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Mémoire et urgences textuelles

Eros y dolor

Cambio de armas de Luisa Valenzuela
Teresa García Díaz

Résumés

This article analyzes the construction of the female protagonist in Luisa Valenzuela's book Cambio de armas through a consideration of critical observations on the theme of violence by authors such as George Bataille, Hannah Arendt, Rainer Maria Rilke, Michel Foucault, and Wolfgang Sofsky, among others. We establish a variety of links between violence and eroticism showing how, in Valenzuela's story, this relationship is revealed through the love story of the main characters Roque and Laura.

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Texte intégral

Speculum mundi : la convivencia del mal y del bien, o una estadía en los círculos del infierno

El horror del infierno reside en su condición esencialmente física y no metafísica. Esta idea
parece haberla intuido Dante.
Salvador Elizondo

1La historia en América latina tuvopuntos de ruptura como el golpe de Estado en Chile en 1973 y la dictadura militar en Argentina, 1976-1983, época en que se utilizaron inimaginables formas de represión. Intentar entenderlas o explicarlas es tarea compleja, pues resulta incomprensible el comportamiento quienes castigan a los que piensan distinto ; y no pueden sensibilizarse por el dolor que les inflingen a sus enemigos. Aunque la maldad sea inherente a la condición humana, en ese contexto represivo entre víctimas y victimarios, a algunos seres los dominan las pasiones más abominables.

  • 1  Meter Burke, Formas de historia cultural, Madrid, Alianza, 2000, p. 66.

2Maurice Halbwachs afirma que « los grupos sociales construyen los recuerdos. Son los individuos los que recuerdan en sentido literal, físico, pero son los grupos sociales los que determinan lo que es ´memorable´ y cómo será recordado »1. Cuando reflexionamos sobre ese desolador pasado de Chile y Argentina, que hemos conocido en testimonios directos, en textos testimoniales o en las diversas perspectivas o poéticas en que la historia y la literatura interpretan y nos transmiten esa experiencia que marcó a toda una generación, entonces, es la memoria colectiva, esa suma de identidades construidas, la que podemos vislumbrar a la distancia. Aunque no lleguemos a comprender esa época, debemos recordarla.

  • 2  Ibíd., p. 79.

3Por fortuna, el arte es sensible a ese horror, y lo comparte con diferentes generaciones y geografías. La expresión de ese dolor y esas pérdidas, los calvarios de las cárceles, centros de detención y las historias de los desaparecidos se suman a través del imaginario de una serie de autores, y se hacen visibles a través de diferentes estéticas. Aunque « con frecuencia se dice que la historia la escriben los vencedores. También podría decirse que la olvidan los vencedores. Ellos pueden permitirse olvidar, mientras que los derrotados no pueden olvidar lo que ocurrió y están condenados a cavilar sobre ello, a revivirlo y a pensar en lo diferente que habría podido ser »2. Las víctimas no pueden establecer distancia frente a su sufrimiento, aunque se esfuercen en dejar atrás lo sufrido o las pérdidas, aunque cicatricen las heridas externas las internas los acompañan de por vida.

  • 3  Salvador Elizondo, Teoría del infierno, México, El Colegio Nacional/Ediciones del Equilibrista, 19 (...)

4Desde el momento que reconocemos la existencia del bien, necesariamente aceptamos la del mal. Cuando nos preguntamos dónde están los límites entre uno y otro, somos incapaces de respondernos. Todos los seres humanos contenemos cargas claras y oscuras. Suele sorprendernos cómo dominan las unas a las otras, en distintos tiempos en nosotros mismos, qué podemos decir o cómo podemos reaccionar ante los matices entre el negro y el blanco en los otros seres humanos, y más aún, cuando analizamos a personajes históricos o literarios. Cabe recordar que « para la teología medieval el hombre mismo se convierte en el gran intermediario entre el cielo y el infierno; el hombre que entonces será llamado, en el ideal de sus aspiraciones más altas, speculum mundi, el foco en el que los dos mundos se coyuntan »3.

  • 4  Ibíd., p.25.
  • 5  Íd.

5Y en el cuento Cambio de armas de Valenzuela, se transparenta cómo se « coyuntan » el bien y el mal, incluso exteriormente, a través de la corporeidad del torturador y la torturada, en los distintos roles que ocupan. En esa oscuridad, « el infierno se convierte entonces en un instrumento de su hermana, el habla. La literatura de Occidente es la descripción del infierno »4, nos dice Elizondo, y en efecto, como él mismo señala, los creadores « tienen acceso, aunque sea temporalmente, a los infiernos y se tratan familiarmente con los diablos, como si fueran personas de la misma especie »5.

  • 6  Michel Foucault., Historia de la sexualidad. I. La voluntad de saber, México, Siglo XXI, 2006, p. (...)

