Navigation – Plan du site

AccueilNuméros6OpinionHistoria editorial con moraleja

Texte intégral

1Cuando lo conocí, R. ya tendría cuarenta. Un hombre de esos con el pelo como un cepillo, que anda bronceado todo el año, que ostenta ropa de marca y que cuando entra a un boliche estira el cogote, ansioso por conocer a alguien y que otros lo reconozcan a él. Había hecho una buena carrera en Económicas y la influencia decisiva de un profesor le dio la oportunidad de hacer un posgrado en el exterior en algo que llaman Business Process Management, y que ignoro prolijamente qué diablos es, pero con semejante nombre ha de ser importante. Cuando volvió al país, como un amigo que andaba en política le había conseguido un carguito en gestión cultural, R. lo puso bien resaltado en su curriculum y lo contrataron en un grupo editorial. Era uno de esos grupos que hicieron dinero en negocios financieros, inmobiliarios o en los medios de comunicación y, en su afán de multiplicar sus ingresos y acumular capital y poder, compran empresas de cualquier cosa. Los tipos compraron una editorial de prestigio, echaron a los editores de carrera y contrataron al personaje del que vengo hablando. Le dijeron que había que hacer crecer la rentabilidad, que nada de libros cultos, para intelectuales, que querían « un sello con fuerte presencia en el mercado ». R. hablaba de un autor como « una marca que hay que imponer » mediante una estrategia de « advertising », del público lector como un « target », y decía, con una mezcla de ironía y orgullo, que él era un editor de « fast-sellers ». Editó libros con consejos para contratar una mucama, libros de confesiones de un jugador de fútbol, libros en los que se explica cómo una modelo alcanzó el camino espiritual, libros para que empresarios de éxito encuentren su yo interior, libros en los que se narran las aventuras amorosas de Manuel Belgrano, libros en los que políticos mediáticos hablan doscientas páginas de sí mismos, libros con biografías supuestamente no autorizadas de algún famoso enredado en las drogas o el alcohol, libros sobre los cincuenta beneficios que nos provee la zanahoria. Quiso vender libros como se venden detergentes o zapatos, y fracasó. Al año y medio lo echaron. Creo que los del grupo vendieron la editorial porque « no era rentable ». A esta altura, el lector podrá suponer que exagero, pero no es así: cuando visité la Feria del Libro 2008, el libro mejor expuesto en el stand de Planeta (el grupo editorial más poderoso de nuestra lengua) era ¿ Qué me pongo ?, de la top model Valeria Mazza. Pero, claro, no todo es lo mismo.

2 Francisco « Paco » Porrúa (La Coruña, 1922) se desempeñó como asesor literario de la Editorial Sudamericana desde mediados de los cincuenta hasta 1962; entonces fue designado director editorial, cargo que ejerció hasta su desvinculación de la empresa en el ’72. Fue el editor, en 1963, de Rayuela, de Julio Cortázar, y en 1967 de Cien años de soledad, de García Márquez, entre tantas otras obras. Asociado con Sudamericana, creó  en 1955 su propio sello, Minotauro, dedicado en especial a la ciencia ficción; su primer título es bien conocido: Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, con prólogo de Borges y traducción del propio Porrúa. En 1975, agobiado por los avatares políticos del país, se radica en Barcelona, y se decide a editar una obra desmesurada cuyos derechos había conseguido entre los saldos de un agente. Lo logra en 1977: publica en Minotauro la traducción española de El señor de los anillos, la novela que el sudafricano J.R.R. Tolkien había dado a conocer dos décadas antes. Ocho años después, se calcula que había vendido ocho millones de ejemplares. Sin embargo, ya con muchos años encima, Porrúa debió vender, en 2001, su mítico sello Minotauro al Grupo Planeta.

3 Al igual que Sudamericana, Emecé fue también fundada por inmigrantes españoles que huían de la Guerra hacia fines de los treinta. Algunos años después, en el ’47, fue adquirida por la familia Del Carril. Como es bien sabido, editó, entre muchos grandes autores, a Jorge Luis Borges y a Adolfo Bioy Casares. Cuando finalmente se vendió (también al Grupo Planeta), en el año 2000, Pedro Del Carril conservó su filial española, a la que bautizó Salamandra. Un día, una agente le ofreció a su esposa, Sigrid Kraus, una novela para jóvenes que se había publicado en inglés en 1996, escrita por una desconocida, una tal Janet Rowling. Le pedían diez mil dólares por los derechos y arreglaron en siete mil. La obra era Harry Potter y la piedra filosofal, a la que siguieron los nuevos títulos de la serie; en ocho años habían vendido cerca de 12 millones de libros. Es de destacar que Salamandra, además de Harry Potter (o, podríamos decir, gracias a Harry Potter) tiene un estupendo catálogo que incluye al húngaro Sándor Márai y a la ucraniana Irène Némirovsky –la autora de la magnífica Suite francesa–, asesinada en el campo de Auschwitz y redescubierta no hace mucho tiempo.

4 Hay un lugar común que indica que los buenos libros venden poco y los malos mucho. Que los editores « cultos » editan libros para minorías, pero si lo que se pretende es llegar a masas de lectores y ganar dinero hay que editar basura. Y que quienes saben lucrar con la basura son los gerentes o CEOs expertos en marketing, que no vienen del campo cultural sino del campo de los business. Quise demostrar, en estas pocas líneas, que esto no es así, que se trata de uno de los tantos mitos de la estulticia neoliberal. Los libros no se venden como chorizos. La cultura, todavía, y afortunadamente, tiene sus propias regulaciones y sus propios mecanismos de consagración.

5Va un consejo, entonces, para los grandes grupos editoriales: contraten a los editores que saben (como Porrúa, como Del Carril); no sólo pueden publicar buena literatura, sino que, además, pueden descubrir grandes éxitos de venta, como El señor de los anillos o la saga de Harry Potter. Un día, no sé a cuento de qué, le pregunté a R. por Juan Gelman. « ¿ Hellmann’s, de la mayonesa  ? »: cuando advertí que su cara estaba seria y que no había sido un chiste, me convencí de que el día en que estos tipos ganen la batalla del libro (y la están ganando), estaremos perdidos.

Haut de page

Pour citer cet article

Référence électronique

José Luis de Diego, « Historia editorial con moraleja »Amerika [En ligne], 6 | 2012, mis en ligne le 21 juin 2012, consulté le 15 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/3145 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.3145

Haut de page

Droits d’auteur

CC-BY-SA-4.0

Le texte seul est utilisable sous licence CC BY-SA 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.

Haut de page
Rechercher dans OpenEdition Search

Vous allez être redirigé vers OpenEdition Search