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La Mémoire et ses représentations esthétiques en Amérique latine /1

Memoria y reconstrucción en dos novelas policiales argentinas : Qué solos se quedan los muertos, de Mempo Giardinelli, y La memoria en donde ardía, de Miguel Bonasso

Rosa Pellicer

Resumos

Las novelas de Giardinelli y de Bonasso se inscriben dentro del género policial para indagar sobre la historia reciente por medio del ejercicio de la memoria. La investigación del crimen supone el enfrentamiento a un pasado traumático,  al que se trata de dotar de sentido por medio del recuerdo.

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1Los abundantes escritos sobre la novela argentina de la década de los ochenta se ocupan, casi sin excepción,  de las distintas estrategias utilizadas por los escritores a la hora de dar cuenta,  de hacer historia,  del horror de la dictadura militar.  Como señala Andrés Avellaneda :

  • 1  Andrés Avellaneda, « Lecturas de la historia y lecturas de la literatura en la narrativa argentina (...)

Pensar y decir el horror, recordar y negarse al olvido,  construir una memoria, son tareas sociales cuya primera expresión ha sido simbólica, o sea traslaticia : desde el vacío de lo ininteligible a lo lleno de un sentido que se articula por obra de esa traslación.  La narrativa argentina de los últimos años puede ser así leída desde la construcción de los sentidos históricos. 1

2El género policial se convierte en una estrategia privilegiada para « nombrar lo innombrable », ya que su materia prima es el crimen y la violencia. Como afirman los escritores del neopolicial, si la realidad es negra,  el género más adecuado para su representación es el negro, que ha asumido el papel de la novela social al radiografiar la sociedad contemporánea. La novela policial no proporciona datos políticos concretos sobre la sociedad, pero nos muestra cómo funciona. En las reflexiones de Piglia de los años noventa, este modo se refiere al «núcleo paranoico» de la sociedad.  En la conferencia sobre « Poe y Borges » (1999), dice a propósito de la novela negra :

[…] se refiere al elemento de pesadilla, como dice Borges,  se refiere a las relaciones con el dinero,  se refiere a las relaciones con la ley,  con el delito, con el monstruo,  con el enigma,  trabajando con aquellos elementos que hacen realmente funcionar el sentido de una sociedad,  y no con los elementos externos,  exteriores, con los que a menudo se confunde la idea de lo que debe ser una literatura social, una literatura política.2

  • 3  José Pablo Feimann se pregunta : « ¿ qué ha ocurrido entre nosotros,  entre los argentinos ? ¿ Qué (...)

3Dejando por el momento de lado las versiones y subversiones genéricas,  que son otra de sus convenciones,  el cambio fundamental con respecto a los modelos radica en  que el responsable de los crímenes es el estado policial.  Esta situación lleva aparejado el convencimiento de que la justicia no existe, de modo que la solución al enigma es casi irrelevante e importan más las preguntas que las respuestas.3

  • 4  Andrés Avellaneda resume esta cuestión: « El recurso de alusividad apareció también con gran vigor (...)
  • 5  Escribe Fernando Reati: « […] en Argentina,  una de las múltiples maneras de referirse a la histor (...)

4La novela policial de los ochenta y principios de los noventa muestra  rasgos  comunes al resto de la narrativa del período : alusión, alegoría, parodia, hiperliteratura,  pero también algunos escritores apostaron por técnicas de representación realista4. En  estos casos,  lo político se expresa a través de lo policial5. Buena parte de estas obras no son estrictamente policiales,  pero toman en préstamo algunas características del género, como sucede en las novelas que vamos a considerar : Qué solos se quedan los muertos, (1985) de Mempo Giardinelli,  y La memoria en donde ardía (1990), de Miguel Bonasso.  

  • 6  Como señala Francisca Noguerol,  el paso del testimonio al género negro es común a varios escritor (...)

5Aunque sea circunstancial,  tal vez cabría recordar que tanto la novela de Giardinelli como la de Bonasso estuvieron precedidas por otras que adquirieron pronto el favor de lectores y críticos: Luna caliente (1983) y Recuerdo de la muerte (1984), que pronto se convirtió en un clásico de la « no ficción »,  al estar a caballo entre la historia,  la ficción y el periodismo,  además de incorporar algunos elementos del género negro, al igual que la de Giardinelli 6. El éxito de estas obras ha tenido como consecuencia que las inmediatamente siguientes han quedado en buena medida sepultadas por aquéllas y no han merecido demasiada atención por parte de la crítica.