6El cuerpo del otro es un elemento esencial en las relaciones sexuales y más aún en las de poder, ya sea para crear una dependencia erótica o afectiva, o para dominar al otro al castigarlo. La necesidad que crea el placer repetido le da el poder al personaje dominante de controlar al dominado, por la necesidad creada. O la exposición y vulnerabilidad del cuerpo del prisionero ante el poder del victimario multiplica las posibilidades y las consecuencias de la sexualidad : « en las relaciones de poder la sexualidad no es el elemento más sordo, sino más bien, uno de los que están dotados de la mayor instrumentalidad : utilizable para el mayor número de maniobras y capaz de servir de apoyo, de bisagra a las más variadas estrategias »6. Y la sexualidad es un instrumento de dominio o aniquilación en las guerras.

  • 7  Wolfgang Sofsky., Tratado sobre la violencia, Madrid, Abada, 2006, p. 9.

7Por ello, coincido con Wolfgang Sofsky, cuando escribe que « la acción social tiene siempre un aspecto corporal »7.

  • 8  Salvador Elizondo, Cuaderno de escritura, México, FCE, 2000, p. 58.
  • *  Y “las cuatro personas que intervienen en el acto sexual son: la tortura, la muerte, el amor y el (...)

8Una gama de esas tonalidades es la oscura representación de la contigüidad del gozo de unos y el dolor de otros, a través del erotismo, como una temática recurrente de este negro periodo, pues al fin y al cabo : « la violencia es la imagen del coito reflejada en el espejo de la muerte »8*.

  • 9  Martha Traba, Conversación al sur, México, Siglo XXI, 1999, p. 26.

9Al leer la historia de una mujer que sustituye a su pareja asesinada, para realizar su tarea: matar a un general, y fracasa en el intento. Creemos que la falta de entrenamiento o de conciencia del hecho, la hacen fallar y convertirse, al ser apresada, en fuente de información o carne de cañón para su « víctima » ; quien será el dueño de su cuerpo, de su memoria y de su vida. Las mujeres en las guerras con frecuencia están expuestas física y afectivamente; los vínculos amorosos suelen influir en su participación en los conflictos. En ocasiones son las luchas de sus parejas, o de sus hijos, las que las absorben. Laura, en Cambio de armas, se obliga a cubrir su rol en la tarea que su amado tenía encomendada y para la que no estaba preparada. Algunos sujetos, como Laura, fueron peones de un tablero, y como leemos en Conversación al sur de Martha Traba : « cada uno representó el papel que le tocaba »9.

  • 10  Ibíd., p. 41.

10Hubo quienes tenían conciencia y compromiso político y quienes « se tiraban a la acción como quien se arroja debajo del tren »10.

  • 11  Georges Bataille, El erotismo, Barcelona, Tusquets, 2002, p. 82.

11Sin embargo, ni los concientizados ni los circunstanciales podían imaginar los círculos del infierno que esperaban por ellos, pues « la guerra, diferente de la violencia animal, desarrolló una crueldad de la que las alimañas son incapaces »11. A Laura le toca matar al « general Roque », y falla, convirtiéndose en el objeto perfecto para que él se solase en la venganza.

12Si junto con Salvador Elizondo consideramos que « la noción de ‘infierno’ sintetiza el carácter siniestro del mundo que nos rodea ; es privativa de cosas como la carne y la tortura.

  • 12  Salvador Elizondo, loc. cit., p. 13.

13Cuando nos recreamos imaginativamente en el horror, decimos que estamos imaginando infiernos »12, veríamos con terror que Cambio de armas de Luisa Valenzuela rebasa el imaginario del lector, va más allá de nuestras peores pesadillas o pensamientos más siniestros.

Silencio, alarido y palabra

Si imaginás de todo, lo peor, lo inverosímil, lo aberrante, te vas entrenando para la realidad.
Creo que las cosas son soportables solamente si has sido capaz de imaginar algo peor.

Martha Traba

  • 13  Luisa Valenzuela., Cambio de armas. México. Martín Casillas, 1983, p. 118.

14Percibimos la realidad con los sentidos antes de racionalizarla. La memoria es la sensación asimilada, y es involuntaria, pues nadie se puede sustraer a ella. En el « mundo-departamento » de « Laura », en Cambio de armas, el cero absoluto por su amnesia en relación a la identidad, a la esencia humana y a su lugar en el mundo, contrastan bruscamente con el conocimiento de los objetos y acciones cotidianas, contextualizando esa extraña posición ante la « realidad ». Lo que la sorprende y angustia es lo que sí recuerda. Enfrentar la vida ignorando quién eres, carecer de memoria y tener el cuerpo con huellas de una espalda « azotada », signado por una cicatriz « espesa » y « fresca » que abarca toda la espalda, es « extraordinario ». Por ello, Laura « extraña es como se siente »13.

