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Résumés

La novela Elena sabe de Claudia Piñeiro, a través de la mirada y la voz de una mujer mayor y enferma, cuestiona las instituciones privadas y públicas revisando las certezas que, finalmente, terminan en incertidumbres.

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Buenos Aires, Argentine
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Texte intégral

Introducción

1El pasado histórico puede ser materia de ficciones que logran encarnar la subjetividad de la Historia porque tienen la capacidad de “comunicarnos unas verdades huidizas y evanescentes que se escapan siempre a los descriptores científicos de la realidad (Vargas Llosa ; 2002 : 25).

2Si el discurso de la clase dominante pretende que se olvide cierta parte de los acontecimientos, la literatura avanza sobre esta ausencia, revela dicho mecanismo y la recupera a través de la memoria. Estas novelas abren estaciones donde se muestran suturas aún sangrantes y se descubren falsas armonías.

3Lo que dio en llamarse nueva novela histórica, en las últimas décadas del siglo XX, toma los grandes temas históricos que recobran rigurosa actualidad a través de su lectura. Aunque la obra ficcionalmente remite siempre a la totalidad de un mundo estético, cuando el discurso de la Historia oficial es el desclausurado encontramos la posibilidad del cuestionamiento de la problemática de su legitimidad. Poder representar al pasado desde un lugar descentrado, desde donde se retoman conflictos soterrados, libera la mirada y es otro su alcance cuando se analiza “al presente desde el origen y al origen desde el devenir” (Lojo ; 1999 : 91).

4Sabemos que las nuevas novelas históricas han enfrentado a las formas clásicas tradicionales de los relatos cronológicos y de perspectiva omnisciente y homodiegética y han preferido las rupturas temporales y de estilo, las nuevas perspectivas narrativas extradiegéticas, narradores inidentificables, ocultos y en pugna con los observadores. Las técnicas cinematográficas han influido en las nuevas estrategias de observación y de narración. Y, consecuentemente, nuevos lectores más atentos y cómplices leen de forma no convencional y exigen novelas ágiles y bien estructuradas que no simplifiquen la innegable complejidad del mundo y de la conducta humana.

5Roland Barthes en sus cursos y seminarios que se han publicado como La preparación de la novela, del año 2005, insiste que la novela se alimenta de la novela, que ésta es siempre histórica y sostiene que las hay en sentido duro y en sentido blando. A este segundo grupo, en donde se ubica el relato que hoy se presenta, lo define como el que integra narraciones que muestran las nuevas maneras de pensar la Historia, como discurso que interpreta los hechos –la historia oral, la historia familiar, la historia desde abajo, la historia de mujeres- y que proclama verdades múltiples y no unitarias y conjunta voces disímbolas y construcciones ricamente imaginativas y que, paradójicamente, están más cerca de la vida histórica humana porque ofrecen otras versiones de las identidades y de los hechos, evitando la rigidez y el autoritarismo de los historiadores tradicionales.

6A su vez, el teórico ruso Iuri Lotman en su libro La semiósfera (1996) aclara que la obra literaria puede ser interpretada desde su función como entidad dinámica en íntimo enlace con una memoria cultural. Por tanto, al ser leída, una novela o un cuento podría estimular la autonomía del símbolo porque “la literatura es, entonces, por excelencia el lugar para la interpretación de la existencia humana la referencia del re-enunciado metafórico en tanto poder de redescribir la realidad” (Ricoeur, 1984 :36) y su vínculo con ciertas experiencias colectivas. Pero por otro lado, el análisis de una historia bien podría enfocarse en observar una serie de unidades mínimas que identifiquen con exactitud figuras, códigos o correlaciones, así como, ciertas características estéticas y una estructura final determinada. También el análisis podría centrarse en ciertos elementos recurrentes en la narración, elementos que independientemente del valor estético, hacen evidente el aspecto temático que conforma dicha realidad ficcional, además de sus referentes a la vida cotidiana, es decir, desde aquellos elementos ideológicos que le permiten a ese mundo ficticio crear un contrato de inteligibilidad con el lector.

7En este sentido “los textos tienden a la simbolización y se convierten en símbolos integrales, el símbolo actúa separado del texto como un ente dinámico que se traslada libremente en el campo cronológico de la cultura y cada vez se correlaciona de una manera más compleja con los cortes sincrónicos de ésta” (Ibid : 90) En otras palabras, el lenguaje transporta en su aspecto escriturario, construcciones idealizadas de aquellas realidades que se asimilan como experiencias y que van a conformar la realidad textual.

