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El conflicto colombiano entre animación e hiperrealismo mágico : Desterrada de Diego Guerra.

Françoise Bouvet

Resumos

En marzo de 2014 se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias la película de animación Desterrada. Con este primer largometraje, el historietista Diego Guerra pretende contar lo que es ser joven en Bogotá al mismo tiempo que procura retratar el conflicto que carcome a Colombia desde los años 70. Reflejo de la Historia del país o ficción, hiperrealista pero también distópica, la película estremece por su peculiar tratamiento de la violencia, llevándonos de un proceso de rememoración a una denuncia del conflicto. Con claras influencias del cine y del cómic norteamericanos, pero con raíces artísticas profundamente colombianas, veremos cómo se inscribe esta película de animación en un proyecto estético original, y cuestionaremos esta apelación de “hiperrealismo mágico” que surgió entre los espectadores después del estreno.

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1En marzo de 2014, precisamente en el momento en que se discutía en Cuba un proceso de paz entre las FARC y el gobierno colombiano, varias películas marcaron la 54 edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci 54) por su profundo arraigo en la política, el conflicto y los problemas de violencia que conoce Colombia desde los años 70. Entre ellas figura Desterrada, primer largometraje de animación de Diego Guerra, un historietista que se dio a conocer en los años 90, al mismo tiempo que toda una generación de colombianos marcados por la música punk y el cómic japonés, mediante revistas a veces efímeras como Acme, TNT o Agente Naranja. Basta con echar un vistazo al trabajo de Diego Guerra y a su blog, 68 Revoluciones, subtitulado « Todas las historias deben ser contadas », para entender la dimensión política del dibujante. En esta óptica, Desterrada se presenta como una reflexión sobre el conflicto y sus distintos actores en Colombia, así como sobre las consecuencias y traumas que engendra, en particular entre la juventud.

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2Desterrada es el fruto de años de trabajo : sus protagonistas nacieron bajo la pluma de Diego Guerra a finales de los 90, con clara influencia del cómic punk chicano Love and Rockets, y siguen poblando aún hoy sus creaciones historietísticas ; se concretaron en el 2003 con un cortometraje, El diario de Ana, antes de cobrar vida en este largometraje, cuya realización duró más de seis años1 y fue un reto tanto a nivel económico como técnico, en un país con poca tradición de historieta y menos aún de animación2. La película cuenta la historia de Ana, una joven estudiante bogotana de clase media alta, que podría tener una vida normal y agradable entre sus amigos, su hermano Esteban guitarrista en una banda de rock, sus padres separados – ella pintora y él profesor en la Universidad – y Flavio, el joven del que se enamora. Sin embargo le ha tocado vivir en un país en guerra, y el conflicto armado se insinúa en cada escena, impactando el pasado, el presente y el futuro de los protagonistas, y dificultando la relación de amor entre Ana y Flavio. Desterrada es una película shock, que llama la atención por su extraña relación a la realidad histórica colombiana : reflejo o distorsión de la Historia del país, entre realidad y ficción, veremos cómo el largometraje nos conduce de una rememoración a una denuncia del conflicto colombiano y su violencia, hasta alcanzar una peculiar estética, inspirada tanto del mundo del cómic como del cine o de la literatura, un estilo que sería propio de Diego Guerra y que un espectador, tras el estreno de la película en Cartagena, nombró « hiperrealismo mágico ».

Afiche promocional, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

El conflicto colombiano, entre realidad y ficción

Un escenario y problemáticas políticas colombianas

3La acción de Desterrada se desarrolla en una Colombia nunca nombrada pero perfectamente reconocible a nivel geográfico, gracias sobre todo al cuidado que ha puesto Diego Guerra en los decorados de su película : la selva, zona de combate, pero sobre todo la ciudad, con unas imágenes urbanísticas en las que el espectador entendido reconoce inmediatamente elementos emblemáticos de Bogotá como la catedral, la torre Colpatria o el edificio del diario El Tiempo.

  • 3 FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, y ELN, Ejército de Liberación Nacional, ambas fo (...)

