento, coincidimos con Lynd en que la “literatura de Bolaño parece responder perfectamente al trabajo seminal de Idelber Avelar en Alegorías de la derrota: la ficción postdictatorial y el trabajo del duelo (1999)”, puesto que las novelas:

(…) que analiza Avelar –de Chile, Argentina, Uruguay y Brasil– denuncian no solamente los abusos contra los derechos humanos de las dictaduras militares, sino la relación discursiva entre la persecución violenta de la izquierda revolucionaria y el triunfo del neoliberalismo. Avelar señala una tendencia post-boom de contradecir los discursos oficiales del olvido y el consenso que han marcado la Transición de dictadura a democracia, y también la transición de la autoridad del estado a la del mercado. (3-4)

5La imaginación apocalíptica; el imaginar fines como los fabulados en el relato escatológico bíblico o el de obras literarias o el fin de épocas y milenios, puede derivarse “de un deseo común de derrotar la cronicidad, la idea intolerable de que vivimos en un orden de hechos entre los cuales no hay relación, pauta, mutualidad o progresión inteligible”. (Kermode 291) Este deseo de relato, de sincronicidad, de sentido del fin, sería connatural a la especie humana y se reflejaría “en el simple modo como oímos el tic tac de un reloj: tic puede ser un principio y tac un fin, constituyendo así una minúscula génesis y un minúsculo Apocalipsis”. (Kermode 291). Si perdemos este asomo de secuencialidad caemos en el absurdo del devenir, en la barbarie, en el aplanamiento del tiempo que ya no distingue entre pasado, presente y futuro. Escenario nauseabundo sin horizonte de proyección humana de gran parte de las novelas de Bolaño.

Tipologías apocalípticas y metarrelatos

6No toda visión apocalíptica o de presentimiento del fin de los tiempos es una imaginación de la catástrofe. De los tipos de filosofías de la historia, la visión apocalíptica es de origen teleológico, se basa en los metarrelatos, esto es, en una visión totalizante de la historia en la que el sentido de ésta, está marcado por el derrotero hacia el cual se mueve. Lo cual nos lleva al problema del optimismo y el pesimismo histórico, ya que este fin puede ser percibido como positivo; optimismo histórico o como negativo. Así es como, frente al Apocalipsis optimista de la versión bíblica en que la decadencia de un mundo anuncia la renovación de otro; de orden trascendente, en la poética de Bolaño como veremos en estas líneas, se atrae otro tipo de Apocalipsis, que adelantamos como “post-moderno” puesto que implica una crisis de historicidad, ya que se transforma en un estado del mundo permanente y, al parecer, irresoluble. Tal como lo plantea Kumar:

Debemos hacer notar que este estado de cosas es insólito. Antes el bien y el mal, el optimismo y el pesimismo, se alimentaban el uno del otro. La imaginación del desastre, la imaginación apocalíptica, por lo general, llevaba consigo, como lo he dicho, un sentido de esperanza, de algo constructivo que se levantaría de las ruinas. De manera similar, las esperanzas milenarias, o la imaginación utópica, generalmente se aunaron a la fe en que un gran desastre – lo que H.G. Wells llamó una “desilusión purificadora” – debía preceder al comienzo del reinado milenario de la sociedad buena. (241)

  • 2 “Martin Jay ha observado que la escuela posmodernista muestra muchas de las cualidades analizadas p (...)
  • 3 “Es aquí donde la noción de duelo se tiene que considerar con más cuidado. Porque mientras la novel (...)
  • 4 El metarrelato “debe restituir la unidad de los conocimientos dispersos en las ciencias particulare (...)

7Dentro de este espectro binario de tipologías apocalípticas, la propuesta literaria de Bolaño se podría inscribir dentro de la “imaginación apocalíptica sin esperanza”2 ya que presenta un cuadro de crisis o decadencia cultural e histórica, imposible de ser revertido. Y es que, volviendo al epígrafe de Blake de este escrito, el locus enunciativo del ojo imaginativo de los personajes de Bolaño es el de la perspectiva de un sobreviviente de algún tipo de holocausto político, crimen o experiencia traumática imposible de ser superada, puesto que ha contaminado todo el espacio social con su barbarie. De ahí que sea el pesimismo histórico o temple melancólico3 el lugar desde el que hace hablar a sus protagonistas, refractando a través de éstos, su propia visión del horror de un siglo, su propia y singular “biblia del infierno” (Blake). Lo apocalíptico, como lo hemos venimos entendiendo en este itinerario crítico, en tanto pérdida de un sentido rector de la historia, se vincula con la filosofía moderna, con lo que Lyotard llama los metarrelatos4.