8Entonces, el lenguaje se dotará de elementos ficticios y de proyecciones del mundo real, pero ambos, serán modificados debido a la interpretación de quien escribe. Esta acción representativa del escritor o escritora implica elementos que se bastan a sí mismos para existir y, que intencionalmente, ocupan una diversidad de complicadas tareas anímicas. Por consiguiente, en el amplio universo simbólico inmerso en la literatura es posible encontrar diversas imágenes relacionadas con el mundo cultural que nos constituye como seres sociales.

9La Historia se representa, en este caso, en su dimensión doméstica, cotidiana. No olvidemos que la memoria está irremediablemente ligada al tema de la Historia y de la escritura de ella : la Historiografía ; los discursos que la conforman son los que configuraron y configuran la ideología de un país, el código de prescripciones y prohibiciones, los principios por los cuales esa comunidad se regirá y justificará sus comportamientos, de ellos dependerá su dependencia o su independencia, sus guerras o su paz y la construcción de sus identidad. Son y fueron discursos que consolidad la memoria, que aseguran el poder y que enaltecen a los poderosos, en sus distintas presentaciones, y que someten a los desposeídos.

10Hay otros discursos, los ficcionales que siendo libres miran la otra cara de la moneda : la historia de los vencidos no la de los vencedores. Los temas que no son materia de la Historia, es tópico a tratar por la literatura, narraciones más subjetivas, sin temor a ser parciales, más libres y polémicas y totalmente ajenas a alcanzar presunción de verdad. El terreno donde se da este quehacer es ese espacio liberardor y liberado de la ficción, donde se presta cobijo a la posibilidad de iluminar lo oculto, descubrir lo no aceptado, mostrar lo no visto, retomar conflictos ocultos y diálogos interrumpidos.

11La historiografía y la novelística son relatos que hacen “revivir” seleccionando, simplificando y organizando lo acontecido en tiempos lejanos o en pasados próximos, recientes. La literatura pone en juego los dos mundos del discurso, el del lector y el del narrador, instituyendo un pacto tácito de aceptación que consiste en tener claro que lo que se evoca, que el mundo representado en la novela y sus personajes son ficción y que sólo existen en esa realidad creado aunque nos parezca, muchas veces, muy cercana a la realidad real, a nuestras vivencias, a nuestro mundo de todos los días. Además, no nos olvidemos que el literario no es un dominio hegemónico que se yergue como el único válido y autorizado, no, al contrario, es un ámbito donde todo es posible : la denuncia, la duda, el desvelar, el cuestionamiento, el desenmascaramiento y la desmitificación.

12En la historia de la narrativa muchos personajes femeninos han sido protagonistas, han sido símbolos de épocas y espacios. Los papeles que jugaron las mujeres fueron variadísimos y configurados de maneras diversas que van desde seductoras vampiras hasta abnegadas esposas, madres e hijas. La gama encierra una serie de tonalidades que pasan por jóvenes soñadoras y enamoradas, mujeres fatales (la clásica femme fatale), casamenteras, apasionadas, malvadas, con poderes de adivinación, combativas, autoritarias, pecadoras, piadosas, modélicas intelectuales, frívolas, trabajadoras, disolutas, fantasmales, detectives y la lista sigue hasta hacerse casi interminable.

13Tanto la literatura universal es clara muestra de esto : Carmilla de Sheridan le Fanu, La Celestina de Ricardo Rojas, La madre de Gorki, Anna Karenina de León Tólstoi, La casa de Bernarda Alba drama de García Lorca, “La Regenta” de Leopoldo Alas-Clarín, Madame Bovary de Gustave Flaubert ; como la literatura hispanoamericana en obras de Vargas Llosa, Las travesuras de la niña mala, Carlos Fuentes en Aura, José Bianco Sombras suele vestir, Isabel Allende : La casa de los espíritus, Angeles Mastretta Mujeres de ojos grandes, Emilio Gamboa : Santa, Ana Lydia Vega : Pollito Chiken, Helena Ma. Viramontes : Las polillas, Luz Selena Vásquez : Como al cristal al romperse, El país de las mujeres de Gioconda Belli, por citar algunas de las muchas que podríamos nombrar sabiendo, a su vez, que decenas han quedado esperando en el archivo de nuestra memoria.

14Lo interesante es destacar que de todas estas mujeres ficcionalizadas muy pocas son construidas desde la vejez y desde la enfermedad, (a excepción de La buena vecina de Doris Lessing). Planteado al revés : la mayoría son jóvenes casi niñas o adultas maduras, ricas o pobres, cultas o ignorantes, bellas o feas, aceptadas o marginadas, del campo o de la ciudad. Cuando las mujeres de la tercera edad aparecencumplen la canónica función de tiernas abuelas consentidoras, amorosas, apacibles, contadoras de cuentos, ricas en experiencias y excelentes consejeras.

  • 1  Claudia Piñeiro nació en 1960 en la Provincia de Buenos Aires-Argentina, escritora, dramaturga, gu (...)