  • 7  Karl Kohut, Un universo cargado de violencia. Presentación,  aproximación y documentación de la ob (...)
  • 8  Miguel Bonasso, La memoria en donde ardía (1985),  Tafalla : Txalaparta, 1992, p.14. Las páginas r (...)

6Estas dos novelas, tan distintas, tienen en común el hecho de que sus autores pertenecen al grupo de escritores argentinos exiliados en México durante el Proceso,  los argenmex, grupo llamado así por el propio Giardinelli, que se caracteriza por el uso de giros idiomáticos de los dos países, y la historia que narran es la investigación de un crimen de distinto signo, pero relacionado con el poder político.  Finalmente, los dos « detectives » son periodistas y escritores,  muy semejantes a sus creadores,  casi alter egos,  por lo que de una manera tangencial podrían incluirse en la llamada « autoficción ». Mempo Giardinelli dice en una entrevista con Karl Kohut: « Mientras escribía la novela  en un momento dado, cuando Giustozzi habla de su pasado,  me di cuenta de que inconscientemente estaba poniéndole parte de mi propio pasado.  Entonces tuve dos opciones : o lo eliminaba,  o lo hacía más claro. Opté por la segunda opción »7. Y en la « Nota » a la edición española de La memoria en donde ardía,  Bonasso advierte que “esta novela –a diferencia de Recuerdo de la muerte que la precede y que era claramente un trabajo testimonial– ni es enteramente autobiográfica, ni pretende tener un carácter documental ».8

  • 9  En la entrevista con K. Kohut, al hablar de la génesis de Qué solos se quedan los muertos,  dice G (...)

7 La inscripción de ambas novelas en el género policial encuentra su justificación en que contienen todos los elementos requeridos por sus leyes : víctima, asesino, investigador,  investigación, identificación del criminal. A pesar de ello,  sus autores quieren separarse del género : « este texto-escribe Giustozzi – contra lo que pudiera parecer, no es ni pretende ser una novela policial » (p. 158)9. Como es también habitual cuando se trata de crímenes cometidos en última instancia por el poder, o con su connivencia, el develamiento del asesino no sólo no lleva aparejada la acción de justicia, quedando el crimen impune, sino que pone en peligro la vida del investigador. Por otra parte, el asesino, como sucede en muchas novelas policiales, tiene una identidad fragmentada, que se refleja en las distintas personalidades que muestra. Así, el detective-asesino David Gurrola, de Qué solos se quedan los muertos, es también el narcotraficante Liborio.  En La memoria en donde ardía Ríos Patrón, el coronel que secuestró a Susana, la mujer de Di Rocco, es Coco, Águila o Dios ; a su subordinado, Guillermo Mayor Nievas se le conoce también como El Yorma,  o el Aguilucho,  y finalmente,  el traidor y responsable de la detención y muerte de la mujer de Sergio,  el antiguo amigo y militante Palavecino, se transforma en el delator  Jorge Wilkins,  y se convierte a partir de 1983 en « El Falsificador »,  siempre a las órdenes del Águila.    

8Otra de las características del llamado neopolicial es que la víctima está vinculada al detective ; así el periodista José Giustozzi tuvo una larga relación amorosa en los años de la clandestinidad con Carmen, una de las víctimas ; y el también periodista y escritor Sergio Di Rocco regresa a Buenos Aires para investigar la desaparición de su esposa en 1977. Los dos investigadores son amenazados y golpeados por los victimarios, con los que llegan a mantener un cara a cara, y fracasan en su reclamación de justicia, de modo que su acción se queda en ámbito de lo individual. La escritura se convierte así en el único medio de salvar del olvido lo sucedido : el testimonio que escribe Giustozzi antes de abandonar el hotel y encontrar una muerte casi segura ; o el diario de Di Rocco, una de las partes que componen la novela.

9En otro orden de cosas, estas novelas unen investigación  y viaje : en la de Giardinelli,  Giustozzi antes de volver, ¿ definitivamente ?, a Argentina, va de México D.F. a Zacatecas,  ciudad desconocida para él y el cerro de Bufa se alza como símbolo de la culpa; en la de Bonasso, Di Rocco del D.F. regresa a temporalmente a Buenos Aires, ciudad que le resulta inasible,  a la vez que lugar de memoria :

No hacía falta que le señalaran o le recordaran : mentalmente iba reconociendo todos y cada uno de los edificios y las esquinas,  desde Constitución hasta Corrientes. […] Pero no podía aprehenderla.  Era demasiado real y fugitiva y él se había acostumbrado a buscarla en diarios y revistas,  a recortarla en fotos,  o a encerrarla en recuerdos esféricos que terminaban arrebatándole toda sustancia. (pp. 32-33)

10 Estas novelas,  a las que se podrían añadir entre otras La pesquisa de Saer o El fantasma imperfecto de Martini, colocan la violencia en la encrucijada del retorno para tratar de responder al enigma de la identidad y del pasado. El viaje es también una travesía de la historia,  la íntima de la propia vida y la política de su país. Como señala Joaquín Manzi :

  • 10  Joaquín Manzi, « Le polar du retour et du détour argentin », L’émigration : le retour, Rose Dourou (...)