8Si todo relato apocalíptico implica ya una narrativa de totalización del sentido de la historia, cuando hemos desembocado en lo que Lyotard llama

(…) de incredulidad frente a las metanarrativas ya hemos inaugurado una nueva época. Si además negamos toda historia dirigida hacia un fin, hemos eliminado apocalípticamente, el pensamiento apocalíptico […]. (Kermode, p. 305)

  • 5 Ejemplo de esa imaginación del desastre es el siguiente fragmento de Nocturno de Chile: “[…] y poco (...)

9De acuerdo con esta última interpretación, significa que ya no estaríamos en transición de una época o cultura a otra, sino que viviríamos en una “crisis perpetua”. (Kermode) Si el síntoma recurrente de la narrativa de Bolaño es el de la figura de la ciudad-cementerio y la del hombre, la de un ser o cuerpo agónico, se marca con ello la cualidad omniabarcante de la muerte, la de consumación de los tiempos5. El cuerpo social como cadáver o cuerpo agónico es el síntoma que viene a reiterar, en sentido propio, la constatación del fracaso y la pérdida de la fe en los grands recits de la modernidad. Metarrelatos que permitían imaginar un mundo posible alternativo; ya sea por medio de la utopía política y/o artística. En este sentido, es que podemos presentir que la narrativa de Bolaño viene a reforzar la afirmación de Adorno de que:

[…] con Auschwitz se había refutado el teorema metafísico sobre la “positividad de la existencia”, entendido como la afirmación de que todo suceso “inmanente” y mundano tiene un significado “trascendente”, sobresaliente e integrador. […] Si la experiencia de Auschwitz ha de tener algún efecto sobre el pensamiento metafísico, este efecto no puede ser, por ende, sólo un efecto psicológico sobre quien piensa filosóficamente […]. (Menke, 293- 294)

10De acuerdo a este planteamiento, sobrevivir al totalitarismo tendría un efecto en la vida práctica de un escritor, el que lo llevaría a asumir una estética de la negatividad, que se propone visibilizar el mal, la barbarie, puesto que el punto de fuga tanto expreso como no expreso del arte es lo humano concreto, y en este caso su ausencia real. Así, creemos que lo entiende Bolaño, quien lleva a cabo su propuesta literaria como una política de la memoria del daño causado por diversos tipos de totalitarismos. De ahí que en su novela póstuma 2666: “Bolaño traza una genealogía del mal y una cartografía del horror contemporáneo que se remonta a la Europa del Tercer Reich y a la Rusia de Stalin, y que encuentra su última y no menos aterradora expresión en el asesinato de mujeres en la ciudad de Santa Teresa trasunto de Ciudad Juárez, en la frontera mexicano-estadounidense”. (Galdo 24)

11Además su valoración crítica de las obras literarias, coincide con este punto de vista cuando testimonia que la poesía de Nicanor Parra entendemos debido a su perspectiva de assumir en forma radical el pesimismo vital - se transformará en un clásico, es decir, “pervivirá” dado su compromiso con una estética de la negatividad; la de representar la gravitación de la barbarie en la sociedad globalizada actual. Esta sociedad disgrega los valores humanistas al disgregar los lazos sociales que daban sustento a la misma idea de comunidad. Similar al comentario que Bolaño hace de la figura escritural de Parra es el que realiza Lukács en 1964, cuando valora las novelas cortas de Solyenitsin como ejemplos paradigmáticos de la configuración de la "demostración de lo humano" en el estalinismo, de

(…) descripción verídica de los decenios estalinistas en toda su inhumanidad" y, en particular, las elogia porque el autor ha mostrado la cotidianidad de los campos de concentración y el campo de concentración, en suma, como "símbolo de lo cotidiano" : "un día sin acontecimientos en un campo de concentración cualquiera" como "símbolo del pasado aún no superado. (p. 11)