15Un quiebre de este canon es el personaje de Elena en el relato corto “Elena sabe” del 2007, que hoy nos convoca, escrito por Claudia Piñeiro, creadora argentina residente en México, honrada con el premio Sor Juana Inés de la Cruz en 20101.

16Es el personaje-narradora homodiegético quien relata en primera persona y de manera fragmentaria aspectos de su vida. El tiempo del relato está marcado, medido, por su tratamiento para su enfermedad, la toma de la pastilla de cada uno de los días de su existencia para paliar una grave y degenerativa dolencia. Su mente lúcida, razona, planea, analiza y reflexiona adecuadamente, el problema es su cuerpo que no “le hace caso”, que no puede dominar. El espacio exterior no es relevante ; al contrario, es el interno el que es dominante, el de la mente de la anciana que no comprende qué pasó, qué pasa, por qué quienes la rodean tienen ciertos comportamientos : la dejan sola, nadie la oye, nadie la ve, nadie le da respuestas. Su vida encarna la soledad rodeada de soledades, sus seguridades se transforman en dudas, sus preceptos se derrumban, sus creencias se caen una a una.

17Este discurso femenino se crea desarmando y armando al personaje de una anciana enferma, tiene particularidades especiales que confluyen en un relato breve pero denso, que se mueve con repetidos vaivenes entre el pasado y el presente, que con incoherencias y ambigüedades se columpia entre certezas e incertidumbres, donde se combinan, tal vez sin desplegarlas demasiado, características de lo intimista, de la relación madre e hija, de la justicia y de la crítica social.

Sobre teorías feministas

18Tal vez este sea el momento de recordar algunas ideas de teorías literarias feministas o femeninas que fueron útiles en el presente trabajo de lectura y análisis. Se trata del caso de la estudiosa francesa Héléne Cixous, contenidas en su obra “La risa de la medusa” (1995) y “Velos” (2001), escrita con Jacques Derrida, rozan fundamentalmente la noción sobre escritura y subjetividad femeninas, el cuerpo, la corporeiza y la sexualidad de las mujeres que también fueron tema de pensadoras y pensadores de la talla de Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Michel Foucault, Gabriella Buzzatti, Ana Salvo, Thomas Laquear, Arturo Rico Bovio y Aída Aisenson Kogan, entre otros.

19En el mismo cauce, dos obras de la catedrática italiana Rosi Braidotti aportan reflexiones interesantes sobre los mismos temas señalados, dentro de las investigaciones sobre filosofías post estructurales realizando un itinerario intelectual entre la teoría feminista y las teorías posmodernistas para plantearse el problema de la situación existencial de un individuo multicultural : “Sujetos nómades” del año 2000 y “Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade” del 2001 que le han permitido construir el lema que defenderá a pies juntillas : “¡Soy fragmentada, luego existo !”. Seguiré a estas autoras en mi trabajo, sobre todo en lo que sostienen tanto de la modernidad como de la postmodernidad entendidos como periodos históricos ; concretamente, la llamada crisis de la modernidad como el momento en el cual la caída del paradigma de la razón pone en jaque las visiones universalistas, entre ellas, la del esquema conceptual dualista -que tuvo como principal propósito crear una ilusión de naturalidad donde sus estructuras aparecían como “inevitables”, entre ellas, la de la condición de subordinación femenina. Esta desestabilización es vista por Braidotti como una grieta de apertura hacia las diferencias como un proceso creativo de nuevas subjetividades y para ello propone la conciencia nómade como una vía de construcción o mejor, de deconstrucción. La experiencia vital y un proceso de reflexión y teorización tienen un componente funcional que es la noción de viaje, de desplazamientos tanto en el tiempo como en el espacio. Para esta autora, la mirada en retrospectiva posee una función cardinal en la configuración de la identidad y del tipo de subjetividad nómade ; quizá se deba a que la distancia entre el punto de salida y el de llegada, así como el tiempo requerido para el recorrido, generan una visión en perspectiva, implican una conciencia más aguda de sí misma y del mundo.

20Al colocar el viaje como un eje generador, muestra su postura contraria a la concepción de las identidades fijas ; la metáfora de la identidad como un mapa de los lugares donde ya se ha estado no puede ser más clara. “Nos construimos en retrospectiva ; el único indicador de lo que somos es el rastro de las huellas que hemos dejado en nuestro andar : eso que ya no somos” (Braidotti,2000 : 45).