Parvenus à leur ville natale,  ils se sont confrontés à la terre qui était la leur ainsi qu’aux liens de famille,  d’amitié et de société qui avaient fondé cette appartenance.  Leur terre se révélait également inquiétante car elle retenait encore les menaces et les violences aveugles de son récent passé sanglant,  auquel les écrivains exilés ne purent répondre directement.  Ainsi,  de même que pour leur aînes,  ce voyage aura été celui des retrouvailles manquées;  il aura été tout autant un retour à leur territoire qu’un détour vers un énième départ.10

  • 11  « Esta escritura –escribe Carmen Perilli–  no parte de las certezas sino de los cuestionamientos. (...)

11De los temas comunes a Qué solos se quedan los muertos y La memoria en donde ardía, ahora interesa abordar el la memoria,  el eje que vertebra la mayor parte de las ficciones de esta época,  memoria fragmentaria que trata de rescatar del olvido oficial la verdad de la historia,  pero que también inquiere sobre las causas,  históricas y personales,  del horror y la derrota. Ahora bien,  aunque se sepa que lo real no es la verdad,  y que ésta puede residir en la ficción, los mismos textos muestran desde su forma el carácter ficticio de construcción sobre lo real, que es un rasgo constitutivo del género policial 11.

12No deja de ser significativo que Miguel Bonasso utilice en los títulos de sus novelas las palabras « recuerdo » y « memoria », citando a Quevedo, o que Mempo Giardinelli titule su novela mayor El santo oficio de la memoria,  dada la importancia que tiene ésta, y en Qué solos se quedan los muertos, con el verso de Bécquer  se alude al olvido de las víctimas de los años de plomo.   La memoria hecha escritura es el modo de hacer historia,  personal y colectiva, frente al río del olvido,  al silencio impuesto desde el poder político. Como dice el escritor uruguayo Hiber Conteris :    

  • 12  Hiber Conteris, « El Uruguay postmoderno y la pérdida de la memoria »,  en Memoria colectiva y pol (...)

Sólo el artefacto de la memoria permite recobrar,  en una dimensión histórico-social y psicológico-existencial el horror de « los años encapuchados » para integrarlos en su pleno significado a la experiencia de lo vivido.  Al hacerlo así,  la memoria individual,  convertida ahora en memora colectiva,  restablece la continuidad histórica del país,  lo que equivale a recuperar su identidad,  su pasado,  su presente y su futuro12.

  • 13  Mempo Giardinelli, Qué solos se quedan los muertos (1985), Barcelona : Plaza & Janés, 1986,  p. 60 (...)

13Este sería el sentido de la investigación de Sergio Di Rocco en la novela de Bonasso. Ahora bien, como veremos, el ejercicio de la memoria no siempre cumple este propósito en este tipo de novelas disfóricas, en las que la reflexión y el registro minucioso del pasado sólo sirven para acentuar la pérdida de la identidad,  personal y colectiva,  la imposibilidad de encontrar la razón de la historia. José Giustozzi al comienzo se muestra reticente ante la posibilidad de volver sobre un pasado indescifrable : « ¿ Por qué tengo que tener respuestas a estas preguntas ? »13, y aunque buena parte de la novela de Giardinelli esté dedicada a la reflexión memoriosa sobre la historia argentina y en particular sobre los años del terror, a duras penas logra encontrar un sentido final a los recuerdos. El epígrafe de Simone de Beauvoir a la segunda parte es elocuente : « ¿ Por qué dar tanta importancia a un instante,  si ya no habrá memoria ?  Ya no habrá tampoco reparación » (p. 93). La actitud del periodista detective de La memoria en donde ardía es opuesta : regresa de México a Buenos Aires con el firme propósito de investigar un hecho del pasado : la desaparición en 1977 de Susana, su mujer. Si bien en un principio la memoria es un recuerdo fragmentario, lleno de horror y muerte, al concluir ese descenso al infierno afirma : « El pasado es mi identidad ». Además, no sólo logra resolver el conflicto de su identidad personal sino inscribir los hechos olvidados en la historia : « Porque nuestra casa es la historia. Y a nuestra casa acabamos de regresar ».