4La película carece de referencia temporal exacta, sin embargo el espectador puede situarla en la esfera de un presente o de un futuro próximo ya que muchos de los acontecimientos históricos presentados remiten a la situación de conflicto que vive el país desde los años 70. Con la creación de los movimientos revolucionarios izquierdistas de las FARC y del ELN en 1965, y la del M-19 en 19743, Colombia ha conocido una oleada de violencia sin precedente debida también al respaldado económico del narcotráfico. Los actos violentos se han concentrado en el campo, donde los guerrilleros, el ejército y las milicias paramilitares se disputan el control de amplias regiones, causando víctimas mayoritariamente civiles. Pero este ambiente de terror ha afectado también las grandes ciudades – donde han ido a parar miles de expulsados o de exiliados, huyendo de los combates –, por ser estas el blanco privilegiado de secuestros, asesinatos y toda clase de actos terroristas.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

5En muchos aspectos, Desterrada es un fiel reflejo de este contexto histórico. Así, la película se abre con un atentado, una bomba que estalla en plena calle, matando a la vendedora de un puesto de jugos. En el largometraje se evidencian las mismas zonas de combate que en la realidad, por ejemplo cuando mandan a Flavio, el novio de Ana, al frente de batalla, en el monte. La omnipresencia de hombres armados, ya sea en la ciudad o en el campo, recuerda el constante enfrentamiento entre fuerzas estatales, paramilitares y guerrilleras, y el ambiente de terror antes evocado. La antropóloga María Victoria Uribe explica que esta fenomenología del terror nace, entre otros factores, de la ambigüedad y la confusión entre las distintas fuerzas armadas, una indiferenciación facilitada por el uso del uniforme, común a todas (Uribe, 2004 : 122-128). Diego Guerra también juega con este aspecto : la ciudad está controlada por hombres antipáticos, vestidos con uniformes verdes, grises o a veces azules. ¿Serán policías, soldados ? Todos se parecen físicamente – menos los guerrilleros del monte, caracterizados por su pelo largo y su simbólica boina roja – confundiéndose así para los jóvenes bogotanos en un « todo » ajeno a su vida y creador de terror.

6Por otra parte, se evocan también en la película las comisiones de la verdad, los procesos de reconciliación, y aunque de manera indirecta, el problema de desplazamiento consecutivo al conflicto : por desarrollarse la acción entre los jóvenes acomodados de Bogotá, no verá el espectador ninguna fila interminable de desplazados dejar sus tierras para amontonarse en las chabolas de las afueras de la capital, pero sí, presenciará la fuga hacia países más acogedores, de unos jóvenes prometedores, como Esteban, el hermano de Ana, o como la misma heroína al final de la película. Todos estos elementos no dejan de recordar la realidad colombiana de finales del siglo XX.

Distorsión y ficción

7No obstante, en varios aspectos, la historia de Desterrada se distancia de la Historia de Colombia. El conflicto se desborda de los límites que serían los suyos en estos principios de siglo. El ejército « profesional » no tiene fuerzas suficientes para luchar en todos los frentes así es que se ha instaurado una conscripción entre los jóvenes varones que tienen una libreta militar y que deben servir a la patria. Sin embargo no hay ninguna igualdad en todo esto : los militares multiplican en las calles los operativos de control para « llevarse a unos desadaptados » destinados a servir de carne de cañón ; así Esteban y su banda de rock son los perfectos « inútiles » de los que podrá prescindir la sociedad, mientras que Flavio se libra – por un tiempo – del reclutamiento por su apellido, siendo su padre un gran general del ejército. La población, excedida, se manifiesta en la capital, y sufre una grave y violenta represión por parte de las fuerzas armadas gubernamentales. El conflicto termina invadiendo Bogotá : casi en la mitad de la película, una fila ininterrumpida de camiones militares se apodera de las calles, el centro está bloqueado e inaccesible, unos aviones de combate sobrevuelan la ciudad, y empiezan unos bombardeos que crearán muchos daños y muertes. A partir de este momento, Bogotá vivirá en estado de excepción : la universidad está cerrada, se prohíbe toda reunión después de las siete de la noche, y algunos barrios son meros campos de escombros.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

8Todos sabemos lo difícil que es aprehender y representar la Historia del momento presente, por la falta de distanciamiento temporal que tenemos con los acontecimientos. Régis Debray explica cómo el desarrollo, desde el siglo XX, de una nueva sociedad basada en la imagen, y en particular en la « imagen inmediata » – lo que llama él « la video-esfera » –, contribuye a perjudicar la Historia :