  • 14  Ibíd., p. 113.

15Aunque « no le asombra para nada el hecho de estar sin memoria, de sentirse totalmente desnuda de recuerdos »14. Quizá porque no recordar era la única manera que tenía de cuidar de ella misma, de sobrevivir. Era menos doloroso no tener identidad, el tiempo de la espera del regreso del hombre se hace recurrente, en ese silencio-sonoro en que transcurre, marcado por el tic-tac del reloj que le hace compañía y la voz bajísima de Martina. Ese sonido intermitente mide el aparente non sense de su día a día, ante la ignorancia del pasado y la incertidumbre del porvenir.

  • 15  Hannah Arendt., Sobre la violencia, Madrid, Alianza Editorial, 2008, p. 29.

16Si para Spender el futuro es « como una enterrada bomba de relojería, que hace tic-tac en el presente »15, el lector desconoce, al igual que Laura, qué connota ese tic tac para su futuro.

  • 16  Rainer María Rilke, Elegías de Duino, Madrid, Hiperión, 2007, p. 87.

17En la VIII de sus Elegías de Duino, Rilke reflexiona sobre las diferencias entre los humanos y los animales, entre la razón y los instintos ; sobre las diferentes formas de percibir el tiempo, el espacio y la vida, donde para el animal : « su ser es para él infinito, sin engarzar y no mira sobre su propio estado, puro como su mirada »16.

  • 17  Ibíd., p. 85.

18Alude a esa criatura que vive « libre de la muerte » mirando hacia el « puro espacio por delante »17. Mientras nosotros nos volcamos de manera reiterada hacia adentro, los seres instintivos siempre se vuelcan hacia fuera. Laura ve sólo hacia fuera porque está vacía de recuerdos y sentimientos, su animalidad la hace refugiarse en la corporeidad y el placer sexual del momento.

  • 18  Ibíd., p. 87.

19Porque Laura « mira fijamente hacia fuera, tal vez con la gran mirada del animal »18.

  • 19  Id.

20Y siente también sólo hacia fuera, instintivamente, al igual que el animal : « donde nosotros vemos porvenir él ve totalidad »19.

  • 20  Id.

21En ese microcosmos vuelto de cabeza, en el que vive, no puede poner orden sin conocerlo, sólo priva el desorden en Laura y al igual que, « sobre el atento y cálido animal hay la preocupación y el peso de una gran melancolía »20. Quizá por eso, los violentos-placenteros-dolorosos encuentros sexuales marcan su tiempo en ese departamento-prisión. Sólo hay un ritmo en esa vida, marcado por los encuentros, es algo primitivo como el tam-tam, el tic-tac, o los latidos. Hay una deshumanización del personaje femenino en esa vida sin sentido.

  • 21  Luisa Valenzuela, op.cit., p. 115.

22La protagonista casi no habla, en el silencio ella « dice -o piensa- gimiendo »21.

  • 22  Ibíd., p. 113.

23Sólo aguarda, « la llamada Laura, de este lado de la llamada puerta, con sus llamados cerrojos y su llamada llave pidiéndole a gritos que transgreda el límite »22. Los sentidos y las sensaciones la vinculan con el mundo ; Martina, su sirvienta-celadora le resuelve todos los « quiero », en la reclusión aceptada pasivamente en un « hogar escenográfico », desde un té y una tostada, hasta una planta. Constantemente está desnuda y abierta para él, pues al usarla no sólo disfruta el dominio sobre ella, y su cuerpo, sino que al penetrarla la abre más allá de la piel, no sólo ocupa y llena sus cavidades, sino que la voltea como un guante y la posee en alma y cuerpo. Pertenece a ese sujeto que nombra con infinidad de nombres, por imposición, con un « manantial » de identidades, como una letanía.

  • 23  Gilles Deleuze., Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel, Buenos Aires, Amorrortu, 2001, (...)

24Roque sabe más de « Laura » que ella misma, es el demiurgo de su presente, de su pasado, de su futuro, de su cuerpo y de su vida. Él tiene las llaves de la puerta y el picaporte de la ventana. Y Laura se siente de barro, maleable para sus manos, se siente arena húmeda que él puede modelar a su antojo. Tristemente los encuentros sexuales con « Roque », su marido-dueño-torturador, son sus únicos momentos de gozo y de encuentro con la vida : « las ganas que a veces la asaltan, ganas de que él llegue de una vez y la acaricie. Es ésta la única forma de saberse viva : cuando la mano de él la acaricia o su voz la conmina : « movete puta ». Para Deleuze, « se considera la mezcla placer–dolor como una suerte de materia neutra, común al sadismo y al masoquismo. Se aísla inclusive un lazo más preciso, « el propio placer–el propio dolor », que se supone igualmente vivido, idénticamente vivido por el sádico y por el masoquista, sin importar las formas concretas de las que él resulta en un caso y en otro »23. Por ello, aquí no podemos dejar de preguntarnos por qué encuentra Laura gozo en esas torturas. La lucha entre las pulsiones de vida y muerte, eros y tanatos, propicia que Laura se aferre a sus sentidos.