14En su ensayo sobre la memoria, la historia y el olvido, Paul Ricoeur  nos recuerda una distinción importante :

  • 14  Paul Ricoeur, La memoria,  la historia,  el olvido,  Agustín Neira (trad.),Madrid :  Trotta,  2003 (...)

[…] es instructiva la historia de las nociones y de las palabras:  los griegos tenían dos palabras, mneme y anam-nesis ,  para designar,  por una parte,  el recuerdo como algo que aparece,  algo pasivo en definitiva, hasta el punto de caracterizar como afección –pathos– su llegada a la mente,  y por otra parte,  el recuerdo como objeto de una búsqueda llamada,  de ordinario, rememoración,  recolección.  El recuerdo,  encontrado y buscado de modo alternativo, se sitúa así en la encrucijada de la semántica y de la pragmática.  Acordarse es tener un recuerdo o ir en su búsqueda.14

  • 15  La relación de esta novela con el género policial ha sido estudiada por Luis Martul, « Qué solos s (...)

15Las dos designaciones son importantes ya que operan en estas novelas. En la novela de Giardinelli la memoria corresponde a la mneme,  el recuerdo aparece de repente desencadenado por la llamada desde Zacatecas de Carmen,  que lleva al protagonista y narrador a evocar su vida en común y buscar explicaciones sobre lo sucedido a su generación.  La novela se compone de dos partes,  que aunque se imbriquen, están claramente diferenciadas : una, el desarrollo de la investigación de los asesinatos de Marcelo Farnizzi, exguerrillero de la militancia argentina que se convierte en traficante de drogas en México, y de su mujer Carmen Rubiolo, cómplice y amante del criminal, que sigue las pautas del género policial; la otra corresponde al enjuiciamiento de la Argentina de los setenta,  y a la reflexión sobre el autoritarismo15.  El reencuentro con Carmen pone en marcha un proceso,  propiciado por la narración en primera persona, de autocrítica de sus años de militancia y de exilio,  lleno de preguntas sin respuesta y de sentimiento de culpa, individual y colectiva. Cuando entra en la casa de Carmen en busca información,  reconoce que los testimonios que encuentra carecen de sentido para él,  y el vínculo que los había unido desaparece. Los recuerdos  que lo asaltan en este momento también son incomprensibles, de modo que el intento de reconstruir la secuencia histórica es imposible de alcanzar  para este exiliado desorientado y sin destino.

16Para tratar de dar sentido al pasado, Giustozzi recorre a la historia de su país  – « un universo cargado de violencia » –,  hecha de antinomias irreconciliables, hasta llegar al momento presente,  para concluir que se crió en el autoritarismo,  y su generación que pudo evitarlo,  sin embargo no lo hizo :

¿ Qué culpa teníamos,  si nuestra generación fue condenada a la intemperancia y al desprecio por la democracia, al autoritarismo y a la violencia,  y a la enfermiza necesidad de aplastar al adversario ? ¿ Cuál era nuestra culpa,  si desvalorizamos la democracia porque nos condenaron a la irreflexión,  a la ceguera y al fanatismo,  y porque nadie nos la enseñó y porque fue la palabra de la gran mentira en la historia argentina ? (p. 108)

17 La idea de la culpa atraviesa todas las reflexiones.  Lo único que parece claro es que « Mi generación no tuvo toda la culpa,  al menos. No nos cabe la misma cuota que a los asesinos » (p. 110), porque la duda se instala cuando empieza a considerar la posibilidad de que Carmen,  representante de la militancia más comprometida, hubiera sido capaz de matar. Recelo que también muestra ante los exiliados en México: « ¿ Habrían alcanzado esa horrible categoría de los represores,  o todo debía quedar en la certeza de que acaso sólo mataron,  algunos,  para no morir,  para evitar la propia muerte ? ¿ Quién podría redimirlos, de todos modos ? » (p. 124).

  • 16  « Yo sentí […]  que lo terrible era estar dispuesto a matar y no hacerlo,  y en cambio sentirme fa (...)
  • 17  La situación de escritura es la misma,  incluso se desarrolla también en México, de la novela de S (...)