En ella [la video-esfera] sin duda resonarán las guerras ambientes, pero ¿podrá ser el acontecimiento otra cosa que meros ruidos ? La noción misma de historia, como la de guerra, de contradicción o de trágico, implicaba la primacía de lo escrito y el tiempo cumulativo que le corresponde. Esas invenciones datan de la grafo-esfera. La video-esfera actualiza ‘el fin de la historia’. (Debray, 1992 : 420)

9Pero para Debray, el cine se salva de esta tendencia por presentar imágenes pensadas y éticas, en vez de proporcionarle al espectador imágenes comerciales. Así, Desterrada, a su manera, es un reflejo de la Colombia actual, pero no podía ser un documental, sobre todo sabiendo que Diego Guerra vivió gran parte del conflicto desde el extranjero. La película, estrenada en 2014, tiene este distanciamiento geográfico y temporal, este paso por la reflexión y la escritura, que permiten cuestionar profundamente la Historia colombiana. Pero, para lograr este fin, el director ha elegido construir su largometraje en una constante oscilación entre realidad y ficción : la distorsión como mejor arma para que el espectador se percate y entienda la realidad que vivió, … y que sigue viviendo hoy. Más aún, es como si para dar mejor cuenta de la Historia colombiana de hoy, el director se hubiese lanzado a imaginar una historia que podría ser la Historia de mañana. Según confiesa el animador a la corresponsal de El País, « la película muestra bombardeos que no han pasado, pero se trata de una metáfora de la pesadilla de lo que quieres que no sea » (Aguilar, 2014). Entramos de pleno en la dimensión distópica del largometraje. Si bien una distopía es una sociedad imaginaria indeseable, generalmente concebida como consecuencia de tendencias sociales o políticas contemporáneas a su creación, la de Desterrada nos muestra pues los errores históricos y sociales de hoy que podrían llevar a Colombia hacia esa pesadilla de mañana. Frente al trauma del conflicto, la película suena, por esta dimensión ficcional catastrofista, como una advertencia y una denuncia.

De la rememoración a la denuncia

La omnipresencia de la violencia

10Diego Guerra, que no se crió en Colombia sino en Venezuela, explica :

Cuando llegué aquí de golpe tuve que familiarizarme con una serie de cosas con las que ya todo el mundo estaba acostumbrado, pero que son cosas a las que nadie se debería acostumbrar. En Colombia prácticamente todas las familias tienen un pariente, un hijo, un primo que ha sido víctima de la violencia de una forma u otra y eso deja secuelas que le dañan la vida a todo el mundo. Eso es algo que sencillamente se tiene que acabar. (Botero-Páramo, 2014)

11Y con una multiplicación de actos o imágenes violentas, es como si Desterrada nos quisiera mostrar precisamente las múltiples caras de esta violencia. La más obvia y más presente es la violencia política : la de los actos terroristas con bombas que matan a inocentes, como la vendedora de jugos o el padre de Valentina, animador de un programa de rock en una radio que volaron por difundir propaganda política ; por supuesto, la de la guerra oficial que descubrimos por los ojos de Flavio cuando, hecho teniente, tiene que aprender a luchar y matar a los rebeldes en el monte ; pero también la del poder militar contra los civiles, el control que ejerce sobre ellos y el terror que hace reinar, la represión contra los manifestantes.

12En este contexto, los jóvenes de la película, que estén paseando por la capital, desfilando por las calles, combatiendo en la selva o tranquilos en casa jugando videojuegos de guerra, no pueden ni saben vivir sin que la violencia los sumerja. Así con Desterrada, el director parece querer demostrar cómo esta violencia lo invade todo, hasta lo más cotidiano, imposibilitando toda vida « normal y corriente », y para lograr ese fin, usa la exageración, el contraste, el choque o el miedo. Acaso el mejor ejemplo de ello sea la escena de apertura de la película : Ana y su amiga Valentina están paseando en bicicleta por el centro de Bogotá, conversando en un ambiente idílico, soleado y tranquilo ; se paran para que Valentina vaya a comprar unos jugos de naranja y la violencia irrumpe de repente con una explosión fuertísima que no le deja a la chica tiempo para terminar su frase, y estremece al espectador. El minuto siguiente, con su pantalla negra donde desfilan el título y los créditos, nos deja con el miedo y la incertidumbre de lo que pasó hasta que finalmente, Valentina sale ilesa de una nube de humo. Otro ejemplo de exageración destinada a impactar al espectador es cuando se producen matanzas fuera de la capital, en el monte : los rebeldes matados por el ejército son la primera vez niños y la segunda mujeres, como para recalcar el aspecto cruel, desigual y de exterminio total de la contienda.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

