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Comptes-rendus
Littérature

Carlos Aldazábal, Piedra al pecho

Granada, Valparaíso ediciones, 2013
Néstor Ponce
Référence(s) :

Carlos Aldazábal, Piedra al pecho, Granada, Valparaíso ediciones, 2013.

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Palabras claves:

poesía

Géographique :

Argentina
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Texte intégral

1El poemario Piedra al pecho del argentino Carlos Aldazábal obtuvo en 2013 el II Premio Alhambra de Poesía Americana. Aldazábal (Salta, 1974) es un destacado escritor, autor de varios libros, entre los que figuran La soberbia del monje (1996), Nadie enduela su voz como plegaria (2003) o El banco está cerrado (2010). Dirige en Buenos Aires la editorial independiente El Suri Porfiado, que se dedica a la publicación de poesía.

2El libro, dividido en tres partes (“PIEDRA”, “AL PECHO”, “INCITACIÓN DEL CANTO”) se abre con dos epígrafes, de César Vallejo y Gonzalo Rojas, que dan el tono del texto : la piedra al pecho es una metáfora que anuncia el peso de la vida, sus distancias y el transcurrir del tiempo. La muerte aparece en ese contexto como una marca amenazante : “Con cierta lucidez yo advertía el futuro, el claro porvenir expresado en la mosca encima del mantel y la manteca” (“Premonición”, p. 15) o “El tiempo que todo lo termina” (“Lluvia”, p. 67. La piedra es también la marca de la memoria, un término recurrente que sirve como guía, a través de la evocación de la historia personal, familiar, y colectiva, donde se mezclan historias de tías, visitas al pasado personal (“Viaje a la cuna” ; “Eso que fuimos, seremos” : “en la mesa final donde todo es memoria”, p. 33 ; “Piedra” : “Cuando escucho el canto de una copla la memoria tiembla y reconoce”, p. 69), con el presente de hombres cuyo nombres borronean su propia identidad : “el padre de mi tía, a la que le decían chola con cariño, / los padres de las cholitas que ahora se llaman Jennifer o Ruth / y no Qoyllur, aunque lo sean” (“Petroglifo”, p. 14). O, en el mismo registro, la invocación a las Madres de Plaza de Mayo, a su combate por la dignidad y contra el olvido : “La memoria, traslúcida, invisible, ahora transformada en un pañuelo que nos calma los ojos, para que no duela lo perdido” (“Extravío”, p. 39).

3Como la piedra, la tierra, la madre-tierra (“Paseo” : “y el vino era ocasión de Pachamama”, p. 63), se hace memoria generadora de vida y de renacimiento, como un contrapunto desafiante ante la muerte. Los elementos naturales, los campos fértiles, el agua generosa, se despliegan en los versos y, ante lo ineluctable, devienen un canto a la existencia : “Pretendo escribir una alabanza / al cocinero que calienta mi tumba” (“Alabanza”, p. 17).

4La voz del poeta está invadida por el asombro, por una mirada infantil o de ave (“El ojo y el jilguero”) que habla desde la sorpresa de descubrir el mundo, el transcurrir del tiempo y la presencia del otro femenino que nutre, como la tierra, el deseo del ser : “Quiero decir : / tus ojos me han mirado, / y así vale la pena tanto esfuerzo” (“Motivos”, p. 18 ; “Hamaca”, p. 59). La mirada del poeta siempre es crítica y las imágenes de la realidad –caótica, conflictiva, indiferente- suscitan rebelión, condena y la propuesta de volver a la esencia de las cosas. La palabra es el instrumento que facilita nombrar y memorizar esas cosas (“El nombre de las cosas”) para que adquieran corporalidad, recurriendo a variaciones cromáticas y ritmos que recuerdan a Baudelaire y a los poetas del tango.

5El recurso al intertexto tanguero le permite al hablante retomar el hilo de la oralidad, particularmente en la segunda parte del libro, donde también aparece otra de las pasiones nacionales, el fútbol, que el poeta introduce con sutileza en su discurso. En “Nubes”, un poema en prosa donde se multiplican las imágenes visuales en un despliegue luminoso, compara a esas nubes con una “voz televisiva” (p. 43), que le permite evocar “a un jugador de fútbol gambeteando el fastidio de que quieran cobrarnos hasta el aire”.

6En la segunda parte, de manera progresiva, indirecta, irrumpe el mundo urbano. El tango le sirve de vehículo, entremezclado con viajes en taxi, en subterráneo, en recorridos por avenidas. El poeta cobra movimiento, circula, observa como el “passant” de Walter Benjamin y de ese modo se revela en el conocimiento de sí mismo (en “Paseo” : “Turista de uno mismo,/ con los ojos cargados de memoria”, p. 63). Este viaje se dirige, en la tercera parte, decididamente hacia la infancia, donde la música, las despedidas, los recuerdos, se conjugan para producir una voz. Las metáforas y las metonimias se encadenan para producir un habla liberada, que se sumerge en el pasado para despertar, a través de imágenes o sonidos, el paso del tiempo. Para producir poesía, que en medio de tanto caos, es “una canción de amor destinada a una sombra” (“Una canción en medio de la guerra”, p. 93).

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Pour citer cet article

Référence électronique

Néstor Ponce, « Carlos Aldazábal, Piedra al pecho »Amerika [En ligne], 10 | 2014, mis en ligne le 28 juin 2014, consulté le 16 janvier 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/4956 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.4956

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Auteur

Néstor Ponce

Université de Rennes 2

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Droits d’auteur

CC-BY-SA-4.0

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