  • 24  Martha Traba., op.cit., p. 38.
  • 25  Luisa Valenzuela, op.cit., p. 67.

25Pues en esa soledad y esa vida sin sentido, « todo se aterciopelaba mientras crecía el poder de los sentidos »24, porque, como nos dice Valenzuela en « La palabra asesino » : « el deseo cabe en todas partes y se manifiesta de las maneras más insospechadas, cuando se manifiesta, y cuando no se manifiesta –las más de las veces- es una pulsión interna, un latido de ansiedad incontenible »25.

26La guerra rompe todos los umbrales, no hay límites.

  • 26  Ibíd., pp. 125-126.

27Esa voz masculina, al mismo tiempo, la traslada a otro tiempo y a otra realidad, a ese abismo que la aterra, aunque no lo racionalice del todo, pues se le presenta en fragmentos : « O quizá por eso, justamente, por la voz de él que le dice cosas de estar en otra parte »26. A través del sonido y la sensación, en ese instante se unen los dos mundos, el del presente y el del pasado que teme recordar, pues su instinto de supervivencia la alerta al respecto cuando quiere recordar siente dolor y temor de ese negro abismo, no quiere excavar en su interior, ya que teme lo que puede encontrar, e inconscientemente intenta defenderse de la memoria. Tener memoria es tener sentido. Sabe que está a la merced de lo que no puede definir. No recordar es defenderse de lo indefendible. Para Sofsky :

  • 27  Wolfgang Sofsky, op.cit., p. 70.

« El miedo sujeta al hombre al aquí y ahora. No existe nada más fuera del miedo. El tiempo se reduce al instante presente. El saber y las experiencias pierden su valor, y sólo jirones de recuerdos desfilan por el cerebro. Las esperanzas se borran. El miedo no es una expectación negativa. Las expectativas miran al futuro, y en el miedo la dirección del tiempo se invierte. El peligro atenaza al hombre, lo ahoga, lo devora. »27

  • 28  Ibíd., p. 11.

28La amnesia retiene a Laura en ese espacio sin tiempo, sin referentes, sin límites ni orden, donde reina lo instintivo, donde nada tiene un dónde y para dónde. Será hasta que recuerde cuando la memoria le de un sentido a todo su sufrimiento y su vulnerabilidad, cuando el pavor la reduzca al « aquí y ahora » y la devore el dolor y la incertidumbre. Laura no tiene referentes a los cuales asirse, sólo un pavor instintivo de lo que no recuerda. Para las víctimas de la tortura, « el miedo reaparece, asciende, cambia de motivo y de forma. La violencia en modo alguno desaparece, sólo cambia de rostro »28.

  • 29  Luisa Valenzuela., op.cit., p., 123.
  • 30  Ibíd., p. 122.
  • 31  Ibíd., p. 123.
  • 32  Id.

29No nos sorprende que en el momento que « la lengua de él alcanza el centro del placer »29 de Laura, en pleno encuentro sexual, la voz y las órdenes de Roque : « Abrí los ojos »30, « ¡ Seguí mirando ! »31, « ¡ Abrí los ojos puta ! »32, la devuelven violentamente al pasado cuando fue torturada.

  • 33 Id.

30Actualiza ese tiempo, pues siente de nuevo : « como sí la destrozara, como si la mordiera por dentro »33. La violencia y el erotismo se aúnan en los encuentros, volviéndose obscenos. En la relación erótica hay espirales donde placer y poder se refuerzan sin muros que contengan. Sus gritos la trasladan del presente del « lecho marital » en que pierde en un orgasmo, a la cámara de tortura donde el mismo sujeto la violaba y la misma voz le decía :

  • 34 Ibíd., pp. 123-124.

« Abrí los ojos, cantá, decime quién te manda, quién dio la orden, y ella grita un no intenso, tan profundo que no resuena para nada en el ámbito donde se encuentran y él no alcanza a oírlo, un no que parece hacer estallar el espejo del techo, que multiplica y mutila y destroza la imagen de él, casi como un balazo aunque él no lo perciba y tanto su imagen como el espejo sigan allí, intactos, imperturbables, y ella al exhalar el aire retenido sople Roque, por primera vez el verdadero nombre de él, pero tampoco oye él, ajeno como está a tanto desgarramiento interno. » 34

  • 35  Michel Foucault, op.cit., p. 75.