18 Aunque esta posibilidad tiene visos de ser real,  le queda claro que a pesar de todas las equivocaciones cometidas por su generación,  la razón y las ideas estaban de su parte,  y ellos fueron las víctimas,  no los victimarios. El mismo José Giustozzi, al enfrentarse a la violencia del mundo del narcotráfico, descubre su propia violencia, descubrimiento que le repele y le fascina a un tiempo, al igual que le sucediera a Ramiro Bernárdez en Luna caliente16. La redención no es posible : todos, de algún modo,  fueron responsables de los treinta mil desaparecidos. A esta reflexión autocrítica sobre el pasado, que lo conduce a un estado de derrota  y desaliento, se une la imposibilidad de justicia : también los crímenes cometidos en Zacatecas quedarán impunes. Pero Giustozzi recupera al final la dignidad en su actitud individual al rechazar el trato ofrecido por el criminal: tira la cocaína y quema el dinero,  encontrados en casa de Carmen, aún sabiendo que en la calle le espera una muerte casi segura, como a Juan Dahlmann. El texto que deja escrito es la única esperanza de salvar la historia del olvido.17

19En La memoria en donde ardía a la mneme se añade la anam-nesis, el recuerdo buscado tenazmente y hallado en las huellas del crimen. El propio Sergio di Rocco distingue entre la rememoración hecha en la lejanía,  que tiene que ver con la imaginación,  y el recuerdo buscado que servirá para la reconstrucción del pasado. Aparentemente el viaje tiene como propósito la busca de materiales para escribir una novela sobre H., que se convertirá en un personaje clave en su investigación;  pero realmente, « venía a reconstruir,  a organizar, a recuperar como basamento y antídoto contra la idea de la muerte que volvió a hostigarlo durante el exilio,  cuando la derrota fue una certeza y la historia los dejó a un costado » (p. 36). Pero el pasado es una sensación, en muchos casos unida a un horror imaginado, una incógnita, como mucho « una retahíla de anécdotas inconexas que el tiempo hizo papilla y que vuelven a la memoria como regurgitaciones amargas y arbitrarias » (p. 181).

20A la memoria personal que se desata al encontrar fotografías y otros recuerdos salvados del allanamiento de su casa y rescatados por su hermano, a la de los allegados, cuando vuelve a reunirse con antiguos amigos militantes montoneros como él, se añade la memoria colectiva,  ya que para el trabajo de memoria se requiere de la de los otros. Dado que estos recuerdos tienen que ver con lo vivido en común, tiene especial importancia el espacio,  los lugares compartidos.  Esto se pone de manifiesto desde el comienzo, cuando la  « armada Brancaleone »,  formada por un grupo de amigos peronistas de la Orga,  algunos vueltos también del exilio mexicano,  o del interior, se reúne en casa de uno de ellos para compartir un asado y los recuerdos. Además, todos ellos participan en la doble investigación de Sergio: la memoria de Pelado Lomuto reconstruirá la vida del elusivo H. en unas cintas grabadas, que se intercalan en la novela transcritas a modo de « testimonio » ;  Bordenave representa el archivo, guardado en el sótano de la pensión de doña Lucrecia donde vive,  que contiene toda la información acumulada desde los años previos al golpe de estado. Este archivo  sirve para la reconstrucción del pasado y por tanto, para entender el presente, desde una perspectiva pragmática :

[…] esas estanterías donde se encierran los últimos veinticinco años de la historia nacional, de esa historia negada y borrada para su generación, de ese agujero negro de la memoria que suele taparse con lugares comunes como « utopía,  tragedia,  subversión o guerra sucia ». (p. 315)

21 Es este sentido pragmático el que pone en relación la memoria con la justicia. Como señala Ricoeur :

  • 18  P. Ricoeur, op.cit., p. 120.

Es la justicia la que,  al extraer de los recuerdos traumatizantes su valor ejemplar,  trasforma la memoria en proyecto ;  y es este mismo proyecto de justicia el que da al deber de memoria la forma del futuro y del imperativo.18

22 Este sería en última instancia el fin del ejercicio de memoria emprendido por Sergio Di Rocco :  no sólo rescatar de las políticas de olvido,  que llevan en última instancia a la amnesia, la historia inmediata, sino que ese pasado sirva para construir el futuro. Por ello en la novela se presentan tres generaciones : los abuelos, representados por Leonor que finalmente recuperará su nieta ; los hijos,  la generación que más padeció la dictadura, simbolizada en la « Brancaleone » ;  y los nietos, la juventud en la que se deposita la memoria para construir el futuro, figurada por Claudio y sus amigos. Así, en el epílogo se reúnen las tres en la sede del antiguo Sindicato para escuchar el relato de Sergio Di Rocco – « Para recordar su propia historia »-,  dentro de las actividades de las « Unidades Básicas del Recuerdo ». Ahora le toca el turno a la juventud peronista:

Carnaza fresca de las guerras y las transacciones,  ahora convenientemente modernizadas,  seguían siendo, ¡carajo! Sus hijos,  la sal de los pueblos, el conjuro frente a los fracasos del siglo,  la repetición subversiva de la esperanza. (p. 352)

23El proceso esperanzador tiene que ver con la toma de partido, a diferencia de casi todas las novelas de la época, que se sitúan en lo que se ha llamado una postura no maniquea y  asumen también las culpas de la derrota.  En cambio, La memoria donde ardía,  como antes Recuerdo de la muerte, está atada a una interpretación unívoca desde la ideología de los montoneros y no cuestiona en ningún momento su actuación,  por lo que se resiente de la falta de ambigüedad y autocrítica.

  • 19  Escribe Reati : « en la desaparición no sólo se priva al muriente y a su familia del control de su (...)

24En esta novela no sólo se cumple el trabajo de memoria en relación con la historia,  sino que una vez conseguida su reconstrucción, el proceso se completa con el del duelo. Así,  una vez encontrada la salida del laberinto,  donde habitaba el monstruo y se escondía el horror, Sergio acude a un cementerio cualquiera,  y ante las tumbas que ostentan el « No Name »  elige una al azar y deposita un ramo de flores como ofrenda a Susana: « Sabía que acababa de enterrar lo mejor de su pasado ;  sabía también que el tiempo perdido se resistía a abandonarlo » (p. 334). Este gesto simbólico le permitirá también rehacer  su vida amorosa al lado de Luisa, que ya había cumplido con su deber de recuerdo con Emilio, el esposo desaparecido19.

25Qué solos se quedan los muertos y La memoria en donde ardía se inscriben dentro del grupo de novelas que adoptan el modelo policial para indagar sobre la historia reciente, desde puntos de vista distintos, por medio del ejercicio de la memoria. Pero en este viaje –horizontal y vertical- los investigadores se tienen que enfrentar a los fantasmas del pasado, a imágenes traumáticas,  jirones de vida y de muerte que sólo por medio del recuerdo se podrán integrar en una historia inteligible que coloque en su lugar a cada personaje. De este modo,  la víctima abandonará el silencio impuesto por una amnesia obligada,  al tiempo que permitirá la reapropiación lúcida de un pasado traumático.

26.

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Bibliografia

Avellaneda, Andrés, « Lecturas de la historia y lecturas de la literatura en la narrativa argentina de la década del ochenta », en Memoria y colectiva y políticas de olvido. Argentina y Uruguay, 1970-1990, Adriana J. Bergero y Fernando Reati (comp.), Buenos Aires : Beatriz Viterbo, 1994, pp. 141- 184.

Bonasso, Miguel, La memoria en donde ardía (1985),  Tafalla : Txalaparta, 1992.

Conteris, Hiber, « El Uruguay postmoderno y la pérdida de la memoria »,  en Memoria colectiva y políticas de olvido. Argentina y Uruguay,  1970-1990, Adriana J. Bergero y Fernando Reati (comp.), Buenos Aires : Beatriz Viterbo, 1994, pp. 89-111.

Feimann, José Pablo, « Estado policial y novela negra argentina », en Los héroes difíciles : La literatura policial en la Argentina y en Italia, Giuseppe Petronio, Jorge B.  Rivera y Lugi Volta (eds.), Buenos Aires : Corregidor, 1991, pp. 143-153.

Giardinelli, Mempo, Qué solos se quedan los muertos (1985), Barcelona : Plaza & Janés, 1986.

Kohut, Karl, Un universo cargado de violencia. Presentación,  aproximación y documentación de la obra de Mempo Giardinelli, Frankfurt am Main : Vervuert, 1990.

Manzi, Joaquín,  « Le polar du retour et du détour argentin », L’émigration: le retour, Rose Douroux y Alain Montandon (coord..), Clermont-Ferrand : Centre de Recherches sur les Litératures Modernes et Contemporaines  (CRLMC), 1999,  pp. 263- 275.

Martul, Luis, « Qué solos se quedan los muertos : Convenciones narrativas y transgresiones interpretativas », en Convergencias hispánicas.  Selected Proceedings and Othe Essays on Spanish nd Latin American Literature, Films,  and Linguistics,  Elizabeth Scarlett y Howard B. Wescott (eds.),  Newark (Delaware) : Juan de la Cuesta, 2001, pp. 196-206.