12En los personajes de Bolaño la crisis apocalíptica también se vive en lo cotidiano. Por ello es que Santa Teresa se aparece a los ojos de sus visitantes europeos como “un enorme campamento de gitanos o de refugiados dispuestos a ponerse en marcha a la más mínima señal” (149). Se podría entender así como una particular forma de realismo, la narrativa de Bolaño si basándonos en el programa literario de Lukács lo entendemos como una "poética del recuerdo" que se funda en una ética que se siente comprometida con el humanismo. De ahí que en su narrativa ingresemos prematuramente en la poshistoria o la infra-historia debido al síntoma de la inmanencia absoluta producto de la pérdida de sentido histórico.

2666 : La Ciudad ojo-cementerio y la política de la memoria

13El Apocalipsis final - 2666, fecha del advenimiento del año de la Bestia – tendrá lugar con la pérdida total de la memoria del pasado, acontecimiento que aparece alegorizado en Amuleto, el que a su vez es un relato dilatado de un capítulo de Los detectives salvajes. En el fragmento que viene a continuación evidenciamos que esta ética y estética de la memoria lo primero que tiene que denunciar es el olvido del pasado:

La (Colonia) Guerrero, a esa hora, se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no a un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, (…), sino a un cementerio del año 2666, un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo. (pp. 76-77)

14Así esta ciudad-ojo cementerio del futuro signado por la indiferencia visual, párpado muerto, “desapasionado”, sin identidad, preanuncia el estado terminal al cual arribará el ojo apocalíptico de sus múltiples narradores. En tres fragmentos de 2666 como anticipamos: La parte de Amalfitano, La parte de Fate y La parte de los crímenes se narra el estado residual del ser humano producto del estallido del sentido de la historia. Tanto la utopía revolucionaria política de liberación de la humanidad como la del sujeto moderno entendido como héroe del conocimiento, aparecen encarnadas en estos restos o ruinas de la explosión de la razón moderna, configurando la subjetividad de los personajes como cuerpos agónicos, ya que la pérdida y/o fracaso de los metarrelatos los deja sin horizonte vital. Bauman en La postmodernidad y sus descontentos describe esta pérdida del sentido histórico propio de la postmodernidad:

Prohibir que el pasado sea relevante para el futuro. En resumidas cuentas, aislar el presente por ambos extremos, desligar el presente de la historia. Abolir el presente en todas sus formas, salvo la de ensamblaje laxo, o secuencia arbitraria, de momentos presentes; aplanar el flujo del tiempo en un continuo presente. (p. 114)

  • 6 En Ni apocalípticos ni integrados Hopenhayn define los metarrelatos como: “categorías trascendental (...)

15En este mundo de pura inmanencia, los personajes caen en la grieta del absurdo, de un devenir en la contingencia absoluta, lo cual nos retrotrae al sentimiento de la naúsea sartriano. Esta pérdida de una conexión lógica entre los actos humanos y sus consecuencias, delata la pérdida de grands recits de la modernidad, los que promovían el lazo social al vincular a los sujetos en proyectos o utopías colectivas de transformación de la sociedad6. Del fracaso del intento de poner en práctica estos metarrelatos del sujeto moderno, se abre la grieta del absurdo de la existencia humana. Es ahí, donde perviven estos fantasmas de la modernidad que son los personajes de Bolaño. Frente a estos escenarios post-modernos, el imperativo es hacer del arte “la memoria de la humanidad” (Lukacs).

16En 2666, el caso de Amalfitano – cuya importancia transversal en la novela se revela por ser traductor de Archimboldo - es paradigmático, ya que se trata de un sujeto letrado chileno, profesor de filosofía de la Universidad de Santa Teresa: un exiliado de la dictadura de Pinochet, que va a dar a una ciudad fronteriza latinoamericana. Se nos dice que este sobreviviente del Golpe militar cuando rememora Santiago de Chile siente colapsar su estructura mental y afectiva: “único lugar del mundo en donde Amalfitano era capaz de verse en un estado de catatonia total”. (241) El desdoblamiento de Bolaño en su personaje Amalfitano se constata cuando éste se hace portavoz de la política de la memoria del escritor: “Convertía el dolor de los otros en la memoria de uno […] en memoria particular, que es humana y breve y que siempre se escabulle” (p. 244).