31Desde siempre el sexo estuvo vinculado al mal y a la confesión con el sacerdote, muchas décadas después se traslada al médico en el proceso de curación, dado el caso, y se invierte, hay una vuelta de tuerca, el sexo será el medio obtener una confesión. Para Foucault : « cuando la confesión no es espontánea ni impuesta por algún imperativo interior, se la arranca : se la descubre en el alma o se la arranca al cuerpo. Desde la Edad Media, la tortura la acompaña como una sombra y la sostiene cuando se esquiva: negras mellizas »35. En la cita del cuento, descubrimos junto con Laura que el arma y el cuerpo femenino son los detonantes de la trama. Roque sólo piensa en disfrutarla perversamente castigándola; está tan concentrado en su cometido, que le pasa desapercibido el momento en que ella expuesta y entregada en el clímax sexual, brutalmente recupera la memoria.

  • 36  Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Herder, 1986, p. 476.

32Simbólicamente se dice que el espejo « es el signo de la armonía, de la unión conyugal, mientras que el espejo roto es el de la separación »36. Por ello cuando recupera la memoria, mira el espejo sobre el techo fragmentado, como ella, como la sexualidad con Roque, como la unión de sus diferentes tiempos de vida.

  • 37  Mario Barbosa y Zenia Yébenes, (coord.), Silencios, discursos y miradas sobre la violencia. Barcel (...)
  • 38  Salvador Elizondo., op.cit., p. 15.

33Sus propias sensaciones la regresan al infierno ya vivido, « la corporalidad como materia prima del sujeto es realmente el universal del dolor »37. Los umbrales en que se unen placer y dolor son muy sutiles, y aunque « el dolor es algo que emana del cuerpo; es una de las substancias de los sentidos. »38 ; no puede separarse del alma y de la mente. En ese instante se unen dos tiempos y dos espacios, sin que Roque lo perciba.

  • 39  Gaston Bachelard, La intuición del instante, México, Fondo de Cultura Económica, 2002, p.11.

34Finalmente, « el tiempo es una realidad afianzada en el instante y suspendida entre dos nadas »39. Verse en un espejo fragmentado es poder ver desde distintos puntos de vista : empieza la razón, la conciencia. Las cosas dejan de ser homogéneas y se percibe lo complejo. Lo fragmentario de las imágenes le permite a Laura verse de diferentes formas, empieza la compleja percepción propia y la mirada hacia el interior.

  • 40  Wolfgang Sofsky, op.cit., p. 28.

35A Laura la extraen de lo público, de donde la secuestran a Laura y la torturan, por un intento de asesinato, la convierten en desaparecida, incluso para ella misma, por su amnesia, y por si eso no fuera suficiente dentro del sistema represor, el torturador se la lleva al ámbito privado, donde la cosifica y se adueña de ella ; situación que evidencia el hecho de que « el arma más sencilla es el cuerpo humano. Puede emplearse de múltiples maneras »40. Y es lo que hace Roque con su cuerpo y con su voz, como sus armas.

  • 41  Luisa Valenzuela, op.cit., p. 7.

36Al igual que en la Muerte y la doncella de Ariel Dorfman, donde el médico disfruta al torturar y usar sexualmente a sus víctimas en lugar de velar por su recuperación y supervivencia, confortándolas. Sólo que en Valenzuela, se va al extremo, cuando el patológico mundo ficticio del torturador se cristaliza al llevar a Laura a vivir a « la casita », para castigarla ; Laura, como cualquier conejillo de Indias, siempre está a prueba. Los otros la vigilan y deciden sobre ella. Su « marido » le compra un vestido para que reciba la visita de « sus colegas », para que actúe en el escenario que le han construido, para que confirmen, a través de una conversación-interrogatorio, que ella no ha recuperado la memoria. En otro momento le da un uso invertido a la mirilla de la puerta, al permitirles « a los otros » mirar la forma en que la posee. Ella lo percibe, sabe que es la protagonista del espectáculo que debe dar, y mansamente trata de protegerse lo más posible de la mirada de los otros ocultándose bajo el cuerpo masculino. Acepta todo, porque al igual que Bella en « Cuarta versión » quizá intuía que su papel era « estar viva »41.

  • 42  Ibíd., p. 140.
  • 43  Ibíd., p. 41.

37Una vez más será el sonido, los cuchicheos en el pasillo, las voces de los otros, las que les anuncian « se levantaron en armas »42, pues « de la representación a la verdad, del simulacro al hecho. Un solo paso »43.

  • 44  Ibíd., p. 141.