La inocencia de Ana

13Un elemento que favorece este posicionamiento crítico frente al conflicto y su violencia es precisamente la heroína de la película. Ana, por ser algo ingenua y sorprenderse de todo, es como un espejo en el que se reflejaría el espectador cándido o desconocedor de la situación colombiana. Así, durante el episodio de la explosión recién evocado, si bien Ana parece espantada por el espectáculo de destrucción y el cuerpo sin vida de la vendedora, la escena se cierra con otra reacción, por lo menos chocante : el enojo de Valentina al ver que les robaron las bicicletas abandonadas por su amiga en el momento de la explosión. Se nota la incomprensión en la cara de Ana mientras la reacción de Valentina recalca la banalización de la violencia en esta sociedad colombiana regida por el consumo y el poseer : la muerte es tan común que ya ni se la ve, y parece que cuenta más perder una bici que la vida. Ana quisiera hablar de su miedo cuando su amiga y el resto de la sociedad prefieren callarlo.

14La joven también muestra su incomprensión frente a Mario, el baterista de la banda de rock, que regresa de la zona de combate porque ha perdido una pierna. Lisiado y amargado, el chico no soporta ni los falsos honores ni la piedad que le muestran, pero ¿de qué habla con Ana ? De películas de guerra y del videojuego precisamente titulado « Medalla de honor » con el que ocupa su tiempo, según él « un juego de matar muy bacano ». Las dos frases de Ana « ¿Es que no tuvo suficiente o qué ? » y « Todas las guerras son iguales » puntúan como condenas, pero también como malos agüeros, las dos mitades de esta escena partida en dos para que se inserten imágenes de un combate en el que, mientras tanto, Flavio está « jugándose » la vida, pero en una guerra que es de verdad.

15Diego Guerra siempre nos muestra a Ana con unos ojos muy abiertos e interrogadores frente a lo que la rodea, tanto en las fiestas como en las manifestaciones, y eso es lo que la hace crecer ; así en cierta forma, Desterrada se convierte en una extraña película iniciática en la que una joven, tal un Lazarillo moderno – pero procedente de la buena sociedad colombiana – y sin moverse de su barrio, aprende lo que es la vida.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

16Los viajes vendrán luego, con el exilio, y Ana seguirá formándose, pero habiendo aprendido ya lo esencial. Al mismo tiempo, Ana es como una voz de la conciencia que cuestiona el conflicto y la sociedad que la rodean, con sus excesos, sus contradicciones y su insensatez. Paulatinamente la joven va abriendo los ojos, lo que no parece hacer el Estado, dimisionario, como lo sugiere la penúltima escena, cuando después de salir del hospital militar, Ana se cruza con unos hombres armados, esta vez vestidos de azul y no de verde, y que extrañamente tienen todos los ojos vendados.

La voz del intelectual

17A la voz de la joven inocente se juntan voces de intelectuales para denunciar el conflicto. La primera irrumpe ya desde la segunda escena de la película, y es la del padre de Ana, profesor de historia en la Universidad. En su clase, evoca las comisiones y procesos de reconciliación que se suceden en el país, sin que permitan acabar ni con el conflicto ni con sus consecuencias : el número de desplazados y la pobreza siguen aumentando, en las calles se notan problemas de droga y de mendicidad. El profesor Acosta cuestiona la idea de « subversión » y afirma que los que eligen el camino de las armas son más dignos de compasión que de admiración. A través de las palabras de este « viejo izquierdista arrepentido », Diego Guerra ofrece al espectador un innegable mensaje de paz, haciendo del catedrático el símbolo de una Colombia desilusionada por las utopías del pasado y agotada por una guerra interminable.