Noguerol, Francisca « Contar la historia sin morir en el intento: Versiones en el margen » (en prensa).

Perilli, Carmen, Las ratas en la torre de Babel. La novela argentina entre 1982 y 1992, Buenos Aires : Letras Buena, 1994.

Piglia, Ricardo, « Borges y Poe », El hilo de Ariadna, 1 (enero 2005) www.elhilodeariadna.com/ariadna.inter/main

Fernando Reati, Nombrar lo innombrable : Violencia política y novela argentina: 1975-1985, Buenos Aires: Legasa, 1992.

Ricoeur, Paul, La memoria,  la historia,  el olvido,  Agustín Neira (trad.), Madrid :  Trotta,  2003.

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Notas

1  Andrés Avellaneda, « Lecturas de la historia y lecturas de la literatura en la narrativa argentina de la década del ochenta », en Memoria y colectiva y políticas de olvido. Argentina y Uruguay, 1970-1990, Adriana J. Bergero y Fernando Reati (comp.), Buenos Aires : Beatriz Viterbo, 1994, p. 141 (pp. 141- 184)

2  Ricardo Piglia, « Borges y Poe », El hilo de Ariadna, 1 (enero 2005) www.elhilodeariadna.com/ariadna.inter/main

3  José Pablo Feimann se pregunta : « ¿ qué ha ocurrido entre nosotros,  entre los argentinos ? ¿ Qué ocurre con la narrativa policial cuando el crimen no sólo está en las calles, sino que está ahí,  en las calles porque el Estado es el responsable de la existencia del crimen ? ¿ Qué ocurre cuando la policía,  lejos de representar la imagen de la Justicia,  representa la imagen del terror ? ¿ Qué ocurre cuando lo policial no es una Institución del Estado, sino que es el Estado mismo ? ¿ En suma : ¿ cómo se relaciona la novela policial con el Estado policial ? » ( José Pablo Feimann, « Estado policial y novela negra argentina », en Los héroes difíciles :  La literatura policial en la Argentina y en Italia, Giuseppe Petronio, Jorge B.  Rivera y Lugi Volta (eds.), Buenos Aires : Corregidor, 1991, p. 145 (pp. 143-153)

4  Andrés Avellaneda resume esta cuestión: « El recurso de alusividad apareció también con gran vigor en el relato de investigación o novela policial, cuyos códigos –violencia, crimen,  lucha por el poder,  permanente averiguación de un sentido y una verdad que escapan a la comprensión– se prestaron admirablemente para un pacto de lectura en clave a propósito de los años de la dictadura militar terrorista. […] la tradición del relato policial desplegó de esta manera, dos versiones posibles o bien fue desarrollado con un alto grado de complejidad (al articularse con proyectos de escritura que lo utilizaron como un elemento más de sus estrategias),  o bien fue sometido a un tratamiento paródico-desconstructivo que adelgazó el sentido original de las prácticas alusivas hasta hacerlas desaparecer o modificarlas profundamente. » (A. Avellaneda, op.cit., pp. 158-160)

5  Escribe Fernando Reati: « […] en Argentina,  una de las múltiples maneras de referirse a la historia actual es por medio de su ficcionalización en la novela policial, a la que se incorporan datos  tomados del referente nacional para convertirle en novela policial-política.  Los tópicos clásicos del género policial (el misterio a ser resuelto,  la violencia,  la corrupción de los funcionarios públicos, el erotismo,  la ambición, el abuso de poder) se prestan a un discurso desplazado,  más o menos eufemístico, que al hablar sobre el submundo de la delincuencia y su contraparte policíaca, se refiere también a las luchas por el poder político ». (Fernando Reati, Nombrar lo innombrable : Violencia política y novela argentina : 1975-1985, Buenos Aires : Legasa, 1992. p. 167).

6  Como señala Francisca Noguerol,  el paso del testimonio al género negro es común a varios escritores, transterrados en México como Rolo Díez o el propio Bonasso. (Francisca Noguerol, « Contar la historia sin morir en el intento: Versiones en el margen », (en prensa),). Fernando Reati dice a propósito del género de Recuerdo de la muerte : « obra que participa por igual de lo testimonial,  lo biográfico,  lo periodístico y lo ficticio.  Ilustra desde otra estrategia narrativa el problema de cómo representar una realidad demasiado horrorosa o incomprensible ».  (F.  Reati, op.cit., p. 156).

