- 1 Una presentación preliminar de este trabajo fue presentado en el CRICCAL, en el año 2013 en una reu (...)
1Impuesto a la carne es un texto clave que asume la relación de Diamela Eltit con el denominado “milagro chileno”1, relato político cuya construcción arranca desde el golpe de Estado de 1973. En este sentido, el análisis de esta novela articula el cuerpo y las nuevas formas de colonialidad ; esta perspectiva no implica un corte abrupto con respecto a la primera de 1492, sino que posee otra dinámica, otro ritmo relacionable con la presencia del neoliberalismo chileno y cómo desde allí el pasado se torna co-presente.
- 2 Todas las citas que realizaré en torno a esta novela sigue a la edición de Eterna Cadencia, Buenos (...)
2Los diferentes lenguajes artísticos en América Latina, parecen expresar que todo abordaje a la identidad nacional puede conducirnos a la claustrofobia hermenéutica, ya que aquella es una categoría marcada por el ununn, una ficción hegemónica y unidireccional. Y cuando apelamos a ella es preciso recordar que nace en América Latina de la mano de los proyectos independentistas y de la construcción de las nacionalidades en las cuales las élites letradas del siglo XIX fueron un gozne de capital importancia ; pensadas desde un territorio que debía ser civilizado y esta línea civilizatoria a su vez ingresaba por los puertos. La novela de Eltit interpela al Bicentenario chileno, y fue publicada en Buenos Aires en el año de los festejos2, es decir, en el 2010. Es la historia de dos mujeres, la madre que mora en la hija, ancianas ambas, recluidas en un hospital hace ¿doscientos años ? ; en la sala de espera las mujeres socavan las bases identitarias a partir de su condición “anarcobarroca” (Eltit, 2010 : 149). En el encierro se les extrae sangre para ser vendida por un conjunto del cuerpo hospitalario, formado por médicos-generales, un médico anestesista y enfermeras. Las ancianas son intervenidas quirúrgicamente, recuerdan en su reclusión su escasa familia e intentan dialogar con otras mujeres en análogas condiciones.
- 3 Este interrogante es posible articularlo también con la poética de Néstor Perlonguer y los caminos (...)
3La práctica hospitalaria ejercita las tecnologías del biopoder en el cuerpo, dos en uno, de las mujeres en vísperas de los festejos. Así es posible advertir que ellas y el cuerpo chileno forman una unidad de la cual hay que separarlas. Chile no necesita de esta “anormales” que resisten frente a la sociedad que en su totalidad es un hospital de enfermos. Cabe preguntarnos ¿de qué ? De los dispositivos regulatorios y asimiladores de un sueño identitario que se solaza en el mercadeo de sangre, en la ingesta de los remedios, en el consumo de la sangre de los “otros”, del goce futbolero, de la desmemoria reguardada en los fans. No es difícil asociar al texto con Pueblo Enfermo (1909) de Alcides Arguedas, con el higienismo de fines del Siglo XIX o con Ezequiel Martínez Estrada, Radiografia de la Pampa (1933) en Argentina. Es posible conjeturar que el higienismo finisecular no desapareció del todo sino que continúa incardinado en el cuerpo médico, en la xenofobia, en su ideal regulatorio ; de modo tal que es posible desprender del texto la convulsa relación entre biología e historicidad como la lógica a partir de la cual el poder piensa los cuerpos de las mujeres. La resistencia de estas parte de los modos de narrar la historia, es decir, no desde la ensayística como género tutor que reflexiona sobre la identidad en América Latina, sino que Eltit horada las fronteras de los géneros proponiendo el pacto ficcional bajo el estatuto de la crónica como estrategia para producir memoria e historia. Asimismo, coloca en jaque una segunda cuestión que atañe a las poéticas en lo tocante a la relación entre el neobarroco como expresión artística contra cultural. Es decir, la elección de una poética aparentemente ensimismada que articula, a nivel de diégesis, con el anarquismo en tanto que ideología revulsiva frente al stablishment neoliberal. Cabe interrogarse hasta qué punto Eltit involucra, en esta novela, aspectos axiales del neobarroco en lo tocante a si este es o no otra manifestación del arte burgués, ya que, como se podrá observar en el análisis, es el anarquismo de las mujeres el canal por el cual bascula esta inquietud3.