18En esta categoría de los intelectuales se clasifica también Flavio, el novio de Ana, como otro ojo crítico más que nos incita a reflexionar sobre el conflicto, sus raíces y su violencia. La palabra « ojo » cobra todo su sentido con este joven diplomado de Economía que rechaza la carrera militar y se dedica a la fotografía : con sus gafas redondas, es el prototipo del intelectual, y si sus lentes opacos tapan totalmente sus ojos es para mejor invitarnos a que miremos el mundo a través de su cámara, de la que nunca se separa y que le permite retratar la sociedad que lo circunda.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

19Cuando la obligación de irse al frente lo despoja de su cámara, Flavio conserva la misma mirada crítica sobre la guerra. Explica a sus soldados que tendrían que estar estudiando en la Universidad en vez de estar luchando en el monte, y notamos toda su rabia y su indignación frente a ese capitán que trata de quitarse toda culpabilidad delante de los cuerpos de los 22 niños soldados que acaba de matar – « culpa de ellos que los reclutan a la fuerza » – y que, con una risa cruel, precisa que el lado bueno de todo esto « es que no les queda gente, están desesperados porque saben que les estamos ganando ». Cuando Flavio mata por primera vez, disparándole a una mujer para salvar la vida de uno de sus hombres, se produce una ruptura. No puede aceptar el haber pasado del papel de observador al de actor de la violencia. « Ya no me diga teniente, me llamo Flavio, Flavio González, y soy economista » : con esta frase dirigida al soldado que le da las gracias, vemos que la violencia ha cobrado de repente una dimensión tan real e insoportable para Flavio que el joven se niega a que esta pueda definirlo como hombre.

20Al final de la película, Flavio aparece como un símbolo a la vez del intelectual acallado y de la juventud sacrificada : regresa del conflicto con secuelas irreversibles a nivel mental y psicológico y solo es la sombra de sí mismo. No ha perdido ningún miembro como lo podía dejar temer la realización de la escena, con planos siempre cortados a nivel de la talla, pero sí ha perdido la cordura y parte de la memoria. El conflicto ha conseguido amordazar a quien lo denunciaba. Los ojos de Flavio, por primera vez carentes de sus ineludibles gafas, son dos puntitos que reflejan el estado de desamparo y vulnerabilidad en el que se encuentra este joven que tenía la vida por delante.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

21¿Cómo extrañarse entonces al ver que, paradójicamente, los jóvenes bogotanos que se manifiestan a favor de la paz después de los bombardeos, lo hacen con cócteles molotov ? A esta generación sacrificada, no le queda más alternativa que el « destierro » del título, que será sin embargo otra forma de violencia : dejar el país desertando, o ir a estudiar fuera, debería proporcionar a estos jóvenes una vida mejor, lejos de los combates ; pero ¿qué futuro espera a Esteban que prefirió irse para los Estados Unidos sin avisar a su propia familia, siendo en adelante un ilegal allá y un paria en su propio país ? ¿Qué porvenir será el de Ana cuando, como lo deja suponer el final de la película, se vaya a estudiar a Barcelona, lejos de sus padres, amigos y raíces ?

¿Hacia una nueva estética ?

El hiperrealismo

22Si la realidad del conflicto y de su violencia es lo que altera y al final trastorna a Flavio, lo que en cambio estremece al espectador es sin duda el universo estético muy singular de Diego Guerra, y en particular el realismo muy marcado que insufla en su manera de representar dicha violencia. Si el director reivindica influencias del cine norteamericano de guerra como Full Metal Jacket de Kubrik o Delgada línea roja de Malick (Botero-Páramo, 2014), también se inscribe en una corriente colombiana de representación hiperrealista de la violencia, presente tanto en la literatura, con escritores como Fernando Vallejo, Jorge Franco o Mario Mendoza, como en el cine, con directores como Víctor Gaviria. Para esos autores el hiperrealismo es contar la violencia, tal cual, cruda, con detalles y olvidándose muchas veces de toda dimensión ética ; para Gaviria, es ir a buscarla allá donde hace estragos, y representarla en el momento mismo, con sus mismos actores. Ese fue su proyecto para Rodrigo D., no futuro, una apuesta que muchos vieron como imposible :

« Víctor, eso no se puede hacer ». ¿Por qué no se puede hacer ? « Porque las cosas sociales, cuando ocurren, vos tienes que tener por lo menos diez o quince años de la historia que ocurra, para tener una distancia ». Y yo le dije : « Cómo es posible eso, si yo tengo esa gente acá y me están contando todo. Y van a trabajar de actores ». (…) Esto me marcó mucho porque vi que la actitud que tenía realmente todo el mundo acá, los intelectuales, con respecto a la historia, es una actitud siempre de espera. También con la violencia, cuando ocurrió. (…) Y así es con todo, una cosa que toda la intelectualidad de este país ha tenido ante todo lo que ocurre : « Espera a que pase y después ya podemos opinar sobre eso ». (Rufinelli, 2010)