7  Karl Kohut, Un universo cargado de violencia. Presentación,  aproximación y documentación de la obra de Mempo Giardinelli, Frankfurt am Main : Vervuert, 1990, p. 38.

8  Miguel Bonasso, La memoria en donde ardía (1985),  Tafalla : Txalaparta, 1992, p.14. Las páginas remiten a esta edición.

9  En la entrevista con K. Kohut, al hablar de la génesis de Qué solos se quedan los muertos,  dice Giardinelli : « se me ocurrió una novela en la cual trabajar el género negro pero no para hacer una novela policial ;  y a la vez haciendo una reflexión pero sin que por ello resultara una novela ensayo ». (K. Kohut, op.cit, p. 23).

10  Joaquín Manzi, « Le polar du retour et du détour argentin », L’émigration : le retour, Rose Douroux y Alain Montandon (coord..), Clermont-Ferrand : Centre de Recherches sur les Litératures Modernes et Contemporaines  (CRLMC), 1999, p. 264.

11  « Esta escritura –escribe Carmen Perilli–  no parte de las certezas sino de los cuestionamientos.  Busca las causas de los fracasos no solamente en los demás sino en sí mismo.  Cuestiona las representaciones discursivas de lo real, buscando las fisuras en las que las palabras adquieren la peligrosa transparencia de las cosas.  No solamente reflexiona sobre sí misma sino sobre otras escrituras. Intenta desentrañar el saber de otros textos,  especialmente el de la historia, en la medida en que ese saber es poder ». (Carmen Perilli, Las ratas en la torre de Babel. La novela argentina entre 1982 y 1992, Buenos Aires : Letras Buena, 1994, p. 31)

12  Hiber Conteris, « El Uruguay postmoderno y la pérdida de la memoria »,  en Memoria colectiva y políticas de olvido. Argentina y Uruguay,  1970-1990, Adriana J. Bergero y Fernando Reati (comp..), Buenos Aires : Beatriz Viterbo, 1994, p.11.

13  Mempo Giardinelli, Qué solos se quedan los muertos (1985), Barcelona : Plaza & Janés, 1986,  p. 60.  En adelante,  sólo se indica la página.

14  Paul Ricoeur, La memoria,  la historia,  el olvido,  Agustín Neira (trad.),Madrid :  Trotta,  2003, p. 20.

15  La relación de esta novela con el género policial ha sido estudiada por Luis Martul, « Qué solos se quedan los muertos : Convenciones narrativas y transgresiones interpretativas », en Convergencias hispánicas.  Selected Proceedings and Othe Essays on Spanish nd Latin American Literature, Films,  and Linguistics,  Elizabeth Scarlett y Howard B. Wescott (eds.),  Newark (Delaware) : Juan de la Cuesta, 2001, pp. 196-206.

16  « Yo sentí […]  que lo terrible era estar dispuesto a matar y no hacerlo,  y en cambio sentirme fascinado con la sangre y el dolor de un tipo.  Yo era bestial y violento, como jamás había pensado;  sencilla y brutalmente me descubría en los límites de Dios,  si Dios existía : podía decidir la vida de otro ». (p. 201)

17  La situación de escritura es la misma,  incluso se desarrolla también en México, de la novela de Sergio Sinay Es peligroso escribir de noche (1992).

18  P. Ricoeur, op.cit., p. 120.

19  Escribe Reati : « en la desaparición no sólo se priva al muriente y a su familia del control de sus rituales (puestos ahora en manos del verdugo), sino que además e obliga a familiares y amigos a disimular el duelo, lo cual contradice otro valor percibido como « natural » en la sociedad. […] En suma,  la ausencia de ritos funerarios y la desacralización del cuerpo al no respetarse la muerte individualizable y memorializada,  conducen a una sensación de profunda violación ». (F. Reati, op.cit., pp. 27 y 28)

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Para citar este artigo

Referência eletrónica

Rosa Pellicer, «Memoria y reconstrucción en dos novelas policiales argentinas : Qué solos se quedan los muertos, de Mempo Giardinelli, y La memoria en donde ardía, de Miguel Bonasso»Amerika [Online], 2 | 2010, posto online no dia 25 julho 2010, consultado o 07 dezembro 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/1045; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.1045

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Autor

Rosa Pellicer

Profesora Titular de Literatura Hispanoamericana, Universidad de Zaragoza

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Apenas o texto pode ser utilizado sob licença CC BY-SA 4.0. Outros elementos (ilustrações, anexos importados) são "Todos os direitos reservados", à exceção de indicação em contrário.

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