4Madre y hija son “negras curiches” (Ibid : 33), es decir, dos veces negras mientras que los médicos y sus fans, por el contrario, son “altos,” “blancos,” y “rubios” (Ibid : 13, 27). Nótese la duplicación peyorizante del enunciado racializador “negra curiche” ya que Kuri en lengua mapuche es negra y che, gente. En Chile el color de la piel y la altura recrean la posición social de los invisibilizados y aúna la compleja relación entre el mestizaje (raza) con la distribución urbanística capitalina (clase) ; expresa la narradora :
Yo soy baja. Baja en todo sentido. Habito en los escalafones más
insignificantes del tendedero social… Soy baja. Y mi estatura marcó y
marca aún todos los niveles de mi existencia […] ese aire bajo, bajo,
bajo, bajo que los médicos advierten y desprecian. (Ibid : 130, 140)
5En la permanente tensión que caracteriza la relación hija/madre, la primera hace referencia a “las fantasías nacionales de altura” (Ibid : 28) de su madre. Sin embargo, así como condena su complejo de inferioridad, recalca también que su madre nació “anarquista” (Ibid : 14 ). Las imágenes del tendedero y las fantasías nacionales de altura son formas metonímicas de cartografiar la urbe santiaguina ya que la primera se observa en las llamadas viviendas sociales en la periferia, mientras que la fantasía nacional de altura es posible articularla con “los barrios altos”, donde se ubica la burguesía en ascenso chilena, es decir, en los countries y en las residencias de la vieja aristocracia ; muchas de estas en venta para la construcción de las denominadas viviendas en altura.
6En el año 2010 la sociedad chilena atravesó casi veinte años de la transición democrática y esta fue ejecutada a través de un acuerdo que implicó la concertación entre las fuerzas armadas y los partidos políticos como representantes de la sociedad civil. Entre esos acuerdos figura un pacto recortado con la memoria del pasado reciente cuyo centro nodal fue la reconciliación nacional. De modo tal, que el hospital, país, patria, nación es una heterotopía doble en tanto lugar de excepción que se solaza en succionar la sangre de las curiches y aplica el bisturí con el fin de separarlas del resto del cuerpo social. Es decir, lo que se advierte no es la relación hospital-salud sino hospital-enfermedad-comercio-Thanatos. Las alusiones a la sangre recorren todo el texto, en efecto : la madre que sangra incontrolablemente (Ibid : 115-18) ; la madre que quiere vender su sangre (Ibid : 124) ; los médicos que codician la sangre de los enfermos (Ibid : 153). Es el cuerpo de la patria lo que está en venta, se rifan también la piel y los riñones (Ibid : 132-33) y se venden igualmente los dientes y los dedos (Ibid : 138). En la velada crítica al neoliberalismo que tuvo en la dictadura sus más acendrados representantes en la economía y que el presidente Sebastián Piñera continuó, los fans podrían considerarse la refracción literaria de la gente común y corriente que adhiere al sistema sin cuestionarlo y que acuerdan con que la política sea una metonimia de una sociedad relacionada al espectáculo del neoliberalismo, canalizado a través de los medios masivos de comunicación. El texto implica así la problematización entre los integrados y estas mujeres apocalípticas, anarquistas y barrocas.
