Sabine Schlickers, » Que yo también soy pueta « , La literatura gauchesca rioplatense y brasileña (siglos XIX-XX)
Sabine Schlickers, » Que yo también soy pueta « , La literatura gauchesca rioplatense y brasileña (siglos XIX-XX), Madrid, Vervuert Iberoamericana, 2007
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1Una larga tradición de gauchos y gauderios cruza cuestiones culturales étnicas, históricas y literarias. Que yo también soy pueta. La literatura gauchesca rioplatense y brasileña (siglos XIX-XX) es una exhaustiva investigación cuya autora Sabine Schlickers combina estilo dinámico con rigor académico. Así se remonta hacia 1773, año en que aparecen los antecedentes de los gauchos, los gauderios; y el hecho de que el comienzo del libro aluda al contrabando de ganado, da cuenta de que las huellas identitarias se borren « en el Uruguay y las Pampas » –y en las Sierras–, al decir del uruguayo Fernando de Assuncao quien a su vez los detecta hacia 1774 en Río Grande do Sul. Por su parte, Guarnieri sostendrá que “los gauderios parecen desaparecer en el punto mismo –indeciso y muy vago– en que aparece el gaucho”. Diferente será la tesitura de Martiniano Leguizamón que deposita su certeza en el Archivo de Indias, manuscrito de 1772, demostrando que el gaucho existía ya en lo que después sería el Uruguay. Y Jorge Becco, apunta más hacia atrás cuando cita una comunicación del comandante Maldonado (Uruguay) al virrey, de 1771. Entre ellos, El Lazarillo de ciegos caminantes, de Concolorcovo, registra otro testimonio de 1773. En cualquier caso, Martiniano Leguizamón postula que el vocablo gaucho aparece por primera vez en la escritura lusitana en 1803, años después que en la documentación española. Asimismo, los inicios borrosos y el tráfico ilegal de ganado como ocupación básica de sobrevivencia, sitúa a la autora ante las hipótesis que constituyeron las líneas de un pensamiento clave, refrendado en la Argentina por Martinez Estrada, por David Viñas, por Ricardo Piglia y Josefina Ludmer, y en Uruguay por el ineludible Angel Rama. La marca fundacional de la historia y cultura argentina es la violencia y el ultraje que la conquista infligió a toda América. De esta manera, la pregunta inicial que instala Schlickers ¿dónde y cuándo apareció el gaucho? nos coloca en el punto mismo de la errancia y desamparo, más allá de las posturas ideológicas entre los eruditos, la coincidencia los define en una soledad de origen lo cual se conecta con la mirada denigrativa que Sarmiento vierte en su clásico Facundo. « Huacho » « huérfano » y sobre todo « animal sin madre » son sanciones que impactan en la autora como constante, que inicia y continúa desplazada según los contextos, sobre todo en la Argentina: Civilización y Barbarie. Darwin (1833) ofrecerá una perspectiva positiva de las « gentes campestres ». El sintagma antinómico es el subtítulo, precisamente, del Facundo y se irá actualizando de acuerdo a la función política que desempeña la escritura, desde La Cautiva y El Matadero de Esteban Echeverría (un intelectual de la llamada Generación del 37´, proscripto durante gran parte del régimen de Juan Manuel de Rosas), pasando por los hijos de los exiliados en el siglo XIX, en la obra de Eugenio Cambaceres, un miembro de la elitista Generación del 80´ que acompañó a Julio A. Roca en la constitución del Estado moderno y en la federalización de la capital porteña: Buenos Aires. Obras suyas como Sin rumbo y En la sangre, atestiguan el conflicto que la inmigración implicó para un modelo nacional que no previó estrategias de absorción e integración de los extranjeros, en su mayoría españoles e italianos. Pero antes de esto, la gauchesca de Ascasubi en su impronta de política facciosa y partidista, cruza los territorios rioplatenses. De este modo, Sabine llegará a perfilar la reescritura de la gauchesca en el siglo XX, con Borges, y su visión lejana de todo resabio pintoresco o regionalista, y César Aira, que con Ema, la Cautiva, reconstruye la narrativa de la nación, tomando, sin embargo, los motivos del viaje y del desierto como materia transformadora de la representación. El texto de Schlickers encara los saberes de la antropología, la historia, para interpretar, en el caso del Río de la Plata, la idiosincrasia del « personaje » que justifique su mitología y su destino : las guerras de la Independencia y el producto de esos hechos, la poesía de Bartolomé Hidalgo vuelven sobre el uso del gaucho (ver Josefina Ludmer) ; y al decir de Rodriguez Molas, los gauchos de la Banda Oriental sufrieron el desprecio de los ciudadanos, al servicio de Artigas y otros caudillos. Los hechos llevarán a la ley de levas y el Martín Fierro de José Hernández nos contará (y cantará) sus vicisitudes.
2 El examen del contexto cultural conduce a la autora al análisis del modelo genérico de la gauchesca por lo cual se detiene minuciosamente en problemas narratológicos (marco de enunciación, diálogo, contrapunto), retóricos (métrica, rima), lingüísticas, llegando al centro de la cuestión: la ficción de oralidad. En esta perspectiva, la construcción de una lengua será la base que sostiene al autor culto y urbano. De allí en adelante, las nominaciones son las variables de las transformaciones históricas del espacio, la Pampa que invade a la ciudad, de la cual deriva el criollismo, o el gaucho en la frontera del campo y la ciudad, como Juan Moreira, de Eduardo Gutierrez, o la vertiente de Hormiga Negra, del mismo autor. Si hay variante en el aspecto elocutivo, es la bisagra que indica el cambio de de condición social –y política– que sufre el gaucho, ejemplificando la cuestión con Cyro Martins (Sem rumo) y lo que en este sentido implica la pérdida de su caballo. El marco jurídico de esta circunstancia, como señala Ludmer es la ley de levas que se aplicaba a los no propietarios, y que restaba mano de obra a los hacendados. Schlickers indica que esta ley fue conocida en Argentina como en Brasil. Sin embargo, quienes no fueron tan conocidos, fueron los autores brasileños que no aparecen en los diccionarios de literatura brasileña, como Alcides Maya. Dato peculiar por lo que la autora indaga la cuentística de Simoes Lopes y de Javier de Viana, ubicando la cuestión en la década del 20 ; en este contexto llega el modernismo de Río Grande do Sul asimilado por su regionalismo, « agauchando-se », al decir de Chiappini con Augusto Meyer, Vargas Netto y otros poetas, prosadores y críticos. Incluyendo la entrada del género al teatro gauchesco (con sus distinciones entre gauchi-picaresca y regionalista-criollista) de la mano de un escritor portugués : César de Lacerda. En ese contexto, establece una frecuencia con Roberto J. Payró.
3 Distinguiendo claramente términos como « literatura regional » y « criollismo », el libro de Schlickers aclara las diferencias pertinentes entre los estudios brasileños e hispanoamericanos; así reconoce el estatuto nacional que el género gauchesco tiene en el Río de la Plata, siguiendo la línea teórica de Benedict Anderson (Imagined Communities). Pero la metodología analítica es, antes que estructuración comparatística, la lectura lúcida, reflexiva, que sabe detenerse en relaciones y contrastes, en cruces y distancias que Schlickers interpreta a partir de los textos y del proceso de su significación.
Para citar este artículo
Referencia electrónica
Nancy Fernández, «Sabine Schlickers, » Que yo también soy pueta « , La literatura gauchesca rioplatense y brasileña (siglos XIX-XX)», Amerika [En línea], 2 | 2010, Publicado el 09 noviembre 2010, consultado el 11 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/1148; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.1148
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