21Sin embargo, hay que distinguir identidad y subjetividad. Identidad es como un juego de aspectos múltiples ; edificada a través de identificaciones sucesivas (requiere de la presencia del otro) y que escapan del control racional, es decir, sus procesos son inconscientes, en tanto que la subjetividad se refiere a una posición consciente y deliberada. La identidad apoyada en continuos movimientos (viajes) como el sitio donde se gestan las rupturas, los cuestionamientos respectos a los conceptos cerrados y a las identidades estables ; es el lugar del germen de la subjetividad, denominada como nómade alude al acto de ir, de desplazarse, de moverse, independientemente del lugar al que se dirija. La cohesión de este tipo de subjetividad aparece a partir de las repeticiones cíclicas, su unidad es un movimiento rítmico. Su sentido de identidad se basa en lo contingente, no en lo fijo porque más que la construcción de una identidad se trata de una deconstrucción.

22Es necesario diferenciar el concepto de nómade con el de migrante y el de exiliado. El migrante se encuentra oculto dentro de un presente suspendido, para él no existe el futuro ni el pasado, el tiempo anterior a su desplazamiento es repetido una y otra vez ; sus intentos por adaptarse a su nuevo entorno son infructuosos pues se aferra a los valores de su cultura. El exiliado camina con el peso de la nostalgia de su país de nacimiento, inmediatamente marca una separación entre el punto de partida y la imposibilidad de regresar a éste, se rige por un anhelo de retorno, se instala entre un pasado y un futuro felices, para él no existe el presente, lo niega. Las nociones de migrante y de exiliado son para Braidotti imágenes de alteridad cultural con horizontes cerrados anclados en el temor y la nostalgia ; el nómade en cambio, camina desprendiéndose de todo sentimiento de pérdida o nostalgia.

23Debemos aclarar que se puede ser nómade aún sin realizar ningún desplazamiento geográfico, de lo que se trata es de estar en un constante traslado entre ideas, conceptos y nociones. El motor de este tipo de conciencia es el deseo a no tener una unidad esencial o concepción de identidad cerrada ; propone la de apertura. El nomadismo, en palabras de la autora, “no es fluidez sin fronteras, sino que consiste más bien en una aguda conciencia de no fijación de límites. Es el intenso deseo de continuar irrumpiendo, transgrediendo” (2000 :78).

24En definitiva, no es cambiar por cambiar o simplemente el acto de migrar ; sino el deseo perenne por continuar infinitas andanzas.

25Una de las características intrínsecas del sujeto nómades es su estado poliglota, no en el sentido de dominio y usuario de otras lenguas, sino en la aceptación de que cada lengua es una variada visión del mundo que permite el desplazamiento entre posiciones diversas y miras múltiples. La lengua materna es el punto de anclaje para zarpar hacia otras miradas que se encuentran en tránsito constante. Esto trae como resultado una respuesta que se visibiliza mediante la escritura, el gran lugar de las rupturas, el lugar de transgresión a los patrones establecidos y rígidos, especialmente del sistema falo-logocentrista.

26Es en este espacio donde tiene cabida la deconstrucción de estructuras sedentarias de formas y palabras. Es en ese sentido en que el sujeto nómade representa un movimiento de ruptura con los convencionalismos, tanto del pensamiento teórico como de la práctica social, al remarcar la inoperancia de las identidades fijas. No hay conciencia nómade si no existe al mismo tiempo una resistencia crítica a establecerse dentro de los patrones de pensamiento y de conducta que ya han sido socialmente codificados. Entre más anclado al sedentarismo se esté, más se refuerza el sentido apolítico. El nómade no explota a la tierra, toma de ella lo que le ofrece, no posee un sentido de propiedad privada. El sedentarismo en cambio, requiere trazar límites precisos, se establece de forma definitiva a un lugar cuyos márgenes son seguros y constantes.

27La teoría feminista aparece en el desarrollo teórico de Braidotti como un puente.

Veo al feminismo actual como la actividad destinada a articular las cuestiones de la identidad del individuo, del cuerpo y del género con las cuestiones relacionadas con la subjetividad política, y a conectarlas, tanto con el problema del conocimiento como con el de la legitimación epistemológica ( 2000 :70).

28Si hay algo que han, que hemos padecido las mujeres, es precisamente el encasillamiento en modelos cerrados de comportamiento, de imagen y de moral.

29La subjetividad nómade no es un sitio más de convenciones acerca de cómo son las mujeres o de cómo deben situarse en el mundo. Braidotti apuesta más bien a una “forma abierta de mirar” la diferencia. “Creo que las generalizaciones sobre las mujeres deberían reconsiderarse prestando atención a las diferencias entre mujeres y explicándolas” (2000 :56).

30En definitiva, la subjetividad nómade es una manera de explicar al sujeto fragmentado.

31Se deben abrir las puertas para dejar paso a la diferencia, para que tenga su espacio sin ser condenada o censurada, para que deje de ser un estigma negativo. El cuerpo, su concepción y sus múltiples formas de apropiación están en el centro de estas discusiones porque el cuerpo es un texto, un discurso, la forma de percibir el mundo exterior.