38Después de este episodio, por una semana Roque desaparece ; cuando regresa le « cuenta » todo lo sucedido, su pasado olvidado en que intentó matarlo y falló, y el presente exterior donde Roque tiene que huir : « la arranca de un sueño en el que caminaba sobre las aguas del secreto sin mojarse »44. La voz de él le machaca el secreto, y desata el vértigo de la memoria, como si estuviera ante un precipicio, de esa realidad pasada y del presente en donde para él todo fue un « jueguito », una « farra » donde ella fue « un buen cobayo ».

  • 45  Wolfgang Sosfky, op.cit., p. 59.

39No podía ser de otra manera, porque « las víctimas son sólo medios para un fin. De ellas sólo le interesa al monstruo su sangre. No son más que carne viva. Su persona no interesa. La orgía sólo está al servicio de los apetitos del criminal, de la violencia de la pasión »45. Laura ya perdió su utilidad, ya es un objeto desechable.

  • 46 Bertrand Jouvenel, Sobre el poder: historia natural de su crecimiento, Madrid, Unión Editorial, 199 (...)

40La disponibilidad y la amnesia de Laura, al parecer le retribuyeron a Roque, las consecuencias de haber estado encañonado por el arma de Laura, ya que, « un hombre se siente más hombre cuando se impone a sí mismo y convierte a otros en instrumentos de su voluntad »46. Él fue su único torturador, y lo sorprendente es que aparentemente la dejará escapar, aunque no es un sujeto de fiar. Él fue el más involucrado, al haber sido la posible víctima, el único torturador y el dueño de la presa.

Mirar, vislumbrar, recordar

La máscara disimula las verdaderas intenciones y oculta incluso la presencia de quien la lleva.

Wolfgang Sofsky

41Los objetos e imágenes son marcos para el recuerdo: la fotografía donde Laura está vestida de novia con Roque; la ventana que da a un muro ciego y que no puede abrirse porque él se lleva el picaporte ; la puerta cerrada con unas llaves inútiles como provocación para la prisionera ; la planta donde la flor fenece como su alma ; lo neutro y falso del escenario ; los espejos que se multiplican ; la mirilla de la puerta; el arma en su bolsa de mano. Todos ellos son los detonantes que harán que cuando recupere la memoria se expandan los límites hacia fuera –el mundo–, hacia adentro –su interioridad, sus sentires–, y hacia el tiempo –el pasado y el futuro.

  • 47  Martha Traba, op.cit., p. 48.

42Mirarse en los espejos es lo que la hace visible, es la ventana a través de la cual se mira, en vista de la ausencia de la mirada de los otros por su desaparición, pues sólo la ven sus victimarios y sólo existe para ellos. Paradójicamente ser el objeto observado, como conejillo de Indias, por los ojos de los « verdugos », los que la visitan y los que la ven por la mirilla en « un ojo único », le da una « siniestra » visibilidad a una desaparecida, pues « ellos decretaban quién podía existir y quién no »47, aunque fuera sólo para sus ojos.

  • 48  Luisa Valenzuela, op.cit., pp. 75-76.

43En esa visibilidad-invisibilidad de los sujetos, los espejos son un elemento recurrente en Valenzuela, ya en « La palabra asesino » leemos : « No te busqués en los espejos, buscate por dentro. Cuidado con la imagen especular. Es falsa. Es invertida, es distante »48. Y en « Cuarta versión », Bella habla con su espejo, más que mirarse, ignorante de las estrategias de los milicos, que sorprenderían su escenográfico final feliz con el embajador, al asesinarla en la embajada.

  • 49  Elsa Morante, Araceli, Gadir, Barcelona, 2008, p. 24.

44En Araceli de Elsa Morante leemos : « Según algunos nigromantes, los espejos serían vorágines sin fondo que engullen, para no consumirlas nunca, las luces del pasado (y tal vez también las del futuro) »49. Tal vez por ello Laura no se encuentra, ni encuentra su historia en los espejos.

  • 50 Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, op.cit., p. 474.

45Si el espejo refleja « la verdad, la sinceridad, el contenido del corazón y de la conciencia »50, ¿ qué le puede reflejar a una mujer fragmentada y amnésica ?

  • 51 Ibíd., p. 477.

46En sus circunstancias, por más que se busque, cuando se mira, el espejo pierde su facultad « de enderezar la imagen » facultad que se « convierte […] en símbolo de las cosas vistas según su realidad esencial »51, pues sólo verá reflejados la vacuidad y el miedo.

47Esa misma perspectiva especular es la que da inicio y fin al cuento : Laura encañonando a Roque, intentando convertirlo en Víctima, y Laura apuntándole con la misma arma, pero siendo ya otra Laura, después de haber sido el cobayo de Roque. La serpiente se muerde la cola, pues la trama, que no el discurso, inicia cuando ella toma en sus manos el arma para matar al general Roque, y el final consiste en que la toma de nuevo, después de haber estado en el infierno y regresar, para encañonar al mismo hombre. El círculo se cierra.