23Por supuesto ese proceso artístico no es el de Diego Guerra, que ha optado por una mirada distanciada y el universo de la animación. Y sin embargo hay en Desterrada una forma de hiperrealismo, más que todo en los escenarios. El director mezcla animación 2D y 3D, reservando esta última para los decorados. Explica que tomaron miles de fotos de Bogotá para hacer modelos 3D con el máximo de detalles : tanto la arquitectura – la catedral, la torre Colpatria, la calle 72, el hospital militar – como los vehículos – camiones militares, aviones, buses Transmilenio – sobrecogen por su realismo.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

24Una misma autenticidad se desprende de los decorados en el monte : el contraste entre los combates y la naturaleza detallada, hermosa y frondosa, mundo de paz y de guerra a la vez, recuerda la manera de filmar de Terrence Malick y parece acentuar lo absurdo de este conflicto. Es interesante notar que para reforzar la dimensión realista de la película, Diego Guerra no insiste en la sangre, los cuerpos desmembrados u otros horrores que denunciarían la violencia de la guerra : prefiere jugar con técnicas cinematográficas y fotográficas. El cuerpo de la vendedora de jugos se adivina en los ojos de Ana antes de verse, y solo de lejos, detrás de los pies de las protagonistas o en un picado que permite constatar el conjunto de los daños causados por la explosión. Los aviones que sobrevuelan la capital se descubren con una serie de picados y contrapicados que intensifican su aspecto amenazante así como la vulnerabilidad de los bogotanos. Los cadáveres de los niños soldados aparecen en tres planos rápidos y seguidos, como tres instantáneas de la misma escena, sacadas desde varios ángulos por los ojos del fotógrafo Flavio. En los momentos de violencia, la escenificación privilegia a toda música de ambientación, los ruidos de aviones, camiones y armas o bien el silencio estresante del entorno, proyectando así al espectador en la escena y creando suspenso.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

La influencia del cómic o los límites de una representación realista

25Frente a una realidad tan verdadera y tan cruda, unos elementos sin embargo parecen recalcar la dimensión ficcional de la película, tal como la estética de los protagonistas, figuras en 2D a propósito de las cuales Diego Guerra precisa, al final de la película, que no tienen parecido con personas o hechos reales : los más detallados parecen salir de un manga japonés – las chicas generalmente muy sexy –, y los más esquemáticos recuerdan personajes de videojuegos de los años 90, también por su postura tiesa y sus movimientos discontinuos y entrecortados – ¿elección en la animación u obligación técnica y económica ? –.

  • 4 Lo confirma la serie de artículos sobre « Visiones del apocalipsis » en su blog 68 Revoluciones, un (...)

26El hiperrealismo alcanza también sus límites en la inclinación que muestra Diego Guerra hacia una estética « rock-apocalíptica » que conoció en los cómics de los años 80 y que al parecer siempre le ha fascinado4. Entramos en esta dimensión a partir de la mitad de la película, con el bombardeo del centro de Bogotá. Cuando suenan las primeras explosiones se oye una música punk-rock que muy pronto deja lugar a las interrogaciones y al miedo de los distintos protagonistas. Los bogotanos, entre los cuales Ana y Flavio, corren a refugiarse en los subterráneos. Empieza entonces una larga alternancia de planos entre la luz, el ruido de los aviones y la destrucción de arriba, y la oscuridad y el silencio de abajo, un silencio finalmente cubierto por los gemidos de los dos jóvenes que en ese instante en el que piensan que van a morir, terminan haciendo el amor, derramando todas sus pulsiones de vida antes de que se produzca el fin del mundo. Cuando vuelven a la superficie, la música rock de nuevo lo invade todo, mientras descubrimos por los ojos de los protagonistas el humo, los escombros, la catedral destruida y los cuerpos muertos esparcidos por las calles. A partir de ese momento la película va a conservar esta estructura violentada : las escenas se suceden sin transiciones, el tiempo se acelera sin que el espectador pueda ubicarse, se multiplican las elipsis entre las partidas y vueltas de los chicos a la guerra, y la acción aparece entrecortada, construida en un ir y venir constante entre momentos de la vida cotidiana de Ana y su familia, y los combates de Flavio en el frente. Al final de la película, la última imagen de Bogotá, con sus edificios volados, triste campo de escombros recorrido por unas enfermeras en busca de supervivientes, confirma que es el fin del mundo, por lo menos de este mundo, y que no le queda a Ana más remedio que el destierro.