32En cuanto a la subjetividad femenina, Braidotti opina que

[…] una habla como mujer, aunque el sujeto “mujer” no es una esencia monolítica definida de una vez y para siempre, sino que más bien el sitio de un conjunto de experiencias múltiples, complejas y potencialmente contradictorias, definido por variables que se superponen como la clase, la raza, la edad, el estilo de vida, la preferencia sexual y otras. (2000 : 30)

33Es decir, cada caso tiene sus particularidades y, en todo caso, las similitudes aparecerán sin forzarlas. El cuerpo es el eje donde convergen y se visualizan las características de cada fémina ; es el sitio de intersección de lo biológico, lo social y lo lingüístico. No se puede separar, entonces, la subjetividad de la corporeidad y uno de los espacios donde mejor puede verse esta unión indivisible es la escritura.

34A las mujeres, por siglos, se les negó la visión de su propio cuerpo y la aceptación del mismo, era para ser mirado, era un cuerpo colonizado por otros, negado y sin posibilidad de ser conocido, leído, comprendido ; a tal punto que las mujeres llegaron a odiar y rechazar su corporeidad.

35El proceso fue doloroso y tardado, fue necesario recurrir a la autoconciencia, al des-velamiento, al descubrimiento. Todos estos cambios pasan por la escritura que “(…) es, en mí, el paso, entrada, salida, estancia, del otro que soy y no soy, que no sé ser pero que siento pasar, que me hace Vivir” (Cixous,2001 :46).

36La escritura es también un acto político, un acto de rebeldía, una revolución porque rompe con el sistema de pensamiento dominante. Es ruptura, crea grietas en lo establecido, da paso a un “recorrido multiplicador de miles de transformaciones” (2001 :47). En este punto vuelven a coincidir las dos teóricas en las que me he detenido : es necesario desprenderse de estados pasados con visión crítica y estar dispuesta a la construcción novedosa que inexorablemente necesita del intercambio con el otro. Reafirman la idea de la deconstrucción, tanto en la lectura, en la escritura y en la interpretación, manejada por Jacques Derrida, como aquello que actúa en forma de desautorización teórica y práctica de axiomas como autor, fuentes, obras, influencias, método que produce una desestabilizad de las convenciones vigentes. Estas son sus palabras :

La deconstrucción irrumpe en un pensamiento de la escritura, como una escritura de la escritura, que por lo pronto obliga a otra lectura : ya no[…] en el sentido que quiere-decir un discurso, sino atenta a la cara oculta de éste […] que se resiste a ser comprendido como expresión de un sentido, o que más bien expone éste como efecto…de una ilusión para la conciencia. (1989,15-16)

37Regresando al tema del cuerpo, íntimamente ligado al tema de la sexualidad, no nos olvidemos que es ese lienzo donde se escribe, me leo y me leen y que está investido por una serie de contenidos concientes e inconcientes. La mirada, el tacto, el olfato, el oído nos des-velan, nos permiten contactar lo interior con lo exterior. La piel funciona como la frontera entre estos dos mundos.

38El cuerpo es palabra y no sólo cuerpo en vez de palabra. El cuerpo es vía y lugar de escritura, es quien percibe y quien es percibido por los demás y ése es el eterno juego de la semiosis. En ese espacio que es el cuerpo, nos sentimos a través de él, no se puede separar la sensación o percepción del cuerpo.

39Ya Merleau-Ponty en Fenomenología de la percepción de 1985, al ocuparse del tiempo y el espacio, distinguió al cuerpo como espacio expresivo y gran generador de los otros espacios. Nuestro cuerpo no está ocupando un espacio, es el espacio mismo, lo que se podría traducir como una especialidad de situación, no de posición. Es palabra y al mismo tiempo engendra palabra que es el vínculo y puente entre nosotros y la realidad. Un vehículo de expresión y de intencionalidad.

40El conocimiento de la corporeidad supone un autoconocimiento global de lo que somos y evita las creencias jerárquicas opresoras. La premisa ante todo es que el cuerpo no es una cosa, sino un órgano de percepción por el cual accedemos a las cosas del mundo. Este acceso es a su vez, lo que hace posible el proceso de sociabilidad y apropiación del mundo. El cuerpo, citando al mismísimo Merleau-Ponty, es pura conciencia encarnada.

La novela Elena sabe

41La subjetividad femenina,el cuerpo y la escritura femenina son temas que están enclavados en este relato : la cuestión es hallarlos, deconstruyéndolo.