  • 52  Wolfgang Sofsky, op.cit., p. 27.

48No sabemos qué sucederá, sí disparará o no. Sólo sabemos que se queda apuntando el gatillo hacia Roque, pues « el arma es también portadora de significaciones, tiene valor cultural. Es a la vez violencia materializada y violencia simbólica. Es demostración de poder y fuerza »52. Si la primera vez que apuntó falló en esa acción de « guerra », cabría preguntarse si era válido hacerlo.

  • 53  Ibíd., p. 30.

49Sin embargo, en el final del relato, después de haber sido el conejillo de indias de Roque y sus colegas, habría que preguntarse si debe jalar del gatillo : « el arma infunde coraje, y da a las intenciones un objetivo y una figura »53, de manera que un arma connota poder y acción en potencia, ¿ debe ser accionada ? Fuera del relato, y más aún desde la posición del lector no es tan difícil decidir; sin embargo, tendríamos que estar en la piel de Laura, para saber qué decidirá.

  • 54 Ibíd., p. 69.

50Su sufrimiento la ha fragmentado, « la violencia traspasa a la persona entera, desencadena en ella fuerzas internas que la derriban »54 mientras que nosotros, afortunadamente, carecemos de esa vivencia y miramos desde muy lejos.

  • 55  Hannah Arendt, op.cit., p. 73.

51Aunque para Mao Tsé-Tung « el poder procede del cañón de un arma », para Hannah Arendt : « la violencia puede siempre destruir el poder ; del cañón de un arma brotan las órdenes más eficaces que determinan la más instantánea y perfecta obediencia. Lo que nunca podrá brotar de ahí es el poder »55. Así que permanecemos preguntándonos, ¿ hará uso de esa violencia, podrá hacerlo esta vez ?

  • 56  Ibíd., p. 34.

52Se cree que « los perseguidos sueñan con intercambiar el papel de la presa por el del cazador »56, ella inició siendo cazador, se convirtió en « presa » y ahora de nuevo es cazador.

  • 57  Michel Foucault, op.cit., p. 164.

53Es la poseedora del « derecho que se formula como ‘de vida y muerte’ es en realidad el derecho de hacer morir o de dejar vivir »57.

  • 58  Meter Burke, op.cit., p. 85.

54Los historiadores nos recuerdan que « antaño había un funcionario denominado ‘recordador’. En realidad, este título era un eufemismo de cobrador de deudas. Su misión consistía en recordar a la gente lo que le hubiera gustado olvidar. Una de las funciones más importantes del historiador es la de recordador »58. Y considero, que el valor del cuento de Valenzuela, va más allá del trabajo legítimo de un historiador, pues a través de su estética nos traslada sensorial y racionalmente a un tiempo siniestro que no debió haber sucedido.

  • 59  Athur Danto, Historia y narración. Ensayos de filosofía analítica de la historia. Barcelona, Paidó (...)

55La pluma de Valenzuela nos evidencia que la literatura comparte « la importancia final de la historia-como-registro. Sin ella viviríamos por completo en el presente y no se nos ocurriría que el pasado hubiera sido, o podría haber sido diferente »59. Si no fuera por esos textos literarios, veríamos hacia atrás como Laura miraba la ventana ciega que sólo muestra un muro blanco, o nos quedaríamos en ese pozo negro al que la llevaba su ausencia de memoria. Para concluir, recupero un fragmento de un artículo reciente, que Ariel Dorfman escribe como despedida a Tomás Eloy Martínez, donde evoca una conversación

  • 60  Ariel Dorfman, “Narrando contra la muerte”, Babelia, 7/ 02/ 10, El País, p. 2.

« acerca de la maldición eterna que parecía rondar a nuestro continente y cómo nuestra literatura tenía que acompañar, desde sus preguntas y dudas y feroz ensueño, cualquier proceso de liberación. Si no podíamos evitar la violencia sobrecogedora, era posible, por lo menos, exorcizarla por medio de palabras que no mintieran, podíamos traer a la literatura a los grandes excluidos de la historia a través de sus mitos »60

56Y es lo que estamos constatando aquí y ahora. Al narrarnos esos hechos históricos, la literatura nos sensibiliza y nos trasciende. Al conmovernos rebasa a la historia, va más allá. No sólo nos entera de lo sucedido, como lo harían los documentos y los referentes históricos o sociológicos de la guerra sucia, sino que consigue alterarnos y hacernos sentir vicariamente, a través de los personajes, ese horror que « real » que traslada al mundo de la ficción. Y al sensibilizarnos nuestra memoria siempre guardará un espacio para esos recuerdos « ficticios » de una espantosa realidad. La literatura es efectiva al lograr la recuperación de la memoria de ese periodo, no es sólo divertimento. Al leer estos textos, estás ante la dictadura al igual que el personaje, y al igual que Laura a través de la lectura, recuperas la memoria de ese tiempo, eres violentado como lector y recuperas el sentido de lo que pasó, recuerdas con dolor. Tomas conciencia de la violencia : lo literario te hace sentir.