27En Desterrada, la ficción, la exageración y los contrastes en el dibujo están finalmente al servicio del hiperrealismo, recalcándolo, y le enseñan al espectador lo poco que falta para que esta ficción se vuelva realidad. Nos podemos preguntar entonces por qué habló ese espectador cartagenero de magia, frente al dibujo nítido y sin artificio de Diego Guerra, y a ese mundo cruel donde los únicos momentos mágicos serían los paréntesis de paz y amor entre los dos jóvenes protagonistas.

La noción de hiperrealismo mágico

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28El término nace seguramente de la aparición recurrente en la pantalla de elementos fantásticos que surgen de manera natural en la historia, llegando a formar parte de la realidad, sin que los protagonistas parezcan afectados, sorprendidos o asustados, lo cual no puede sino recordarnos las técnicas narrativas y el realismo mágico de un tal Gabriel García Márquez5.

  • 6 Notemos aquí que si la droga es un problema clave del conflicto colombiano, Diego Guerra no ha quer (...)

29Esos elementos cobran en Desterrada la forma de un bestiario que siempre va asociado con Ana. El fenómeno se produce la primera vez cuando la chica asiste a una fiesta. De repente mira alrededor suyo y descubre que todos los invitados, un minuto antes humanos normales, tienen ahora unos semblantes de animales, gatos, ciervos, cocodrilos… : ¿representación de la metamorfosis de esos jóvenes bogotanos que solo pueden vivir y desenfrenarse durante tales fiestas ? ¿metáfora de los excesos de droga y alcohol tan comunes en esta clase social6 ? ¿distanciamiento de Ana, chica decente y algo ingenua, ajena a este mundo ?

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

30Luego, y cada vez de noche, aparecerán otros animales en el departamento mismo de la joven : unos tiburones que pasan delante de su ventana mientras está estudiando, uno entrando incluso en el cuarto, y luego unos ratones descomunales rodeando a la chica cuando va a buscar un refresco en la nevera. Si bien el realismo mágico procura expresar las emociones por medio de elementos irreales, podríamos interpretar este bestiario como simbólico del estado mental de Ana y de la percepción que tiene de la sociedad en la que vive : los tiburones representarían este mundo hostil en el que se siente constantemente vigilada y amenazada y que obligó a su hermano a huir ; recordemos además que en psicoanálisis el tiburón se asocia con las pulsiones de supervivencia y con un paso que no termina de darse entre la niñez y la edad adulta. En cuanto a los ratones, que aparecen después de una conversación sobre la salida de Flavio para el frente, y en los que ni siquiera parece fijarse Ana, podrían simbolizar la angustia que la roe por dentro, pero también el encierro, la obligación de vivir en la sombra, la imposibilidad de expresar su personalidad.

Imagen de la película original, con autorización del autor. Diego Guerra, todos los derechos reservados.

31La última pincelada fantástica aparece en el epílogo : Ana se encuentra en una playa y parece estar despidiéndose de su vida colombiana antes de salir para Barcelona ; delante de ella pasan todos sus familiares y amigos mientras ella se respalda en una enorme ballena ahí varada. Desde Jonás en la Biblia, la ballena simboliza la muerte iniciática, la metamorfosis y el renacimiento ; para Ana representa claramente el viaje a Europa, tan desmesurado y atemorizante, pero también su transcurso personal y el inicio de otra vida, su vida de adulta, solo posibilitada por el destierro.

Conclusión

32Entre ficción y realidad, con una dimensión futurista y apocalíptica a la vez que un hiperrealismo salpicado de elementos mágicos, inscribiéndose en la continuidad de una herencia cultural nacional tanto literaria como cinematográfica, Diego Guerra parece haber encontrado con la animación y con Desterrada una nueva vía en la representación iconográfica y estética del conflicto que vive Colombia.