7No menos revelador es el procedimiento narrativo eltiano que hunde sus raíces en CADA (Colectivo de Acciones de Arte). El grupo nació en 1977 y tuvo en Eltit y Raúl Zurita dos de sus integrantes más conocidos y celebrados. Lumpérica (1983) fue su primera novela. Esta mención, entre la producción total de la autora, no es azarosa ya que Impuesto a la carne no es solo la historia de la carnocracia neoliberal sino también un diálogo sesgado con los postulados neovanguardistas de los 70 en Chile y con su primera novela, en un juego de guiños autofágicos. La neovanguardia durante la dictadura militar de 1973 cuestionó los modos de producir arte a partir de la representación estética. Al soporte libro le agregó la performance, al relato nostálgico de la izquierda clásica que encontraba en la gesta épica de los desposeídos un modo de no renunciar a la utopía libertaria, CADA propuso intervenir la escena pública en una fuerte interpelación no solo al relato nacional, sino también a las estéticas que no parecían remover las bases, revisitar, alterar el mapa de la literatura nacional apegada al verosímil realista y a la vigencia de la ensayística de interpretación nacional y continental. A más de 30 años de la publicación de su primera novela, Eltit insiste en la visión distópica incorporando en Impuesto… pasajes que injertan tonos narrativos como formas de traer el pasado al presente. Incluso constatamos tramos donde la ironía hace blanco en la novela policial que la hija lee como forma de entretenimiento y que su madre rechaza :
[…]. Un misterio, una trama similar a una novela policial, una de esas
novelas que leo cuando no puedo dormir y me desvelo en la noche.
Sí, porque durante las incontables noches de un insomnio rebelde,
enciendo la luz y me sumerjo en el desarrollo de las páginas de misterio, […].
No me interesa, te digo que no me gusta, cállate, por favor. Pero yo no le hago caso
y sigo leyendo en voz alta. […]. (Ibid : 110)
8Estas curiches son los pálidos del pasado ; ellos acompañan a L´Iluminada en la plaza pública de su primera novela. En Impuesto… ya no es el espacio abierto de la resistencia pública sino el encierro, la pedagogía de la reclusión y la muerte, el trayecto final de la visión desencantada de Eltit. En el texto se reiteran imágenes que aluden a los iluminados que conjugadas con la oscuridad del relato potencian el neobarroco como poética sobre la cual se monta la crónica de los que están fuera de la Historia.
9Madre e hija interpelan a los fans, como parte de una sociedad vaciada de memoria, de una sociedad espectacular, que asume las nuevas tecnologías para el olvido. En vísperas del Bicentenario no hay relato libertario, salvo el programa anarcobarroco que es escribir bajo el refugio del testimonio y la crónica, otra historia, opuesta a los grandes relatos unificantes de la modernidad periférica. El programa escriturario de la hija es relatar “la trastienda de la historia” (Ibid :31), es apelar :
[…] a un simple diario local o a una memoria que no se termine de
comprender del todo y que, sin embargo, nos permita hacer un milímetro
de historia […]. (Ibid : 31)
10La gesta de las ancianas de doscientos años está integrada por un programa político y estético y por un modo de concebir la historia a relatar ; es el relato discontinuo, sin afán totalizador, el de las vencidas a modo de cómo Walter Benjamin entendía la historia, es decir, en directa relación con la experiencia de los padecimientos (1999). Es por esto que los géneros crónica, biografía y testimonio a los que la hija acude para su proyecto de escritura no reduplican el testimonio como “[…] vector colectivo de representaciones identitarias. […] ” (Richard, 1994 : 29). En esta dirección, la posición anarcobarroca es una forma de resistir a través de una escritura que incorporara los géneros citados no para trabajarlos como totalizaciones de una historia alternativa, sino como girones o fragmentos ; incluso es posible advertir cortes, montajes en el relato donde estas mujeres son flujos ensamblados y re ensamblados que resisten. Impuesto… es una respuesta también a la sociología chilena que buscaba producir otra historia y también a los géneros “al uso” de la cultura de posgolpe como el relato policial.