17Esta escritura del absurdo de la existencia en donde está paralizada la facultad de la “metafísica falso-optimista” (Adorno) que era la que sustentaba los metarrelatos de la modernidad se alegoriza en el dibujo que hace este profesor de filosofía de figuras geométricas en las cuales en cada vértice escribe el nombre de un gran filósofo de Occidente, al azar, como restos emblemáticos de un naufragio. De modo similar, el fantasma acústico de la voz de su padre o abuelo viene a ser otro espejo en el cual se refleja la falta de voluntad o libertad de decisión como estado esquizofrénico de colapso vital o desesperanza:

Hablo desde un taller en donde el caos es sólo una máscara o la leve fetidez de anestesia. Hablo desde un taller con las luces apagadas en donde el nervio de la voluntad se desprende del resto del cuerpo como la lengua serpiente se desprende del cuerpo y repta, automutilada, por entre la basura. (p. 268)

18La experiencia del absurdo, de la inmanencia del mundo, puede ser comparada a la que Adorno denomina “Después de Auschwitz”:“el nombre de una situación en la que la capacidad para (la) idea metafísica se encuentra paralizada, porque a quien la experimenta se le ha roto la conexión entre lo que hace y lo que le sucede. (Menke, 309) Para quien estuvo en un holocausto como el de Auschwitz

(…) la felicidad ha devenido algo muy distinto: “una trampa inevitable” que “espera en mi cabeza, lo sé desde ahora”. Para ‘él, la experiencia es después de Auschwitz – y ya en Auschwitz – la de un hombre “sin destino”; la experiencia de que todo lo que sucede, le sucede únicamente por medio de lo que él mismo hace pero que, al mismo tiempo, ya no existe una concepción comprensible entre lo que él hace y lo que le sucede, para peor o para mejor. (Menke, p. 242)

  • 7 Así Amalfitano nos confronta desde el principio con la experiencia del absurdo: “No sé qué he venid (...)
  • 8 Refiriéndose a los detectives, Soldán señala: “Esas figuras, que servían para dar fe de la inteligi (...)

19La falta de conexión lógica de los hechos del relato, el que los personajes no comprendan el sentido de sus actos es un leit motiv en su narrativa7. Así Amalfitano nos confronta desde el principio con la experiencia del absurdo: “No sé qué he venido a hacer a Santa Teresa, se dijo Amalfitano al cabo de una semana de estar viviendo en la ciudad. ¿No lo sabes? ¿Realmente no lo sabes?, se preguntó. Verdaderamente no lo sé, se dijo a sí mismo y no pudo ser más elocuente. (211) Por su parte, Fate es un periodista político afroamericano, cuyo pragmatismo le facilita pasar del periodismo político al deportivo en la ciudad de Santa Teresa en México. Si bien se interesa por Rosa Amalfitano, dicho interés se pierde al igual que el de reportear y averiguar el enigma de los asesinatos de mujeres. Esta deconstrucción del género policial en 2666 también funciona como otro síntoma de un mundo en el cual ya perdió vigencia y eficacia la competencia racional del sujeto moderno8. Seaman después de haber estado preso por su activismo político termina dedicado a escribir libros de cocina y a dar conferencias en universidades o en la televisión. Esta radiografía social es la de un mundo amenazado por un mal intrínseco, que es el de la corrupción y la barbarie.

Barbarie y optimismo metafísico

20Es en este contexto de una escritura del absurdo o del sin sentido que la recurrencia a Kafka en múltiples epígrafes de la obra de Bolaño, es reveladora de su poética. Esto es, la de quien no profesa el “optimismo metafísico” de la creencia en los grands récits de la modernidad, sino de alguien que ha asumido desde siempre la negatividad, la perspectiva apocalíptica del pesimismo histórico. En otras palabras, de quien ha asumido en carne viva la experiencia de la posibilidad del absurdo, la de que frente a los esfuerzos heroicos del ser humano por llegar a alcanzar alguna meta trascendente, éste se estrelle contra “la evolución totalmente bárbara que atestigua especialmente el siglo XX”, argumento que lleva a demostrar la no validez de la metafísica falso-optimista:

La posibilidad de lo absurdo” que Adorno invoca aquí con Kafka en contra de Kant consiste en la divergencia entre el poder (subjetivo) y el logro (práctico).[…] En efecto, la experiencia de lo absurdo consiste en que (…) queremos que se logren nuestras prácticas morales pero no somos capaces de asegurarlo en todo lo que hacemos […] porque podemos efectuar algo, pero su logro no está garantizado por nuestro poder.[…]. (Menke 300)

21En La parte de los crímenes los rasgos de “metaficción historiográfica” (Hutcheon) se evidencian en que tanto Ciudad Juárez como Santa Teresa en la ficción – son “el “infierno real” creado “por lo humanamente malo”: un infierno hecho por los hombres, ya que ellos pueden, e incluso quieren ser radicalmente malos”. (Menke 305) En Santa Teresa, nuestro Auschwitz posmoderno, la ficción se (con)funde con el testimonio sobre la realidad extratextual de Ciudad Juárez; ciudad frontera donde los femicidios amenazaban con exterminar la población de mujeres en estado fértil.

En 2666 el negocio del narco opera ahora entre gobernadores, procuradorías estatales y empresarios que construyeron fueros semiautónomos e independientes del poder federal central, reconfigurado en el vacío de poder que inauguró la elección presidencial de 2000. (Zavala web)

  • 9 “[…] la inscripción se nos vuelve el acto primordial de la especie humana. Por eso podemos afirmar (...)

22Barbarie y cultura patriarcal se atan en un nudo ciego en este fragmento, delatándose a Latinoamérica con rasgos culturales fuertemente misóginos. De aquí que en este espacio contaminado por la barbarie, lo que resta es la escritura del informe forense, la práctica de una política de la memoria que se realiza a modo de epitafios dando así “el derecho de la muerte escrita” (Guzmán 17), ya que tanto la falta de cuerpo como la falta de una tumba instalan la desregulación en el orden de lo simbólico9. Si los cadáveres de mujeres violadas y asesinadas aparecen en lugares residuales, como basureros, sitios eriazos y desiertos es porque ya el lugar del cementerio pierde su función propia lugar de memoria y duelo por excelencia - y se ha expandido a toda la ciudad.

  • 10 Como ha sido señalado por Todorov el siglo veinte fue el siglo del mal. Para esta temática, veáse: (...)

23En este fragmento de 2666 irrumpe en forma impactante la experiencia de lo absurdo, la de la barbarie de la humanidad, ya que, según Adorno, si quedan algunos vestigios de lo que fue “la idea del bien y la obligación de hacerlo y de cumplir la ley, […] al mismo tiempo “se está negando a los hombres la posibilidad de cumplir (la ley moral), por ejemplo, por la totalidad del plexo social en que ellos se encuentran inmersos10. (Adorno Cit. por Menke 299 La existencia de este tipo de ciudad-frontera que es Ciudad Juárez viene a comprobar en forma flagrante la validez de la crítica de Adorno a Kant en el sentido de que en su teoría no se plantee siquiera el problema - que en la actualidad Adorno entiende como crucial

(…) de si no sería posible que entre la ley, entre la idea de la buena y correcta acción, y la posibilidad de siquiera cumplirla existiera una contradicción real, es decir, que esta posibilidad bajo ciertas condiciones no se dé: este horizonte […] no aparece en absoluto en la teoría de Kant (p. 298).

24De ahí su carácter de metafísica “falso-optimista”, de acuerdo con el planteamiento de Adorno. Desde otro enfoque, problematizando la función social de este tipo de literatura llamada “alegoría de la derrota”, Garth Williams y Jean Franco, entre otros, opinan que esta modalidad de novelas, más que reelaborar el duelo, lo que, en términos de Freud, llevaría a la superación del trauma, “está trabada en un presente melancólico incapaz de contribuir al pensamiento político” (Lynd, p. 5). Relativizaremos este aserto al reconocer que la poética de Bolaño es coherente al mostrar el callejón sin salida de la misma, lo que se desprende de supropio testimonio. En este sentido, es revelador ese otro testigo-sobreviviente que es el protagonista del cuento El Ojo Silva del volumen Putas Asesinas, cuya historia nos la cuenta un narrador ficcionalizado como Roberto Bolaño. Este personaje homosexual al ser testigo de la castración de menores en un prostíbulo de la India es capaz de reaccionar con visos de heroísmo humanitario, al ayudar a escapar a dos niños de esa trampa mortal. Pero la muerte y la violencia lo persiguen, ya que, pese a sus cuidados, los niños terminan muriendo al contraer una peste. Lo cual se anticipa en el fragmento que abre el relato:

Lo que son las cosas, Mauricio Silva, llamado el Ojo, siempre intentó escapar de la violencia aun a riesgo de ser considerado un cobarde, pero de la violencia, de la verdadera violencia, no se puede escapar, al menos no nosotros, los nacidos en Latinoamérica en la década de los cincuenta, los que rondábamos los veinte años cuando murió Salvador Allende. (Bolaño, 1999, p. 11)

  • 11 Así también lo entiende Manzoni: “la literatura de Bolaño parece proponerse como respuesta al fraca (...)

25A este testimonio del cuento se suma el del Discurso de Caracas de 1999 al recibir el Premio Rómulo Gallegos por su novela Los detectives salvajes, al decir que lo que escribe: “es una carta de amor o de despedida a mi propia generación, a los que […] escogimos en un momento dado el ejercicio […] de la militancia […]”. Esta celebración de una “generación trágica, la suya propia, es la que propicia la ambigüedad en que se mueve la escritura de Bolaño, generando un movimiento pendular que propicia una doble lectura de tipo ideológico-afectiva. La del antes, del momento utópico que compartiera con sus congéneres, casi todos desaparecidos y la del después del holocausto. Es este desplazamiento continuo de su ojo imaginativo desde el locus de la utopía que protagonizó en su juventud con una generación a la que le rinde un homenaje, “una carta de amor”, al locus del pesimismo histórico, el que des-concierta al lector. Jean Franco, al respecto, critica “la falta de visión colectiva del autor, insistiendo en que sus narrativas se reducen a un “anarquismo romántico” (216), un idealismo que persiste a pesar de una violencia humana inevitable y siempre amenazante – y por lo tanto incapaz de enfrentarse efectivamente, a las injusticias históricas retratadas”. (Lynd 6) Y es porque el movimiento pendular de la escritura de Bolaño se resiste a una lectura en términos de una “coherencia ideológica”11. De modo que sobrevivir al totalitarismo implica cumplir un imperativo moral:

(…) de orientar su pensamiento y acción de modo que Auschwitz no se repita, que no vuelva a ocurrir nada semejante”. (ND, 358) La tesis de Adorno es que debemos modificar fundamentalmente (“en sentido materialista”) el concepto de metafísica, pues la metafísica optimista tradicional está entre los factores que hicieron posible a Auschwitz. (Menke, p. 306)

  • 12 Veáse, (Vásquez 2013).

26En palabras de Bolaño fue el optimismo de la utopía política, “esa quimera de mierda” la que hizo posible el holocausto de su generación. De ahí que a la figura de César Vallejo se le rinda un hermoso tributo en la novela Monsieur Pain12, siendo, en definitiva, el mejor representante del cadáver exquisito de la vanguardia poética latinoamericana de la urbe cementerio post-moderna. En efecto, su ojo imaginativo escribió desde ese locus de enunciación del pesimismo histórico, alertándonos sobre la barbarie del mundo contemporáneo.

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Notes

1 Entre otros, cabe destacar Morales (2008), Franco (2008). Al respecto, tanto Estrella distante como Nocturno de Chile se han leído principalmente como novelas del duelo, expresiones de la derrota política que sufrió la izquierda a manos de la dictadura militar y la supremacía de la economía neoliberal.