33Régis Debray explica que « el poder de una imagen no nace de la imagen misma sino de la comunidad de la cual es o fue el símbolo y que mediante ella, se habla a sí misma u oye el eco de su pasado » (Debray, 1992 : 348-349), una premisa que confirma y contradice a la vez Desterrada : su historia y su estética no pueden sino impactar al público de Colombia, pero su dibujo, que quizás parecerá más japonés que colombiano, asociado con una trama y una denuncia finalmente de alcance universal, no dejarán insensible a ningún espectador, conocedor o no de la realidad colombiana.

34Por la blogosfera se leen sin embargo algunas críticas relacionadas con el aspecto monotemático del cine actual en Colombia, que se centraría demasiado en la violencia. Una prueba más de que Desterrada, que pretende ser un retrato de la juventud bogotana, es un acierto ya que los jóvenes que expresan tal exasperación en internet son precisamente idénticos a los de Desterrada : no se reconocen en el conflicto armado, esta Historia colombiana no es « su » Historia. Así Ana le dice a Flavio que es una guerra « en la que no tenemos nada que ver » y añade : « nosotros no empezamos esta guerra, no somos nosotros los que la debemos terminar ». Pero Flavio rectifica : « todos tenemos algo que ver ». Por la voz de estos chicos, Desterrada sale de su dimensión trágica para cobrar un matiz esperanzador : la película parece ser una llamada a que los jóvenes colombianos asuman el conflicto y la violencia pasada, aprendan de esta violencia para mejor desprenderse de ella, y construyan por fin « su » Historia.

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Bibliografia

Aguilar, Andrea, « Las nuevas armas del cine colombiano », El País, 18/03/2014, disponible en línea :

<http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/18/actualidad/1395175258_198181.html>

Botero-Páramo, Sebastián, « Desterrada, una película bogotana de guerra y punk rock », Vice, Colombia, 21/03/2014, disponible en línea :

<http://www.vice.com/es_co/read/desterrada>

Contreras, Jazid, « El largometraje animado Desterrada le apuesta al ‘hiperrealismo mágico’« , Señal Colombia, 2014, disponible en línea :

<http://ficci.senalcolombia.tv/content/el-largometraje-animado-desterrada-le-apuesta-al-hiperrealismo-magico>

Debray, Régis, Vie et mort de l’image, Paris : Gallimard, 1992.

Gaviria, Víctor, Rodrigo D., no futuro, Compañía de Fomento Cinematográfico, FOCINE, Fotoclub-76, Producciones Tiempos Modernos Ltda, 1990.

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Sánchez Ferrer, José Luis, El realismo mágico en la novela hispanoamericana en el siglo XX, Madrid : Anaya, 1990.

Uribe, María Victoria, Anthropologie de l’inhumanité : essai sur la terreur en Colombie, Paris : Calmann-Lévy, 2004.

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Notas

1 En el momento de la escritura de este artículo, la película solo se ha dado a conocer fuera de Colombia por medio de festivales : Annecy (Francia, 2015), Cinanima (Portugal, 2015), Monterrey (México, 2015), Georama (Tokyo, 2016).

2 Sobre las causas del escaso y tardío desarrollo del cómic en Colombia, léase el artículo del historietista Daniel Rabanal (Rabanal, 2001).

3 FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, y ELN, Ejército de Liberación Nacional, ambas formaciones de obediencia marxista-leninista. M-19, movimiento guerrillero creado a raíz del fraude electoral en las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970.

4 Lo confirma la serie de artículos sobre « Visiones del apocalipsis » en su blog 68 Revoluciones, un blog consultado en 2015 pero desgraciadamente desaparecido hoy.

5 Para más detalles sobre las características del realismo mágico, léase el libro de Sánchez Ferrer (Sánchez Ferrer, 1990).

6 Notemos aquí que si la droga es un problema clave del conflicto colombiano, Diego Guerra no ha querido que aparezca concretamente en la película.

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Para citar este artigo

Referência eletrónica

Françoise Bouvet, «El conflicto colombiano entre animación e hiperrealismo mágico : Desterrada de Diego Guerra.»Amerika [Online], 18 | 2018, posto online no dia 29 junho 2018, consultado o 13 dezembro 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/10292; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.10292

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Autor

Françoise Bouvet

LLACS Université Paul Valéry - Montpellier 3
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