42Lo intimista va estrechamente trenzado con la relación madre-Elena y su hija Rita. Elena padece una terrible enfermedad degenerativa que la tiene casi postrada, que sus movimientos son torpes, imprecisos y dificultosos, que vive sola desde que murió Rita y que no está conforme con la explicación que le dan, el sacerdote de la iglesia donde se halla el cadáver, acerca de la muerte de su única hija, mucho menos con las explicaciones de la policía y, sobre todo, se niega absolutamente a aceptar el “carpetazo” al caso cerrado bajo la etiqueta de suicidio. Ante semejantes situaciones, todas desfavorables, decide ir a buscar a una conocida desde hace muchos años atrás y pedirle ayuda para develar el misterio. Es en ese momento en que empieza la historia, dividida en tres partes que están marcados por la toma de la medicación, de las pastillas con Levodopa, medicina que recorrerá su cuerpo y aliviará los efectos del parkinson : I La mañana (segunda pastilla), II Mediodía (tercera pastilla) y III La tarde (cuarta pastilla). Desde y a través de su corporeidad ve y siente la realidad.

43Elena se plantea cruzar desde la periferia hasta la ciudad en un tren suburbano que la llevará a la estación terminal ferroviaria Plaza Constitución para lo cual debe caminar varias calles. Su meta es, una vez en Buenos Aires, buscar el domicilio de Isabel Mansilla para pedirle un gran favor : nada más y nada menos que le preste su cuerpo para poder investigar y resolver el misterio de la muerte de Rita ; es decir, que ella busque, investigue y dé con la verdad sobre la desaparición de la joven Rita. Como notamos el segundo hilo de la historia, la indagación, aparece y se teje con los demás señalados.

44Más adelante sabremos qué conocerá en una reveladora conversación con la señora Mansilla, y qué curso tomará la narración.

45El viaje es cuidadosamente preparado por la anciana, la acompañan solamente sus medicinas y una serie de recuerdos de su hija cuando era pequeña, más tarde adolescente y luego una joven enamorada.

46Le vienen a la mente los veraneos en Mar del Plata, la relación ríspida entre ellas, las desobediencias de Rita, los enojos y las peleas que vivieron. También recuerda nítidamente la terrible soledad en la que queda cuando, una tarde de lluvia, aparece el cadáver de Rita colgado del campanario de la iglesia del padre Juan, el velorio y el sepelio de su querida y única hija compañera. Si a esto sumamos su enfermedad que debilita su cuerpo y el convencimiento de que alguien había asesinado a la joven y que nadie escucha sus reclamos, ni el sacerdote ni la policía ; ella quiere y necesita saber la verdad y por eso emprende este recorrido tanto externo como interno, es por eso que se aventura a averiguarlo y para ello necesita la ayuda de su vieja amiga.

47Es menester agregar que el diagnóstico de su enfermedad fue un secreto, durante mucho tiempo, entre el Dr. Benegas., Rita y ella porque ninguna de las dos mujeres querían infundir lástima ni dar explicaciones de la situación, pero día a día la salud de Elena se iba menoscabando y su movilidad restringiéndose inexorablemente.

48En esta parte primera de ocho fragmentos, conocemos también de la relación entre Rita y Roberto Almada, un joven vecino con una deformación física. Nunca fue algo sólido, sólo escarceos amorosos sin llegar a nada serio, un amigo con ciertos privilegios que nunca “… estuvo (…) a la altura de las circunstancias. Eran dos desahuciados, dos perdedores del amor, o ni eso, dos que nunca jugaron, que se conformaron con mirar desde la platea” opina duramente Elena acerca de esta relación (p. 27).

49La segunda parte, subdividida en siete rápidos, intensos, sucesivos destellos nos entera la propia voz de Elena de su itinerario a recorrer cuando toma el tren : su viaje en el vagón, su desplazamiento en la Terminal, después en un taxi que la llevará por calles desconocidas hasta la casa de la familia Mansilla donde se reencontrará con Isabel.

50El recorrido del viaje (alusión al nomadismo de la teoría feminista expuesta ut supra) está lleno de recuerdos, dudas y de la reiterada obsesión de quién fue el autor de la muerte de su hija. Sabemos que la anciana conoce el mundo que la rodea por su mirada hacia el suelo, siempre “agachada” por su edad y por el parkinson, sólo ve los pies, la mitad inferior de los cuerpos, es una óptica también fragmentada, incompleta que le permite imaginar lo que no ve. Sabemos también, debido al ejercicio selectivo de la memoria, de sus conversaciones, largas charlas con Avellaneda que es quien llevó a cabo la investigación del caso de Rita, quien

(…) fue asignado bajo precisas indicaciones. Atender a la madre de la occisa, escucharla, pero aclararle siempre y en cada momento que para la policía y la justicia el caso estaba cerrado, suicidio. […] Avellaneda no es ni era inspector, nunca pasó de cabo, su responsabilidad de atender a Elena fue su castigo, una especie de probation clandestina dentro de los cuadros policiales luego de haber   sido descubierto en un affaire que le reclaman duramente (85)

51y a quien sus compañeros de trabajo le aconsejaron que “la próxima vez sea más discreto” (86) y, como castigo, le asignaron, de ahí en adelante tareas de oficina y atención al público, entre las cuales estaba atender a Elena y su caso.