2 “Martin Jay ha observado que la escuela posmodernista muestra muchas de las cualidades analizadas por Freud en su ensayo “Luto y melancolía” (1917). Vemos la misma alternación de estados anímicos de melancolía y de manía que Freud notó en el fenómeno del luto crónico o anormal (melancolía). Podríamos decir, como lo dijo […] Lyotard, que el posmodernismo expresa “una especie de dolor o melancolía con respecto a las ideas de la época moderna, una sensación de desarreglo”. De ser así, esto explicaría por qué el apocalipsis moderno resuena no como una explosión sino como un gemido. Es una versión del apocalipsis que se centra obsesivamente en el fin, sin ninguna expectativa de un nuevo principio. Es, como lo ha dicho Jacques Derrida con aprobación, “un apocalipsis sin visión”, sin esperanza redentora; es “un fin sin ningún fin”. (Kumar 243)

3 “Es aquí donde la noción de duelo se tiene que considerar con más cuidado. Porque mientras la novelas de Bolaño seguramente participan en el duelo colectivo de la izquierda, hay que reconocer que el autor se niega obstinadamente a idealizar el pensamiento utópico”. (Lynd 8)

4 El metarrelato “debe restituir la unidad de los conocimientos dispersos en las ciencias particulares en los laboratorios (…); sólo lo puede hacer en un juego de lenguaje que los enlaza unos a otros como momentos en el devenir del espíritu y, por tanto, en una narración o más bien en una metanarración racional.”. (Lyotard 67)

5 Ejemplo de esa imaginación del desastre es el siguiente fragmento de Nocturno de Chile: “[…] y poco a poco la verdad empieza a ascender como un cadáver. Un cadáver que sube desde el fondo del mar o desde el fondo de un barranco. Veo su sombra que sube. Su sombra vacilante. Su sombra que sube como si ascendiera por la colina de un planeta fosilizado”. (149)

6 En Ni apocalípticos ni integrados Hopenhayn define los metarrelatos como: “categorías trascendentales que la modernidad se ha forjado para interpretar y normar la realidad. Estas categorías obedecen al proyecto iluminista y tienen por función integrar, bajo una dirección articulada, al proceso de acumulación de conocimientos, de desarrollo de las fuerzas productivas y de ordenamiento sociopolítico Así, categorías tales como la progresión de la razón, la emancipación del hombre, el autoconocimiento progresivo o la autonomía de la voluntad, fueron elaborados para dar sentido unitario al amplio espectro de fenómenos políticos, procesos sociales y manifestaciones culturales.” (159)

7 Así Amalfitano nos confronta desde el principio con la experiencia del absurdo: “No sé qué he venido a hacer a Santa Teresa, se dijo Amalfitano al cabo de una semana de estar viviendo en la ciudad. ¿No lo sabes? ¿Realmente no lo sabes?, se preguntó. Verdaderamente no lo sé, se dijo a sí mismo y no pudo ser más elocuente.” (211)

8 Refiriéndose a los detectives, Soldán señala: “Esas figuras, que servían para dar fe de la inteligibilidad del universo y de la autoridad de la razón para desbrozar el caos en torno nuestro, existen ahora para decirnos que la razón ha sido derrotada (…)” (web).

9 “[…] la inscripción se nos vuelve el acto primordial de la especie humana. Por eso podemos afirmar que la cuestión de la identidad se ve afectada por la existencia o no de epitafios”. (Ariés 302)

10 Como ha sido señalado por Todorov el siglo veinte fue el siglo del mal. Para esta temática, veáse: Galdo 2005.

11 Así también lo entiende Manzoni: “la literatura de Bolaño parece proponerse como respuesta al fracaso de los intentos de construcción de una narrativa a partir de un único punto de vista que además busca perpetuarse en una retórica que formula una política de transacción al olvido. […].” (42). A nivel de la recepción se apuesta a un lector activo que oscila entre reconocer una actitud de denuncia social y otra, de ironía y parodia.

12 Veáse, (Vásquez 2013).

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Pour citer cet article

Référence électronique

Malva Marina Vásquez, « Pesimismo histórico y pensamiento apocalíptico en la narrativa de Roberto Bolaño »Amerika [En ligne], 15 | 2016, mis en ligne le 25 décembre 2016, consulté le 04 novembre 2024. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/7663 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.7663

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Auteur

Malva Marina Vásquez

Universidad Andrés Bello (Chile)
malmara@msn.com

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Droits d’auteur

CC-BY-SA-4.0

Le texte seul est utilisable sous licence CC BY-SA 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.

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