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Bibliographie

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Valenzuela, Luisa, Cambio de armas, México : Martín Casillas, 1983.

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Notes

1  Meter Burke, Formas de historia cultural, Madrid, Alianza, 2000, p. 66.

2  Ibíd., p. 79.

3  Salvador Elizondo, Teoría del infierno, México, El Colegio Nacional/Ediciones del Equilibrista, 1992, p. 24.

4  Ibíd., p.25.

5  Íd.

6  Michel Foucault., Historia de la sexualidad. I. La voluntad de saber, México, Siglo XXI, 2006, p. 126.

7  Wolfgang Sofsky., Tratado sobre la violencia, Madrid, Abada, 2006, p. 9.

8  Salvador Elizondo, Cuaderno de escritura, México, FCE, 2000, p. 58.

*  Y “las cuatro personas que intervienen en el acto sexual son: la tortura, la muerte, el amor y el pecado.” (Ibíd., p. 130)

9  Martha Traba, Conversación al sur, México, Siglo XXI, 1999, p. 26.

10  Ibíd., p. 41.

11  Georges Bataille, El erotismo, Barcelona, Tusquets, 2002, p. 82.

12  Salvador Elizondo, loc. cit., p. 13.

13  Luisa Valenzuela., Cambio de armas. México. Martín Casillas, 1983, p. 118.

14  Ibíd., p. 113.

15  Hannah Arendt., Sobre la violencia, Madrid, Alianza Editorial, 2008, p. 29.

16  Rainer María Rilke, Elegías de Duino, Madrid, Hiperión, 2007, p. 87.

17  Ibíd., p. 85.

18  Ibíd., p. 87.

19  Id.

20  Id.

21  Luisa Valenzuela, op.cit., p. 115.

22  Ibíd., p. 113.

23  Gilles Deleuze., Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel, Buenos Aires, Amorrortu, 2001, p. 40.

24  Martha Traba., op.cit., p. 38.

25  Luisa Valenzuela, op.cit., p. 67.

26  Ibíd., pp. 125-126.

27  Wolfgang Sofsky, op.cit., p. 70.

28  Ibíd., p. 11.

29  Luisa Valenzuela., op.cit., p., 123.

30  Ibíd., p. 122.

31  Ibíd., p. 123.

32  Id.

33 Id.

34 Ibíd., pp. 123-124.

35  Michel Foucault, op.cit., p. 75.

36  Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Herder, 1986, p. 476.

37  Mario Barbosa y Zenia Yébenes, (coord.), Silencios, discursos y miradas sobre la violencia. Barcelona, Ánthropos, 2009, p. 123.

38  Salvador Elizondo., op.cit., p. 15.

39  Gaston Bachelard, La intuición del instante, México, Fondo de Cultura Económica, 2002, p.11.

40  Wolfgang Sofsky, op.cit., p. 28.

41  Luisa Valenzuela, op.cit., p. 7.

42  Ibíd., p. 140.

43  Ibíd., p. 41.

44  Ibíd., p. 141.

45  Wolfgang Sosfky, op.cit., p. 59.

46 Bertrand Jouvenel, Sobre el poder: historia natural de su crecimiento, Madrid, Unión Editorial, 1998, p. 110.

47  Martha Traba, op.cit., p. 48.

48  Luisa Valenzuela, op.cit., pp. 75-76.

49  Elsa Morante, Araceli, Gadir, Barcelona, 2008, p. 24.

50 Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, op.cit., p. 474.

51 Ibíd., p. 477.

52  Wolfgang Sofsky, op.cit., p. 27.

53  Ibíd., p. 30.

54 Ibíd., p. 69.

55  Hannah Arendt, op.cit., p. 73.

56  Ibíd., p. 34.

57  Michel Foucault, op.cit., p. 164.

58  Meter Burke, op.cit., p. 85.

59  Athur Danto, Historia y narración. Ensayos de filosofía analítica de la historia. Barcelona, Paidós, 1996, p. 77.

60  Ariel Dorfman, “Narrando contra la muerte”, Babelia, 7/ 02/ 10, El País, p. 2.

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Pour citer cet article

Référence électronique

Teresa García Díaz, « Eros y dolor »Amerika [En ligne], 3 | 2010, mis en ligne le 04 octobre 2010, consulté le 11 décembre 2024. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/1344 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.1344

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Teresa García Díaz

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