52Conocemos, por las remembranzas de Elena, que su hija no sería nunca madre, ni ella nunca abuela, porque Rita era estéril según estudios hechos por facultativos, entre ellos el mismo Dr. Benegas, médico, a su vez, de Elena quien la trata con la sustancia adecuada para su mal. También sabemos de los trámites interminables y penosos de la afiliación a la Obra Social, a través de la cual la protagonista recibiría atención médica, tratamiento kinesiológico y los medicamentos ; la burocracia de esa institución le dolía, se sentía maltratada por los empleados y profesionistas que siempre encontraban un motivo para humillarla y alargar, sin razones, el tiempo de espera. Como corolario a tantas reflexiones y análisis, incertidumbres y acertijos, Elena relata que Antonio, su difunto marido y padre de Rita, que trabajaba como celador, portero y catequista en el colegio parroquia por ser un católico practicante educó a su hija Rita en la fe y preceptos católicos ; sin embargo, ella, Elena, no seguía el dogma ni los ritos de la iglesia.

53Ahora se siente más alejada de Dios a quien reclama con entereza su desdichado y ante lo cual el sacerdote llama insensatez porque

Tal vez por eso el compromiso con la fe católica de Rita haya sido tan ambivalente, casi esquivo. Porque la educó un católico ferviente, y una que mentía serlo. Por eso Rita llevaba una cruz colgando del cuello pero se atrevía a faltar a misa cuando llovía, porque le tenía más miedo a los rayos que a la doble falta que cometía, mentir y no ir a misa. Y no confesaba todos sus pecados sino algunos. (95-96).

54Esta parte de la novela nos da las pautas del cúmulo de inseguridades que rodean a la protagonista, no sólo por la debilidad de su cuerpo sino por la desilusión que cubre sus pensamientos acerca del mundo y de la marginación de los ancianos, enfermos o no, que ejerce la sociedad de hoy.

55Termina este capítulo, cuando llega y se detiene frente a la puerta de la casa de los Mansilla, objetivo final de su doloroso recorrido que inició al salir de su casa.

56En la tercera y última etapa, más breve que las dos anteriores, conformada por cuatro partes solamente, se desliza con cierta rapidez, aunque el ritmo de todo el discurso ficcional está marcado por movimientos pausados, dificultosos y titubeantes como los de la propia protagonista que responden a su edad, a su carga emocional y a su enfermedad.

57El final de la andadura se acerca y el encuentro cara a cara con Isabel está próximo, frente a la casa de los Mansilla se confunden el miedo y la esperanza. Las dos mujeres se observan, se miran, se reconocen pero la charla que inician es parca, poco amable y poco a poco se va suavizando. En Elena hay expectativa, en Isabel rencor, resentimiento, un viejo resentimiento que hace años la dañó y que lleva guardado en su memoria y en su corazón.

58La conversación entablada es reveladora, Elena le pide a Isabel “que le preste su cuerpo” sano y joven para seguir haciendo las averiguaciones y conocer el verdadero porqué de la muerte de Rita ; Isabel se encoleriza, grita y declara que ella la había matado, que ella, Isabel, había deseado su muerte cada día y cada minuto de esos veinte años transcurrido porque fue Rita, dos décadas atrás, quien creyó ayudarla pero, en realidad, le provocó un profundo daño porque al enterarse del embarazo no deseado de Isabel, la obligó a seguir con él a pesar de sus reclamos de que era una situación no querida.

59Nace su hija Julieta pero este hecho fue un acto impuesto, decidido por otros, particularmente por Rita quien atada a sus convenciones y limitaciones, sin respetar la libertad y libre decisión de Isabel, impuso sus ideas propias. Aquellas dos jóvenes de entonces se alejan, pero año tras año Rita sabe de Julieta por cartas, fotos, felicitaciones de fin de año ; correspondencia enviada, seguramente, por el padre de Julieta, el señor Mansilla, o tal vez por su entrañable amigo y padrino de la niña, para tenerla al tanto de su hija.