11Escritura hecha de guiños, lectura radial, deconstrucción del género crónica y testimonio que perforan el verosímil realista construyen la arquitectónica del relato eltiano. Si para Benjamin la Historia solo puede ser la de los vencidos, si para Agamben, Foucault dejó incompleto el pasaje del biopoder a la biopolítica (Agamben, 2005), será el arte el encargado de darnos a ver esas relaciones. En Impuesto la gesta resistente de las vencidas hace trampas, posee un conjunto de guiños ; por ejemplo, para interpelar al ciclo del salitre, juega con las genealogías familiares y los linajes que podemos encontrar en textos desde José Donoso hasta Isabel Allende. Frente a esto Eltit prefiere el quiebre de la línea sucesoria que implica orden, progresión y propone la convivencia de dos mujeres en una, prefiere en suma, ir por fuera de las jerarquizaciones convocando la poética fantástica. La historia de las vencidas construye su propia genealogía con primas suicidas (Patricia : Patria, Patriciado). Para marcar el período histórico que abarca desde los últimos decenios del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX, la voz narrativa menciona tanto “la insurrección del norte” (Ibid : 79) como “la larga marcha del norte” (Ibid : 95), una referencia no sólo a la marcha de mineros del salitre que culminará en la matanza de Iquique, en la escuela Domingo Santa María el año 1907, sino también a las múltiples huelgas y manifestaciones de trabajadores a lo largo de la historia chilena. Significativamente, el norte donde se generó y se genera la mayor cantidad de ingresos para Chile se convierte en Impuesto… en un símbolo que define el lugar de la lucha y la esperanza : “Piensa en el norte” le aconseja la madre a su hija (Ibid : 160), “[…] que iniciaremos de manera reiterativa en el norte” (Ibid :160). Y, más tarde, “nosotras viajaremos al norte. A buscar nuestra comuna” (Ibid :167). Asimismo, el norte, más precisamente Iquique, fue el lugar de residencia de Manuel Chinchilla, español anarquista bakuniano. De los diferentes gremios que adhirieron a su programa figura el de los trabajadores frigoríficos quienes en 1905 produjeron la denominada “Semana Roja”. En ella se buscaba deponer el impuesto a las importaciones de carne que generaba un alto nivel inflacionario. La revuelta produjo en Santiago de Chile la muerte de doscientos trabajadores. En esta dirección, el título de la novela es un homenaje a la historia del anarquismo en el país trasandino desde el relato de las mujeres, quienes recrean la gesta resistente. Eltit perfora la Historia y los modos de llevarla a la ficción ya que este acontecimiento es incorporado al texto en un juego de claroscuro que surge mestizando la narración como crónica y esta como novelización por efecto del trabajo con la escritura. El fin es iluminar de otro modo el presente :
La orilla de la banca en que estamos sentadas huele a sangre, es el efecto de un choque
multitudinario, cientos de muertos en una rebelión popular. Eso fue hace un siglo, murmura mi
mamá, un siglo ya, […], ese siglo en que se modeló la figura anarquista de mi madre, […]. (Ibid : 123)
12A la faena humana como componente de la violencia neoliberal en el presente que se potencia en los microrelatos de las trece mujeres y la vejación de los niños por parte del pediatra, las mujeres le responden con testimonios e historias que producen una memoria coalescente al calor de los acontecimientos del Bicentenario. Asimismo, el claroscuro neobarroco se construye en el texto a través de la copia y el simulacro que hace blanco en las identificaciones forzadas en la era neoliberal ; la siguiente cita es elocuente al respecto :
Rememoro la belleza de mi madre. No su belleza sino su apariencia
de belleza conseguida después de un prolijo trabajo sobre cada detalle de sus
facciones. Una cara que ella se permitía copiar de retratos o de la cinematrogra-
fía o de ciertas carátulas de moda. […]. Se dotaba de rostros construidos entre sombras
y contornos y después completar su escenario facial y gracias a una serie
de procedimientos lumínicos observaba esa faz que no era de ella y salía a la calle
más segura de sí misma. Se iba como si yo no existiera porque el rostro que tenía pertenecía
a otra historia. […]. (Ibid : 126)
13Si bien no se alude directamente al derrocamiento de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, relevamos en enunciado “el desastre” (Ibid : 160). En todo el texto se establece una clara relación entre el sistema médico y el régimen militar, sugiriendo que los médicos, representan todos los poderes que históricamente han oprimido a la mujer ; no es casual la descripción de la crueldad del médico anestesista y la trama significante que este traza : amnesia, olvido. Asimismo, se alude al “médico director” (Ibid :114), y a los médicos del hospital como “El conjunto de generales” (Ibid :54), “junta médica” (Ibid : 91) y de “Un general” (Ibid : 91) y “su cargo nacional (o patriótico)” (Ibid :112). Finalmente, el acontecimiento histórico que marca el tiempo presente de la narración, recibe nombres tales como “festejos” (Ibid :118), “conmemoración” (Ibid :122), “El día de la conmemoración” (Ibid :143), “conmemoración nacional” (Ibid :120), y “celebración” (Ibid :120,169).