60Es en este instante del relato, en que conocemos la falsedad del matrimonio Mansilla, la máscara del engaño ante la sociedad para tapar una relación homosexual ; también conocemos del maltrato físico y psicológico que sufre Isabel que es usada como “pantalla” para tapar, ante el mundo, comportamientos poco aceptados, no asumidos. Es en esta conversación, interrumpida con algunos largos silencios, en que se desnudan mitos individuales y sociales, se revelan actitudes, tomas de decisión ante la irreversibilidad de la enfermedad de Elena que no puede asumir Rita porque la supera la capacidad de amor y la irreversible conciencia del fin, de que no hay salida, de que todo se irá agravando, que no habrá marcha atrás en el padecimiento de su madre.

61Es un momento crucial donde Rita debe elegir entre una vida entregada al deterioro de la vida de su madre y su relación o renunciar a su propia vida, el suicidio, el corte, la salida falsa triunfa. Tanto esta resolución de Rita como la de hace veinte años de Isabel es tan dolorosa y fuerte y tan semejante, porque ambas tienen que ver con dar o negar la vida, es tomar la determinación sobre el propio cuerpo, sobre la vida.

62En fin, varios mitos se desmoronan, mitos venerados por todos pero no aceptados conscientemente por todos : la homosexualidad, el silencio ante el mal trato, la resignación ante la maternidad obligada, la carencia de valor para seguir adelante viendo a un ser querido destruirse, el callar relaciones hipócritas, intolerantes e injustas, entre muchas más vejaciones en nombre de una moral plena de autoritarismo y dobles discursos.

63Mujeres sometidas a reglas de vida, poco hacedoras de sus destinos que en esta escritura feminista o femenina son desnudadas para que se tome conciencia, para que se crezca en toma de posiciones más queridas y no impuestas.

64En este último tramo del relato que parece cerrarse como desesperanzador, he querido reconocer una luz, una posibilidad de cambio, una ventana abierta a la fantasía, a un sueño. Un hecho trivial pero simbólico en la última “escena” del relato que da entrada a lo alentador : la aparición de un gato siamés, mascota de Isabel, que nos permite abrir una sorprendente interpretación dentro del imaginario simbólico. El felino se pasea, ronda, pide caricias a Elena con sus movimientos, ella las acepta. Siempre está próximo, siempre atento a las voces, a lo que sucede entre las dos mujeres. Este elemento, tantas veces recurrente en obras literarias, en ésta me llevó a hacerme estas preguntas : ¿ será un indicativo, un signo de la presencia en ausencia del único ser que unió y amó a estas dos mujeres ?, ¿acaso este animal es la reencarnación de Rita ?  ¿ Esta presencia significa una carga mágica ambivalente y mítica de resguardo, de paz, de reconocimiento del derrumbe de las certezas, de la intimidad como un reconocimiento impostergable de que la vida sigue y hay que vivirla como mejor nos adaptemos a ella, sin albergar demasiadas expectativas, sin aferrarnos a lo convencional y dando rienda suelta a una posibilidad de que lo que vendrá podría ser distinto ?

65No lo sé, pero esta disquisición aunada a las últimas palabras de Elena con las que se cierra la narración, “Tal vez mañana […] Tal vez…” (173) susurran el entrañable anhelo de tener una mejor existencia y están envueltas en un denso halo de esperanza y valentía no sólo como un deseo personal, individual, sino como un reclamo social para alcanzar una vida en común mejor, mucho más fraterna, organizada, respetuosa, justa y equitativa para cada uno de sus integrantes.

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Bibliographie

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Lotman, Iuri , La semiósfera, Madrid : Cátedra, 1996.

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Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, México : Origen/Planeta, 1985.

Piñeiro, Claudia, Elena sabe, Buenos Aires : Clarín-Alfaguara, 2007.

Piñeiro, Claudia, Las viudas de los jueves, Buenos Aires : Clarín-Alfaguara, 2005.

Ricœur, Paul, La metáfora viva, Buenos Aires : Megápolis, 1984.

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Notes

1  Claudia Piñeiro nació en 1960 en la Provincia de Buenos Aires-Argentina, escritora, dramaturga, guionista de televisión ha creado varias obras entre las que se encuentran : Tuya y Las viudas de los jueves en el año 2005, Un mismo árbol verde y Serafín, el escritor y la bruja en el 2006, Elena sabe y Verona en el 2007, Las grietas de Jara en el 2009, novela por la que recibió, en 2011, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en México.

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Pour citer cet article

Référence électronique

Ana María Del Gesso Cabrera, « Certezas que conducen a incertidumbres (una novela de Claudia Piñeiro) »Amerika [En ligne], 7 | 2012, mis en ligne le 20 décembre 2012, consulté le 14 novembre 2024. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/3338 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.3338

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Auteur

Ana María Del Gesso Cabrera

Catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla
México
anadelg@gmail.com

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Droits d’auteur

CC-BY-SA-4.0

Le texte seul est utilisable sous licence CC BY-SA 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.

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