14En Chile, anatomía de un mito de Tomás Moulián (1997) y en Tramas del mercado (2007) de Luis Cárcamo-Huechante los autores señalan que antes de la imposición del neoliberalismo en Chile surge un discurso que, apoyado por Milton Friedman y los Chicago Boys, considera a Chile como un país enfermo cuya única panacea era la venta de las instituciones públicas a sectores privados junto con la privatización de la educación y la salud, entre otros posibles paleativos. No menos cierto que esta “historia que no se pueda entender del todo” hay que buscarla en los intersticios del discurso de la hija quien a menudo no solo menciona la presencia del mercado de la sangre, de los fans, sino también del auge de las nuevas tecnologías ; expresa : “Seremos capturadas digitalmente, podríamos llegar a habitar un mínimo estamento tecnológico […]”, (Ibid : 113).
15En cuanto a la “comuna”, esta puede relacionarse a la comuna de París, la comuna española, la sublevación de 1907 en Chile, al tiempo que en español chileno “comuna” es el municipio. A ello se suma también que la historia brilla como fragmento en el tono lírico del texto, cuando la hija se refiere que Chile se traga todo es posible articular este enunciado con el conflicto limítrofe con Bolivia que arranca a principios del Siglo XIX y encuentra en la Guerra del Pacífico el foco central del conflicto porque Bolivia (1879-1883) pierda su salida al mar. Desde 1978 ambos países solo relaciones consulares ante el fracaso de las negociaciones territoriales :
[…] No sé vivir sin experimentar el castigo de la patria o de la nación o del
país. Este país que no devuelve el mar, que no devuelve el mar, que se traga,
se traga las olas del mar, se traga el mar. Se traga todo y por eso en cada uno de
estos años y en la percepción que me provocan las horas que comprendo cómo
funciona el castigo de la nación o de la patria.
El castigo interminable de un territorio que me saca sangre, me saca
sangre, me saca sangre, me saca sangre.
Que me saca sangre. […] (Ibid : 81)
16De modo tal que el saqueo es una imagen asociada al consumo en la era neoliberal, es decir, consumir es comprar pero también tragar en un gesto de colonización intra continental.
17Poética del desmonumento, la producción del Diamela Eltit es la poética del margen curiche ; dos veces negra, su novelística reconfigura la insurgencia política y estética. Impuesto… es la historia de las ancianas en trance de consumo y la voz del desencanto. En esta dirección, el Bicentenario muestra en la novela que el ideal de nación chilena se construyó y construye sacrificando el cuerpo por fragmentos, por órganos, de modo infinitesimal. Chile neoliberal todo se lo traga. El programa estético de ayer y de hoy en Eltit es resistir e interpelar a la cultura pantagruélica de la succión sanguínea, que salida del lenguaje poético es muestra de la glotonería neoliberal al tiempo que resistencia neobarroca. Queda para la posteridad repensar a esta poética como conjunto de fintas que no resuelve unidireccionalmente su relación y/o identificación con el arte burgués. La poética de Eltit enfoca esta problemática cuando incorpora fragmentos de la historia chilena anarquista ; esta elección potencia la conjunción entre el arte y la política tras la trama de la representación.